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Coatachica y captura de camarón: las raíces indígenas de Jalcomulco que salvaron al río de trasnacional

Jalcomulco cree en un guardian del río. Gracias a un peritaje antropológico se demostró sus raíces indígenas que echó atrás un proyecto de Odebrecht

Coatachica y captura de camarón: la raíces indígenas de Jalcomulco que salvaron al río de trasnacional.Créditos: Fernanda Malpica
Escrito en VERACRUZ el

XALAPA, VER.- Rafael abrió su cesta de pesca y se sorprendió al ver que capturó una “langostina” embarazada, la cual al venderla tendría un valor aproximado de 180 pesos. No necesitó pensarlo mucho. La devolvió de inmediato al agua para permitirle reproducirse, consciente de que “el Coatachica” se molesta si perjudicas al río y el costo de la ambición en un pescador puede ser su vida misma.

El Coatachica es el ser mítico que cuida el río Los Pescados de Jalcomulco; un ente mitad niño mitad pescado que vigila que el río pueda proveer de vida y sustento al pueblo. Todas las personas originarias -sin importar edad– tienen la certeza de quién se trata.

La gente no sabe a ciencia cierta qué significa la palabra Coatachica, y su origen es un misterio. El Coatachica vive en el río, el cual, al mismo tiempo también es concebido como un ente animado con el que interactúan; “el jefe”, le dicen algunos.

“El río tiene vida porque viven animales dentro”, dice Rafael Hernández Anell, quien a sus 24 años de edad se dedica a la captura de camarones y langostinos -conocidos como acamayas- para venderlos principalmente en los restaurantes locales.

La pesca tradicional de crustáceos es una práctica vigente en Jalcomulco, municipio ubicado en la región central del estado de Veracruz, en la parte media de la cuenca de La Antigua, la cual inicia en el Cofre de Perote y desemboca en el Golfo de México.

Los pobladores de “Jalco”- como comúnmente le llaman - dan continuidad a saberes ancestrales y preservan la cosmovisión colectiva en torno al río. 

Las canastas utilizadas para la captura de acamayas y camarones tejen – literal y figurativamente - una forma de generar ingresos y alimento para las familias, al mismo tiempo que se benefician del entorno natural que los rodea, sin afectarlo.

Este trabajo desmenuza la creación de un artefacto único en su tipo, creado con fibras naturales que abundan en la zona, inventado para atrapar los crustáceos. A pesar de ser una forma artesanal se conserva en la actualidad y muestra un trasfondo importante en Jalcomulco: el cuidado colectivo del río está sobre el beneficio económico.

Esta práctica sumó a un peritaje antropológico que llevó a un decreto presidencial para la protección legal del río. Comer camarones de río en Jalcomulco va más allá que solo un deleite al paladar.

La defensa del río contra mega proyecto de Duarte

En mayo del 2014 las latentes amenazas de la construcción de una presa en el río Los Pescados -de 100 metros de altura y 700 de ancho- pasaron de ser un “chisme” a una realidad. 

El proyecto tenía a la empresa brasileña Odebrecht como ejecutora y como cabeza al exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, actualmente detenido y sentenciado por lavado de dinero y asociación delictuosa.

Según relatos, las mujeres pobladoras se dieron cuenta desde 2010 que había “extraños” inspeccionando zonas de Jalcomulco, y en cuestión de minutos, como todo chisme de pueblo, se corrió la voz de que el megaproyecto de la presa que pretendía mandar agua a Xalapa era una realidad.

Activistas acusan que autoridades ya habían “hecho cama” desde meses antes para la construcción de la presa, como la reubicación de habitantes de Barranca Grande a Barranca Nueva -casi 5 mil personas- en el municipio de Ixhuacán de los Reyes.

En marzo de 2013 la Comisión de Agua del Estado de Veracruz (CAEV) firmó un convenio con la empresa Odebrecht. El ambiente de fricción era cada vez más latente y autoridades daban poca información a la población sobre el proyecto de hidroeléctrica. Sin embargo, el pueblo ya se organizaba para defender.

El 20 de enero de 2014, alrededor de 500 hombres y mujeres echaron del pueblo a los trabajadores de una empresa local subcontratada por Odebrecht. Personal, retroexcavadoras y el material de construcción ya había arribado a Jalcomulco para iniciar la construcción de la presa.

En ese momento se formalizó la creación del grupo de defensa Pueblos Unidos de la Cuenca Antigua por los Ríos Libres (PUCARL). Un campamento permanente fue instalado a la entrada de Jalcomulco al que llamaron Centinelas del Río. Casi de manera ininterrumpida entre hombres y mujeres rolaron actividades y turnos para que siempre hubiera alguien en vela de proteger día y noche.

El campamento está ubicado en la entrada del pueblo, y el lugar fue elegido ahí pues sin acceso a este punto ni Odebrecht ni ninguna empresa podría construir una presa.

Para la gente de Jalcomulco no se trató solo de la defensa ambiental del río. Es también proteger a la creencia de la concepción de la vida misma del pueblo: al Coatachica; a la fuente de ingreso, alimento, actividades deportivas y mero disfrute de la población.

