Nunca pude definirme tan poco como ahora. Entre dudas, el líquido dentro de mí no se parecía nada a lo que fue algún día, ahora era más oscuro, denso, intranquilo. Sabía la forma que había tomado porque se parecía a la mía.
Me encontraba sola, sobre la mesa, una copa de vidrio, fundido y moldeada anteriormente, dotada de un solo propósito, albergar algo dentro. En este momento aquella negrura densa, intranquila, repleta de temores, dudas y mentiras, permanecía íntimamente aquí. Solo algunas partículas indicaban lo que alguna vez fue puro, lo que difícilmente podría regresar.
El líquido era espeso y negruzco; no solo permanecía aferrado, sino que se encontraba en constante expansión; una especie de simbiosis indicaba que no saldría con facilidad, que cada momento que pasara, complicaría todo. Sentía una pesadez indescriptible. Ninguna copa está diseñada para soportar aquella densidad, aquella tristeza, aquellas dudas, aquella bilis empujando desde dentro. Me resquebrajaba de a poco.
Te podría interesar
Dejar todo igual, significaba indudablemente el final, pero, ¿qué podía hacer para cambiar mi destino?, ¿voltearme con la fuerza que me quedaba para vaciar todo mi interior?, corría el riesgo de romperme a pedazos, así como de perder lo poco que conservaba sin contaminar.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO
Una tormenta cubrió todo, herencia de ello fue la aparición de aquel flujo que nacía del arcoíris, que se filtraba por el techo, cayendo sobre la mesa donde me encontraba. Gota a gota, me fui colmando del líquido misterioso que tomaba su lugar, mientras aquella espesura no le quedaba más que ceder; fui renovándome hasta que nuevamente pude ver dentro de mí.
Aparecieron tonalidades distintas, refractadas sobre el vidrio que me componía. Las grietas habían cerrado, obteniendo un color dorado que dibujaba la silueta de lo que alguna vez dolió con mucha intensidad, lo que estuvo a punto de romperme por completo.
Nunca pude definirme tan poco como ahora, pero eso ya no importaba.
OTRA SUSTANCIA
Si nuestros cuerpos fueran tan frágiles como porcelana o un delgado pedazo de vidrio, ¿cuánto tiempo tendría que pasar antes de recibir nuestras primeras cuarteaduras?, desde el primero hasta el último contacto, habría un miedo recurrente a fracturarnos. Pero eso no evitaría que, en nuestro andar, vayamos acumulando dentro, sustancias espesas que complican nuestra capacidad de ver hacia adentro.
Pero, ¿por qué tendríamos que conservarlo todo, hasta lo que nos está haciendo daño?, habría que ser más selectivo en cuanto a las sustancias que nos componen, buscar la manera de deshacernos de aquello que nos intoxica, corrompe, fragmenta por dentro.
Dejar que otros líquidos lleguen y nos colmen; llenarnos con otra sustancia, para que lo ligero y prescindible suba, salga; para que todo se renueve. Dejar de consumir lo mismo, una y otra vez; dejar que algo cambie para que todo cambie, porque si nada cambia, nada cambia.
ch