León-. Sentados frente a las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM), con sus rostros pensativos, cansados, y sus mentones apoyados en las palmas de sus manos, migrantes haitianos esperan a que se les brinde una oportunidad de trabajo, solo buscan mejorar su condición de vida, ayudar a sus familias en Haití, a través de un permiso que les permita trabajar en México.
Anderson Annulysse de 28 años no despega su vista de las puertas de cristal, espera, al igual que sus coterráneos haitianos a que la agente de migración anunciara su nombre y, por fin, consiga el permiso para salir trabajar y empezar a mandar dinero a su país.
Ya cansado expresó Anderson: “Mi país no tiene seguridad, no tiene trabajo, yo vengo aquí a migración por un documento para ayudar a mi familia, mi familia está en Haití, yo quiero un documento para trabajar y ayudar a mi familia desde acá ¿Entiendes?”.
Llegó desde su ciudad natal en Haití “Croix des Bouquet” en busca de trabajo y luego cruzar la frontera hacia los Estados Unidos, desde hace tres días su estómago no realiza la función de deglutir un alimento: “No tengo dinero para comer, tengo tres días sin comer nada, hace bastante frío, solo de agua, no como nada”, dijo afligido.
Mi país no tiene seguridad, ni trabajo,
Hace 15 días que Anderson llegó a México huyendo de Haití para peregrinar en México en busca de un trabajo y una mejor condición; lo único que pide es un permiso para ganarse el pan de cada día: “La migración en México nos dicen que aquí nos van a dar el documento, mi país no tiene más empresas para trabajar, yo vengo aquí para trabajar” dijo Anderson a la Silla Rota, dejó todo: su pequeño hijo y su esposa en la ciudad de Cabo Haitiano, en el viaje solo le acompaña su padre.
Sammuel Jean Louiss de 29 años ya había emigrado a otro país: trabajó en Chile durante algún tiempo y por eso sabe hablar un poco de español: “Todos son malos aquí, estoy en la calle como el perro, los de migración no nos entienden, no sé qué está pasando, algunas mujeres están con niños y nosotros, a nuestro grupo no le quieren pasar nada y sin tarjeta no podemos buscar un trabajo”.
Los migrantes se amotinan fuera de la entrada del Instituto Nacional de Migración, a un costado del centro comercial Outlet Mulsa en Delta. Exclaman con frases en francés, hacen ademanes con los manos dirigidos a la oficina. Vuelven a sentarse sobre sus mochilas de viaje de gran volumen, mientras una funcionaria federal grita que no habrá permisos durante los próximos días. Elementos de la Guardia Nacional vigilan la entrada, como también los hace la Policía Municipal de León.
“Las mujeres aquí tiene días sin bañarse, la vida es demasiado difícil para nosotros” expresó Sammuel de 29 años.
Mi país tiene problemas políticos
“Lo que pasa es que mi país tiene problemas políticos, usted lo ha visto, no tiene presidente, muchas cosas malas, por eso yo tengo mucho tiempo fuera aquí en México, también me gusta mi país, pero mi situación es mala ahora” expresó Sammuel quien dejó su trabajo en la construcción en la ciudad de Cabo Haitiano.
Una joven carga una pequeña niña que no llega al año de edad, la mujer, como todos, no hace más que esperar sentada en una de las bancas del centro comercial, otros migrantes aguardan cerca de mochilas de casas de campar amontonadas, entre termos y lonas enrolladas.
“Vivimos discriminación en cuanto a la solicitud también, en cuánto el chino viene aquí, dale la solicitud al chino o en cuanto a otra nación, cuando los extranjeros llegan dice, dale servicio” Explicó Sammuel a la Silla Rota.
Cansados están por los cientos de kilómetros recorridos, atravesando autopistas a plena luz del día, a Sammuel le preocupa más la situación de las mujeres con los niños: “Es mucho muy difícil, muchas mujeres sufren con los niños, estoy sufriendo ahora, necesitamos una tarjeta para buscar en trabajo, si lo ves muchos tienen gripa por la lluvia que cae de la noche” expresó Sammuel Jean y dirigió una mirada fugaz a la carpa en donde estaban sus paisanos.
Carlos Pierre es profesor de filosofía, terminó sus estudios en la universidad de República Dominicana. Se ha cansado de esperar, de que no se pueda resolver su situación pues le han dicho que aquí en Guanajuato le darían el permiso para dedicarse a trabajar; se levantó de su silla para reclamar ese permiso, se unió a sus compañeros que se reunieron frente a la entrada de las oficinas de migración.
“Una de emigración nos dijo vente para acá porque les voy a dar la tarjeta, dure casi un mes sin bañar y sin comer, ellos tienen que tratar a los inmigrantes bien, la emigración no es culpa de nosotros, todos están esperando la tarjeta, por eso el problema que hay, dijo Pierre.
Carlos Pierre de 27 años desconoce qué es lo que pasa pues a los demás sí les han dado tarjeta, su grupo llegó del albergue de Tláhuac en la Ciudad de México: “El problema que hay es que hay casi 15,000 personas inmigrantes que estaban en la capital y también mandaron a muchas personas a algún lugar, cuando algunos llegaron algún lugar les dieron la tarjeta, a un grupo de dos autobuses que vinieron a León les dieron la tarjeta”.
“Nos dijeron que vamos a durar mucho aquí, yo vengo aquí sin dinero y sin nada, nos tratan mal nosotros no tenemos la culpa de ser inmigrantes” expresó Carlos Pierre, profesor de Filosofía en Haití.