Según relatan los pescadores este ser cuida y castiga a los pescadores que sean abusivos, llegando, incluso, a castigarlos privándolos de la vida a quienes abusen de la captura de animales, como si de una maldición se tratara.

Los intentos por posicionar proyectos en esta zona no desistieron. En 2018 se levantó la veda que no permitía la concesión del agua en las cuencas de La Antigua y Actopan, con lo que comenzó una lucha legal de cuatro años, que tras ganarse un amparo, marcó un precedente en la defensa del agua en el país.

El peritaje antropológico que salvó al río

La palabra “Xalkomolko” proviene del náhuatl, “Xalli”, que significa arena; “komol”, olla, comal, depresión o agujero; y “ko” es “en”. La traducción estricta sería: “hoyo/depresión de arena o lugar de ollas en la arena”, de acuerdo al antropólogo por la Universidad Veracruzana (UV) David Ayala Benítez.

La gente en Jalcomulco dice que significa simplemente “ollo de arena” y basta con ver un cerro al final de cada calle para explicarlo. Sumido entre vegetación, predomina el ambiente caluroso y húmedo, que en temporada de verano solo puede mitigarse con una ida al río Huitzilapan conocido también como de Los Pescados, el cual corre a unos metros del parque central.

El espacio era antiguamente habitado por totonacos, y más tarde, a partir de 1450, por texcocos, cuando la triple alianza -Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba- inició la conquista de las rutas comerciales, lo que incluyó a Jalcomulco. Según dató la Maestra en Ciencias, Lisseth Mariana Hernández Ramos, Jalcomulco era tan importante como Coatepec y Xalapa.

La presencia de las raíces indígenas es latente en la vida diaria actual en Jalcomulco, aunque intangible; imposible de poner en números. De su población de 5 mil 54 habitantes se registró que solo 30 personas hablan alguna lengua indígena, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) del 2020.

Fue posible demostrar que Jalcomulco es equiparable a una comunidad indígena gracias a un peritaje antropológico realizado por las antropólogas Brenda Salguedo y Ananta Mazadiego, egresada de la Maestría en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad (MEIS) por la Universidad Veracruzana.

“El ser equiparables a indígenas quiere decir que ya perdiste tu vestimenta, tu lengua, pero sigues conservando muchísimos rasgos de la cultura tribal o indígena primigenia”, explica Mazadiego.

Este peritaje se realizó como sustento legal para un amparo promovido por el Centro Mexicano de Derecho Ambiental A.C (Cemda), que posibilitó un decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación el 17 de mayo de 2022. En este se ordenó la reinstalación de veda en las cuencas de La Antigua y Actopan.

Dicha veda existía desde 1925 y protege a las cuencas para que no puedan ser concesionadas, sin embargo, por un decreto del expresidente Enrique Peña Nieto 6 de junio del 2018, fueron suprimidas por el decreto de reservas de aguas superficiales, aplicado en todo el país.

“Con las reservas de aguas superficiales lo que pasaba era que la veda se acababa y entonces el río estaba sujeto - y esa era la intención - iba a ser vendido”, explica la antropóloga Mazadiego.

Esta compra de concesiones a las que estaban sujetas las cuencas de La Antigua y Actopan se permitían tanto a campesinos como a empresas mineras, inmobiliarias o de fracking.  

Tras una lucha legal de cuatro años -2018 a 2022- un juez reconoció que poner en riesgo el caudal del río afectaría los ecosistemas, economía y cultura de los pueblos y comunidades que dependen de él.

Mazadiego demostró en su peritaje antropológico que el río no es solo agua, es el espacio en el que las señoras y señores se reúnen a “chismear”, en torno al que se desarrolla sus creencias, un lugar de disfrute y en donde se preserva la pesca tradicional.

El río es concebido como un ser animado en Jalcomulco, en el cual, al mismo tiempo es el hogar del Coatachica. “Lo que pasa cuando algo se concibe como algo vivo se dice que es algo animado, desde el concepto de ánima, de alma, entonces el río en Jalcomulco es animado”, explica Mazadiego.

Camarón que se duerme se lo lleva la trampa

En Jalcomulco la práctica de la pesca es inherente. Al estar a un costado del río, es fácil aprovechar a los animales que ahí viven como alimento y sustento económico. La captura de estos actualmente se hace en su mayoría con atarraya para el caso de los peces, y con canastas de bejuco -llamadas nasas- para la totalidad del camarón y el langostino.

Estas canastas artesanales tuvieron su auge y mayor desarrollo a partir de 1925, con la promulgación de la ley de pesca y la veda. Antes era común una técnica llamada por arrastre y con explosivos, lo que facilitaba y hacía más rápida la pesca, sin embargo, son violentas para el ecosistema.

Explica la antropóloga Ananta Mazadiego que las leyes que promulgaron un aprovechamiento a menor escala de los recursos lacustres cobraron sentido en la cosmovisión y se amoldaron al estilo de vida de Jalcomulco, razón por la que hoy permanecen.

