Muevo mi caballo en la primera jugada. El presente texto está inspirado en una de mis lecturas actuales: “Nexus”, la más reciente obra de Yuval Harari. En fin. Quiero compartir esto porque me carcome las entrañas.
El poder. Una de las más preciadas preseas del ser humano. Nuestra especie ha construido el mismo desde la edad de piedra y hasta la era de la inteligencia artificial; hoy día el poder se reconoce como resultado de la posesión de información ¿quién más información posee, más poder tiene? ¿Es la información poder? o ¿el poder llega con la información? ¿Qué es la información?
Harari expone en su primer capítulo la idea ingenua de la información, la cual se corresponde en suponer que esta última es el reflejo de la realidad.
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En muchas ocasiones he tenido oportunidad de exponer mi postura acerca de la verdad, la realidad y la razón. Las asumo construcciones y por tanto, destruibles. Al principio, creí diferir del autor en comento, aunque en un segundo nivel de lectura me percaté de que no estamos tan distanciados en cuanto al tratamiento de la verdad y la realidad como consensos (particulares, parciales e intersubjetivos).
Regreso, la idea ingenua de la información implica a su vez presumir que a mayor cantidad de información es menor el riesgo de caer en el error, el vicio o peor, la desinformación. Falso. De hecho, es muy posible que la propia información parta de un sesgo (ineludible desde el punto de vista del autor) aunque no por ello inválido. Al menos no en el sentido de que hay una serie de acuerdos —los cuales maneja como universales— respecto a lo que distingue la verdad de la mentira (o de lo que no es verdad). La sobreinformación puede convertirnos en bestias, tal y como en el videojuego bloodborne
Vayamos al caso, a propósito de la Reforma Judicial. En este momento, me encuentro trabajando en un proyecto de divulgación jurídica a través de la plataforma de TikTok (disponible en: https://www.tiktok.com/@quenosoyabogado?_t=8qOF0bqsU8k&_r=1) donde he decidido resaltar una serie de elementos propios de la citada reforma en aras de provocar el diálogo entre los usuarios. Lo cual no niega el hecho de que en realidad la información que comparto tiene un sesgo también; por principio de cuentas se funda en mi propia lectura de la propuesta de Reforma, por tanto, un elemento emocional entra en juego; por si fuera poco, no estoy considerando (aunque lo intento) una buena parte de elementos que también integran la misma propuesta de Reforma. Dicho sea de paso, porque la propia propuesta no está considerando tampoco una serie de elementos que integran el sistema de justicia nacional, por ejemplo: las fiscalías, las policías y los peritos. No sólo se trata del Poder Judicial.
Bueno ¿pero a qué viene todo esto? Ajedrez, lectura, videojuegos, redes sociales. Pues precisamente a constatar la apreciación de Harari respecto a la información, en sus palabras: “[…] lo que hace la información es crear nuevas realidades al conectar entre sí cosas dispares, ya se trate de parejas o de imperios. Su rasgo definitorio es la conexión, y no la representación, y la información es cualquier cosa que conecte puntos diferentes en una red. La información no tiene por qué informarnos de cosas. Lo que hace, en cambio, es colocar cosas en formación […]”.
Por tanto, información implica conexión, vinculación y acción. Piense lector en la biblia; en la Alemania Nazi; en la Unión Soviética con Stalin; en Facebook. Comparten una serie de narrativas lo suficientemente fuertes como para unir a cientos de miles (y millones) de personas encaminadas a una misma causa común. Sus propios intereses. De los cuales en apariencia pertenecen a cada uno de sus seguidores y hasta sus más grandes defensores. Pero es que es así, somos parte de la misma red y muchos de sus efectos los resentimos en la actualidad. Porque en la actualidad están ocurriendo, son parte de nuestra dinámica, de nuestra partida, nuestro juego de ajedrez. Jaque al rey.
cacf
@quenosoyabogado