PAPANTLA, VER.- Papantla tiene 158 comunidades, y de estas, en el 80 por ciento de éstas hay actividad petrolera y más de la mitad han sufrido afectaciones en al menos una ocasión por esta industria, de la que se cuestionan sus beneficios. Basta con recorrerlas para conocer los enormes atrasos en servicios básicos, educación de calidad, telecomunicaciones, salud, vivienda y en las vías de tránsito.
Para sus habitantes, la presencia de riqueza en el subsuelo de alguna localidad es sinónimo de destrucción, de contaminación y de peligro, mientras que en otras partes del mundo supone riqueza, bienestar y progreso, en esta región de México, no es más que una garantía no escrita de un atentado contra la naturaleza y la tranquilidad de los pobladores.
Los gobiernos municipales han recibido por años una parte de la basta riqueza que se extrae de Papantla, sin embargo, ese recurso se utiliza para cualquier otro fin y nunca para beneficiar con obra a las localidades donde se cuenta con pozos petroleros o líneas de PEMEX, en tanto que la empresa productiva del estado y las que ésta subcontata, no brindan ningún tipo de beneficio a las poblaciones que afecta con sus operaciones.
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“Antes, cuando las máquinas de PEMEX venían a abrir caminos para la circulación de los vehículos que usaban, nosotros los campesinos nos encontrábamos mejor comunicados y podíamos sacar la producción de maíz, plátano, naranja y limón, pero ahora esos caminos están para llorar, los camiones o camionetas se dañan al pasar y quienes rentamos o pagamos flete, nos sale más caro por el estado de las carreteras”, señaló Eliseo Pérez Alberto, ejidatario de la localidad Benito Juárez.
Lo cierto es que caminos que se abrieron hace más de 30 años, hoy siguen siendo utilizados por enormes camiones y tráileres que transportan maquinaria pesada, el paso del tiempo, así como la falta de mantenimiento ha hecho que estos caminos se vuelvan intransitables. Sin embargo, las afectaciones no paran ahí, se han contaminado ríos, arroyos, pozos, se ha devastado la vida acuática e incluso se han dañado viviendas con explosiones hechas para localizar nuevos yacimientos.
Sin embargo, éste es apenas el principio del martirio que padecen los habitantes de las comunidades de Papantla, puesto que lo peor viene cuando después de resultar afectados por esta industria, los agraviados deben buscar la reparación de los daños y es ahí cuando se dan cuenta que no hay nadie que los defienda, que los respalde, es como luchar contra la pared.
Campesinos, pescadores, ejidatarios, ganaderos y citricultores coinciden en que PEMEX es como un monstruo gigantesco, que además está protegido por todo el poder del gobierno y al que no es posible o es muy difícil ganarle por la vía legal, razón por la que han llegado a la conclusión de que enfrentarse con la empresa petrolera es como pelear contra la pared, puesto que resulta imposible luchar contra todo el aparato gubernamental.
“Cuando uno exige la reparación por los daños ocasionados, hay que ir a las oficinas de PEMEX en Poza Rica y ahí se echan la bolita entre todos, ahí te dicen que quienes se encargan de los trabajos son las compañías y hay que ir a rogarles a las compañías que hagan su trabajo o simplemente nos envían de regreso, pero no hay un orden o una forma en la que se pueda exigir la rehabilitación”, lamenta Próculo Mata López, vecino de la localidad Vista Hermosa de Madero.
Esta encarnizada lucha por resarcir los daños y poner fin a la contaminación la han vivido constantemente habitantes de la localidad Emiliano Zapata, uno de los epicentros petroleros del municipio, donde PEMEX comenzó a explotar el Campo San Andrés en el año de 1955, construyendo a mediados de 1960 instalaciones para alojar al personal de la empresa, con hotel, restaurante, oficinas, dispensario médico y alojamiento para los soldados que protegían la actividad petrolera.
Sin embargo, como todo lo que PEMEX toca, la producción se vino abajo apenas treinta años después del inicio de las operaciones y se abandonaron dichas instalaciones que hoy en día se encuentran semiderruidas, pero que bien pudieron servir para albergar escuelas, hospitales, talleres para emplear a los habitantes de la comunidad o para alguna otra actividad que diera beneficios a los pobladores, sin embargo, prefirieron no hacer nada y éstas se convirtieron en refugio de malvivientes.
A pesar de ello, Emiliano Zapata todavía es una comarca productiva, porque concentra la producción de hidrocarburos del Campo San Andrés que se envía a Poza Rica. Irónicamente tienen toda clase de carencias, siendo el más sentido, el no contar con una clínica de salud digna, que permita atender a los poco más de dos mil habitantes con los que cuenta la localidad.
mb