XALAPA, VER.- Para Karem, el alcohol se convirtió en un producto de primera necesidad. Gastaba todo su dinero del día para mitigar su adicción, aunque eso le implicara quedarse sin alimentos. Y cuando el dinero se acababa, entonces recurría a ingerir botellas de alcohol etílico y perfumes.
“A falta de dinero yo acudí al alcohol de farmacia, mi cuerpo ya lo necesitaba, ya estaba en síndrome de abstinencia, temblando con vómito, taquicardia, desesperación, y como no tenía dinero, me acuerdo que volteé y vi una botella de alcohol grandota que tenía en la cocina, y sin pensarlo le eché un buen tanto a la taza, le abrí tantito a la llave y me lo eché así de jalón, al ratito ya estaba bien, ya andaba limpiando”, dice la mujer de 45 años, quien hoy luce completamente renovada.
Después de casi una década siendo rehén del alcoholismo, en el año 2020 Karem Bellido logró vencerlo en el centro de rehabilitación “Buscando una nueva vida” en Xalapa, donde fue anexada de manera involuntaria. Hoy su vida es otra, ahora coordina ese anexo que atiende en promedio a 80 personas con adicciones al alcohol y otros estupefacientes.
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Acercamiento con el alcohol
Karem cuenta desde su oficina que su primer acercamiento con las bebidas alcohólicas fue durante su adolescencia, cuando tenía 14 años y cursaba el tercer grado de la secundaria. Allí comenzó a relacionarse con compañeros, mayores que ella, quienes le ofrecían cervezas y cigarros, hasta acabar con fiestas fuera del salón de clases.
Su problema con esta enfermedad comenzó debido a dependencias emocionales con sus parejas amorosas, de las que buscó aceptación y atención, pero a cambio recibió infidelidades y violencia. A ello le suma la falta de comunicación con su familia y la pérdida que significó la muerte de su padre. La depresión y la ansiedad la afligía y ella se resguardaba en el alcohol.
Conforme pasaron los años, sus parejas amorosas cambiaban, pero tenían un común denominador: el alcohol. Así se encerró en un círculo vicioso y social donde se acostumbró a beber todos los fines de semana o durante varios días.
Alcoholismo
Karem pasó varios años con ese estilo de vida hasta perder la conciencia del tiempo y la convivencia con sus dos hijos. El alcohol era necesario para ella sin importar de donde viniera. Pasó de consumir botellas de Bacardí, a casi tres litros de caña por día; en su etapa crítica ya no acudía a los estanquillos sino a farmacias donde compraba alcohol etílico.
“Ya cuando vivía con mi mamá, ella me escondía cualquier cosa que tuviera alcohol, hasta sus perfumes guardaba porque yo todo me tomaba”, dice Karem.
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El mayor de sus hijos, a quien tuvo a los 15 años de edad, se casó muy joven y se fue de casa para irse a vivir a otro estado. Su segunda hija, quien presenció todas sus etapas de alcohólica, también se fue de su casa cuando alcanzó la mayoría de edad. “Salíamos a la calle y se enojaba que dijera que era mi hija, ella se avergonzaba de mí, no quería que nadie supiera que yo era su mamá”.
Rehabilitación
Cuando sus hijos se fueron de casa, Karem fue anexada por sus hermanas en el centro de rehabilitación “Buscando una nueva vida”. Para su familia y para ella el último recurso para poder rehabilitarse.
Al transcurso de unos días en el anexo “Buscando una nueva vida”, Karem convivió con familiares de otros pacientes y entendió la otra cara del alcoholismo al escuchar sus anécdotas de madres suplicando ayuda al centro para encontrar un salvavidas para ellas y sus hijos.
Allí dentro le asignaron el puesto de encargada, y poco a poco se involucró a tal grado de proponer junto con otras personas nuevas ideas para administrar el lugar: la inclusión de psicólogos, psiquiatras, médicos, así como tratos y servicios dignos apegados a los requisitos establecidos en la norma 028 de la Secretaría de Salud.
El centro de rehabilitación le brindó una segunda oportunidad a Karem para retomar el control de sus decisiones, el amor de su familia y, sobre todo, el cariño y la confianza de sus hijos.
“Me acuerdo que vino a ver mi hija, y cuando bajé las escaleras, estaba paradita ahí en la entrada con un ramo de flores… Fuimos a la tienda y lo primero que hizo bien contenta fue decirle a la chica que nos atendió que yo era su mamá”, recuerda con una sonrisa que opacan a sus lágrimas.
Han pasado cuatro años desde que logró estar sobria. En la actualidad asiste todos los días al anexo para ayudar a las 80 personas que son rehabilitadas allí, incluyendo varias mujeres.
Su esfuerzo y disciplina que ha desarrollado la respaldaron para que ahora sea la Coordinadora General del Centro Institucional Salvando Vida, así como el nombramiento de secretaria del Colegio Nacional de Consejeros de Veracruz (CONACON).
A pesar de estar consciente de los riesgos de poder recaer, su motivación para seguir adelante son las personas que no dejaron de creer en ella, su familia e hijos, al igual que todos aquellos a los que ha podido ayudar. Hoy se mira al espejo y ve a alguien completa, dedicada y con reflejo de superación. Karem venció al alcoholismo.
fm