Tatiana Tibuleac es una escritora de 46 años originaria de Moldavia, un país ubicado entre Rumania y Ucrania. Tibuleac tiene una capacidad narrativa excepcional, que te permite avanzar a través de sus páginas con gran facilidad. Sus palabras van tejiendo historias con una realidad descarnada y dolorosa, pero llenas de amor y de poesía.
"El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes" es un libro hermoso a la vista y al tacto. Impedimenta realizó un extraordinario trabajo editorial para esta primera obra de la autora, que la hizo acreedora a varios premios en Europa. En la historia, la muerte esta presente en todo momento. Desde el inicio acompaña a Aleksy y a su madre, a veces les susurra detrás de sus oídos para recordarles que “la muerte es lo más probable que va a sucederle a un individuo.”
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El libro inicia con una brutal descripción sobre el odio que Aleksy siente sobre su madre: “Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que había existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela como una pordiosera. La habría matado con medio pensamiento.”
Estamos ante un hijo que fue abandonado por su padre, que durante años esperó una caricia de una madre que nunca se interesó por él. Un hermano que perdió a su hermana, un adolescente con problemas psiquiátricos que odiaba a su madre y que sentía un profundo rencor por la vida, que “vivía como un don nadie y soñaba como un don nadie.”
Con el paso de la lectura, asistimos a la muerte lenta de una madre abducida por la tristeza. Una mujer que “fue siempre una hija, una esposa y una madre de segunda mano”, que nunca se hizo acreedora a nada, ni siquiera a un nombre dentro de la novela. Su esposo la llamaba “vaca imbécil” antes de que la abandonara por una nueva mujer.
En la historia hay un momento donde la madre de Aleksy le propone acompañarla a Francia a pasar un verano juntos. Aleksy le dice que sí y deja plantados a sus amigos que le habían propuesto viajar a Ámsterdam “a follar con todas las mujeres posibles”. Esta será la primera vez en la vida de Aleksy elige a su madre por encima de otras personas.
Ya instalados en una pequeño poblado francés, el hijo se entera que su madre tiene un “cáncer maligno y rabioso”, y a partir de ahí, inicia una nueva historia de perdón y amor entre ellos. “Te he querido, aleksy, te he querido como he podido.”, le confiesa su madre mientras el cáncer la va devorando por dentro.
Tal vez el tiempo ya no les alcance para componer los agravios del pasado, pero sí para disfrutar de los pequeñas detalles que les ofrece su presente. La madre medita sobre cuantas cosas habría podido hacer en la vida, “en lugar de vender rosquillas y encurtidos”. Aleksy empieza a ver la vida a través de unas pastillas que le hicieron brotar nuevos ojos con los que veía “más allá de la piel y los huesos, con más intensidad que los colores y las formas, más allá del cielo y más profundamente que la tierra”.
Tatiana Tibuleac nos presenta una novela que es capaz de remover los sentimientos más profundos, a través de la miseria de dos personas que tratan de sobrevivir así mismos. La historia nos hace reflexionar sobre lo frágil que es la vida, nos muestra que el perdón siempre será el mejor de los caminos y que, aún en la muerte, puede haber belleza y redención.
"El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes" es un libro que está lleno de dolor y de rabia, pero también de amor y esperanza por vivir la vida. Ampliamente recomendado para leerlo con calma, preferentemente con la mente abierta para enfrentarse con una historia breve, que va contra los vínculos filiales con los que nos educaron.
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