Las nasas son tejidas tradicionalmente con bejuco, una fibra dura y resistente que abunda en la zona. Consiste en una especie de esfera con dos orificios; uno por donde entra el animal y el otro por donde se sacará una vez capturado. En medio hay un cilindro por donde se conducirá el animal.

Estas se introducen al río con piedras dentro para que se vayan al fondo y se anclan a la orilla con una cuerda, que generalmente es una fibra natural.

El sistema fue creado de acuerdo al movimiento de los camarones cuando nadan hacia atrás, explica Rafa Hernández. A pesar de que el orificio por donde entran se queda abierto, el crustáceo ya no puede salir inmediatamente.

Para el caso de los langostinos la cesta es la misma pero el tamaño es del doble, y las llaman poceras. Una acamaya puede llegar a medir hasta 18 centímetros solo del cuerpo y las patas miden lo mismo, o más.

El joven pescador se ha dedicado principalmente a la captura de langostinos y coloca entre aproximadamente 50 trampas en distintos puntos cada 20 metros, cuidando no estar tan cerca de las trampas de otros pescadores. Es un acuerdo que tienen entre todos. No pescar cerca de donde ya hay alguien y respetar las partes del río donde es “su zona”.

En cada canasta se atrapan de uno a hasta máximo tres camarones o langostinos, o en ocasiones ninguno. "Uno va a la fe", dice Rafa, quien cree fielmente que si respeta el río y cuida pacientemente la colocación de sus trampas, el Coatachica lo provee con buena captura.

Son aproximadamente más de 20 zonas en las que se divide el río para pescar, desde el puente Pescados hasta el puente de Jalcomulco, y la referencia de separación es por cada “rápido”, identificada así la parte del río en la que el agua fluye con más fuerza.

La dinámica de Rafael es salir entre las 8:00 y 9:00 de la mañana a colocar sus canastas preparadas con carnada, que puede ser un trozo de pescado o de “burrito”, como le dicen a unos camarones pequeños con patas peludas “como kiwis”.

Rafa coloca alrededor de 50 poceras en temporada alta de captura, que es entre mayo y junio, antes del inicio de la temporada de lluvias, pues la crecida del río arrastra con las trampas por completo.

Para completar un kilo de langostinos, con valor de 900 pesos al venderlo, debe juntar alrededor de cinco ejemplares. “Hay veces que de 50 canastas no agarras más que dos o tres acamayas. Pero hay otras que una canasta tiene hasta dos o tres (…) Es un albur”, concluye riéndose Rafa.

Luego de dejar las trampas, regresa al mediodía a “castrar”, como le dicen a la colecta de los crustáceos. En el tiempo intermedio de espera, los “tramperos” en Jalcomulco aprovechan para trabajar en otras actividades como el campo o la albañilería, lo que Rafa considera que es una ventaja.

El joven revisa una a una las poceras con la esperanza de regresar a casa con una gran captura para poder ofrecerla a los restaurantes principales del pueblo, donde turistas llegan buscando los platillos típicos. “Este es el platillo típico de aquí”, asegura Rafa.

Acamaya proviene del náhuatl “Acatl Maitl”, que significa mano de caña. Desde los tiempos prehispánicos era consumido y actualmente es considerado un manjar de la cocina tradicional mexicana.

Entre la fiesta y el turismo, sigue la protección del Coatachica

La defensa para restitución de la veda del río en las cuencas de La Antigua y Actopan fue pionera en el país. Hasta el momento solo en otra cuenca en Oaxaca lo han logrado.

La antropóloga Ananta Mazadiego explica que la defensa legal por el río continúa, pues deben mantener vigente el compromiso del cuidado de las cuencas para preservar todas las actividades económicas y sociales que de él dependen.

El cambio climático y la tala de árboles, han generado cambios en el comportamiento del río, como crecidas fuera de las estaciones que comúnmente era, lo que hace más impredecible.

Si bien en Jalcomulco la ley protege el río, faltan acciones para garantizar su bienestar. En la actualidad la contaminación se ha hecho más latentes con los desagües que desembocan al río, el uso de agroquímicos para el cultivo de limón, y algunas personas turistas y locales que arrojan basura en sus visitas.

En 1994 se introdujo el Turismo de Aventura en Jalcomulco, con servicios de descenso del río en Rafting y Kayak, lo que impulsó desde entonces  la llegada de turismo tanto nacional como internacional.

Jalcomulco fue reconocido por la gobernadora Rocío Nahle como uno de los municipios más visitados estas vacaciones de verano 2025. Aunque la afluencia no es igual a la que se tenía hace ocho o diez años, en el pueblo no necesitan justificación para convertir cualquier ocasión en fiesta.

A la par de que se busca la modernización para esa inyección económica turística, las creencias de raíces indígenas persisten en un pueblo considerado como místico

La existencia del Coatachica en la mentalidad colectiva “es una relación muy íntima y especial que ha creado Jalcomulco y su gente con el río”, considera la antropóloga Mazadiego.

El alma del río es protegida por el Coatachica, y el Coatachica es protegido por el mismo pueblo. “Mi río”, dicen con cariño algunas señoras al referirse a él, como si de su hijo menor se tratara.

fm