REINA ISABEL II

Imponente y sencilla… así recuerdan en Guanajuato a la Reina Isabel II

Amador Rodríguez Leyaristi fue encargado de atenderla; su hijo revive las memorias de la visita real

La reina Isabel II y el gobernador Luis H. Ducoing en el mercado Hidalgo.
La reina Isabel II y el gobernador Luis H. Ducoing en el mercado Hidalgo.
Por
Escrito en GUANAJUATO el

León.- Su presencia era imponente y no precisamente por su físico, sino por su carácter, seguridad en sí misma, educación y sencillez. Lo dejó claro en su visita a Guanajuato en febrero de 1975, y los recuerdos que dejó permanecen imborrables en quienes vivieron de primera mano la estancia de Isabel II.

En el plano oficial, un leonés fue el encargado de atenderla. Amador Rodríguez Leyaristi, en esa época secretario de Turismo estatal, cuando Luis Humberto Ducoing era gobernador de Guanajuato.

Te puede interesar: Reina Isabel: mecánica antes de su reinado

Rodríguez Leyaristi falleció recientemente, el pasado 20 de enero, y aunque fue un hombre con muchas vivencias a lo largo de su vida, una que transmitió verbal y documentalmente fue precisamente aquella gira de la reina.

Guardián de esas memorias es su hijo, Amador Rodríguez Rodríguez. Y las comparte con La Silla Rota Guanajuato.

Siempre majestuosa

“No era una mujer físicamente imponente o intimidante, pero tenía mucha seguridad en sí misma. Era educada y sencilla, saludaba a todo el mundo, sin distinción”, comparte Amador hijo. Su mamá, María Elena Rodríguez Valenzuela, compartió mesa con la pareja real en el banquete de gala ofrecido en San Gabriel de Barrera.

Codo con codo le tocó estar al lado del duque Felipe de Edimburgo.

La realeza en Guanajuato

Después de pasar dos días en el entonces Distrito Federal, la reina de 47 años y su corte se despidieron de la capital de México para emprender un viaje a Guanajuato.

El primer municipio que pisó fue Silao de la Victoria. El gobernador de Guanajuato era el priista Luis Humberto Ducoing Gamba. Rodríguez Leyaristi, de 30 años en aquel entonces, ya la estaba esperando. Le dio la bienvenida en la estación y juntos se trasladaron a la capital en tren.

La reina recorrió las por siempre coloniales calles de Guanajuato, que la condujeron a algunos de los más importantes monumentos históricos del país. Visitó el monumento al Pípila, la Alhóndiga de Granaditas, la Universidad de Guanajuato y el Teatro Juárez, entre otros.

Afuera de este último recinto miles de personas ya la esperaban emocionados. La calle de Sopeña se cerró para que ella pasara. Banderas ondeaban y exclamaciones de euforia inundaron el ambiente, los guanajuatenses le estaban dando la bienvenida.

La reina los saludó y después ingresó al teatro para ver la obra “Homero”. En el exterior y sin importar el clima todos la esperaron, cuando salió le regalaron tlacoyos, charamuscas, fresas, biznagas, quesos, cobijas y más, según las crónicas de El Universal de la época.

Trato de duque

Más tarde ese día hubo una comida oficial en la Hacienda de San Gabriel Barrera. Ahí la reina se volvió a reunir con el entonces secretario de Turismo Rodríguez Leyaristi y su esposa María Elena, fundadora de “Casa de Apoyo a la Mujer”. A María Elena le tocó sentarse cerca de Felipe de Edimburgo. La impresión que tuvo de él se quedó grabada en su memoria.

El duque no fue una persona fría como lo describen en el cine, tampoco distante. En su visita a Guanajuato demostró ser un hombre “de buen trato”, según recuerda Amador las palabras de su madre. Socializó con los guanajuatenses y convivió con cortesía con ellos.

Esa fue la última interacción oficial de la reina con los guanajuatenses, pues momentos después viajó a León para tomar un avión y partir a Oaxaca.