LAS MUERTAS

Esta es la casa original de Las Muertas de Netflix en León

"Las Muertas" La famosa serie de Netflix dirigida por el famoso cineasta mexicano Luis Estrada está inspirada en la novela del autor de Guanajuato: Jorge Ibargüengoitia

Escrito en GUANAJUATO el

León-. En el número 502 de la calle Bolivia esquina con Sonora, todavía de pie, se encuentra la casa que era propiedad de las hermanas Valenzuela, famosamente conocidas, como “Las Poquianchis”, caso macabro en el que se inspiró el escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia para escribir su novela: "Las muertas".

La casa está en la Colonia Obrera, a unas cuadras del barrio de Chapalita, en León, Guanajuato. La finca era utilizada como un bar, pero solo la fachada, en realidad era uno de sus burdeles que tenían entre Guanajuato y Jalisco (Plan de Abajo y Mezcala). Después del arresto de “Las Poquianchis” por la Policía de León, se convirtió en una vecindad regenteada por uno de sus sobrinos, a quien en el barrio le conocían por "Toto".

Las Poaquianchis recorrían racherías en busca de mujeres joven, la engañaban con trabajos bien remunerados, después las prostituían /Foto:especial.

La casona de la calle Bolivia

Los vecinos de “Las Poquianchis” cercanos a ese domicilio en la calle Bolivia, en aquella época, a principios de los sesentas, las tenían en otro concepto: mujeres afables y generosas cuya benevolencia era un disimulo de uno de los casos de secuestros, prostitución y asesinato más macabros del siglo XX en México.

La casona todavía existe, aunque con algunas modificaciones en la fachada porque cambió de propietarios, pero su historia sigue igual en el imaginario de los leoneses que residen en la Colonia Obrera: un congal de las asesinas seriales: las tres hermanas González Valenzuela: Delfina, María de Jesús y Carmen, “Las Poquianchis”. Responsables por la muerte de 91 personas.

Las muchachas estaban allí por gusto

Los vecinos del barrio de la Obrera relatan historias de la casona como si fuera un personaje más del caso de "Las Poquianchis": “Yo ahí juagaba de morro”. Otros dicen: “Pues dicen que se escuchaban ruidos”.  “Las muchachas estaban ahí por gusto” dijo una de las vecinas que se limitó a salir por la ventana.

Lorena Ramírez compartió a La Silla Rota que antes había un anuncio pegado en la casa que decía que era una leyenda: ."Así nada más, pintado, aquí era la casa de María de Jesús González Valenzuela, toda la gente nos decía: es la casa de Las Poquianchis, otros decían que ahí mismo enterraban a la gente, de las muchas, era como tipo vecindad aquí, y la gente que llegó a vivir aquí decía, sí se oyen ruidos, eso es lo que decían, es el mito nada más”.

Portada del famoso periódico ya extinto de nota roja en México el Alarma! Sobre el caso Poquianchis/ Foto: espeial

Doña Juanita reside en la calle Bolivia desde que nació, hace 70 años. Llegó a conocerlas cuando era niña, dijo que lo que se decía de ellas no era cierto, para ella eran benévolas y amables con los vecinos, tanto, que incluso en la colonia llegaban a celebrar el Día del niño regalando dulces.

Juanita miraba atentamente la casa de las hermanas Valenzuela: “Ellas eran buenas, no se metían con uno, las muchachas podían salir al mercado, aquí el de la Silao, salían a comprar pozole con Doña Vicenta, yo le ayudaba a lavar los platos y me daban para mis chicles y un refresco”.

Juanita decía que observaba a las muchas salir de la casa: “Se tapaban el escote con las cortinas de la casa, se las envolvían alrededor, la casa tenía cortinas de terciopelo, salían a comprar pozole, ellas podían salir a la hora que quisieran”.

Marisol González relató que una de las mujeres que llegaron a habitar en esa casa regresaba constantemente, después de que su madreen reiteradas ocasiones llegaba para sacarla de allí: “No estaba bien lo que hacían, dicen que unas estaban por gusto y otras se las traían con engaños, pero muchas estaban con gusto, porque una señora que vivía más para allá su hija se venía, ella venía a sacarla y su hija se regresaba”.

Con el paso del tiempo uno de sus sobrinos, al que apodaban Toto, quedó como propietario de la casona, las hermanas Armas, vecinas de la calle Bolivia contaron que los cuartos se rentaron y que la casa se convirtió en una vecindad, actualmente, la vivienda es utilizada como una fonda los domingos y además de brindar servicio de baño a los comerciantes y visitantes del tianguis de La Línea.