XALAPA, VER.- Xalapa cuenta con conocidos callejones en el centro de la ciudad y cada uno tiene su historia. Uno de ellos es el Callejón del Diamante, una calle muy concurrida por estar rodeado de un ambiente bohemio con locales alrededor exhibiendo sus obras artísticas, restaurantes y cafeterías.
Este lugar emblemático y obligado a recorrer durante una visita a la capital, cuenta con una conocida leyenda que narra la historia de un noviazgo en donde el joven le obsequia un anillo de compromiso a su novia con un hermoso diamante color negro.
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La leyenda menciona que en una de las casonas que se encontraba en el Callejón del Diamante, vivía una pareja de novios que se habían recién comprometido, la novia era una hermosa mujer criolla, esbelta, piel blanca, elegante, joven, con una cabellera larga, labios rojos y mejillas sonrosadas.
Además, tenía unos lindos ojos con unas largas y tupidas pestañas junto con unas cejas pobladas y gruesas porque en aquella época las mujeres no acostumbraban a depilarse. Era considerada como una mujer de ejemplo como esposa, pensamiento, conducta, castidad y pureza moral.
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El joven era un caballero español, físicamente muy atractivo, quien le tenía un amor inmenso a su bella novia y futura compañera de toda la vida, además contaban con un prestigio económico de muy buen rango.
Durante el acto de la entrega del anillo de compromiso, el joven se percató que, al colocarle el impresionante diamante de color negro a su futura esposa, en el dedo índice derecho algo extraño se formó, lo cual daba forma a un ojo diabólico. Es por ello que, según cierta superstición, ‘’tenía la rara virtud de aumentar el amor dentro del matrimonio y descubrir la infidelidad de la esposa’’.
En el momento que la hermosa mujer recibió el diamante le juró a su comprometido jamás separarse de él, sin embargo, sucedió lo contrario. El joven comprometido tenía un amigo, a quien consideraba un hermano por ser socios, fue en una ocasión que el joven salió de viaje y la mujer decidió ir a visitar al amigo de su comprometido, pero entre la hermosa mujer y el hombre surgió un sentimiento amoroso.
Por inercia, la bella dama se quitó el anillo y lo coloco en el buró, junto al lecho, olvidándolo ahí. Se llegó el día en que el joven comprometido regresó de su viaje y se dirigió directamente hacia casa de su amigo, cuando entro lo encontró en su alcoba durmiendo la siesta, ¡y cuál fue su sorpresa!, lo primero que logro ver en la mesa fue el anillo con el diamante negro de su esposa, así que de manera muy astuta el joven agarro el anillo disimuladamente y se dirigió a su casa.
Al llegar a casa llamó a su comprometida y al momento de besarle su mano se percató de que no poseía el diamante, fue así que al reafirmar sus sospechas el joven se dejó llevar por la ira y el resentimiento, en ese momento sacó un arma blanca de empuñadora con oro incrustada y rubíes y la clavó en el pecho de su comprometida.
Finalmente, el joven dejó sobre el cadáver de su esposa el anillo del diamante negro y nunca más volvió a aparecer. Es por ello que las personas que habitaban cerca de ese lugar, exclamaban, ¡vamos a ver el cadáver del diamante!, después lo modificaron y mencionaban, ¡vamos a ver el Callejón del Diamante!, lo cual se ha mantenido como tradición a través del tiempo y en la actualidad es conocido por dicho nombre.
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