Guanajuato.- En 1970, el ambiente de futbol bullía en México con motivo de la Copa Mundial que el país albergaba. En toda la nación, Guanajuato ocupaba un sitio de privilegio porque aquí se concentró la selección brasileña, aquella legendaria al mando de Mario Zagallo.
Por unos días, Guanajuato y el campo Nieto Piña fueron el centro futbolístico del orbe, la Selección de Brasil con su constelación de estrellas hizo su campamento ahí para deleitar a quienes tuvieron la fortuna de presenciarlo, de lo maravilloso que puede ser el futbol para los mortales; y más aún cuando los deslumbró la mayor estrella del futbol, Edson Arantes do Nascimento.
Qué cuadro aquel, imatible con Félix, Tostao, Rivelino, Jairzinho... y, sobre todos ellos, Pelé. Llegaba al mundial de “Juanito 70” con 29 años de edad, como uno de los de mayor edad de la verdeamarilla, pero también como uno de los grandes ya a nivel universal, desde entonces.
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Hicieron su pretemporada en la capital guanajuatense, y cada entrenamiento en el campo Nieto Piña, de la Universidad de Guanajuato, congregaba a cientos de aficionados que, en pleno marzo, se escapaban unas horas de la actividad habitual. Las pintas de secundaria, prepa y universidad tenían ese solo objetivo, porque además se contaba con la proverbial generosidad del Rey Pelé, dispuesto a firmar autógrafos en tiempos en que las “selfies” eran inimaginables.
La selección brasileña jugaría en entrenamientos contra los equipos León e Irapuato.
Esos entrenamientos, esos autógrafos, esas memorias y esas tardes de escapada para ver al más grande, se quedaron indelebles en la memoria de los guanajuatenses.
Perennes también están aquellos acordes de guitarra, que rasgaba Pelé en las tardes de descanso en el hotel Parador de San Javier.
Y también en la memoria de los leoneses, porque el cuadro brasileño también fue huésped para un entrenamiento en la cancha de la Martinica.
Alguna vez declaró Pier Paolo Pasolini: “Cuando el balón llega a los pies de Pelé, el futbol se transforma en poesía”. No se podría estar en desacuerdo con él, y tantos estudiantes y trabajadores capitalinos que acudían cada tarde a ese rectángulo del Nieto Piña que por algunos días se volvió famoso mundialmente, eran los días que precedían al magno evento, el torneo más famoso, la Copa Mundial México 70 donde se disputaría el trofeo Jules Rimet.
cv