Guanajuato-. La ciudad de Guanajuato, una de las más bellas del mundo, tiene un aura de romanticismo por sus viejos callejones y plazuelas coloniales en donde los turistas se suelen tomar “selfies”, pero...la capital tiene otra cara: su red de túneles de casi 9 kilómetros, de las más grandes de México, tiene una ambientación tétrica, fantasmagórica, de misterio… pone a prueba el temple y el coraje de los turistas nacionales o extranjeros.
Quien se adentre por primera vez por esas vías subterráneas, se asombrará, una vez dentro el sentimiento de temor y la sensación de salir fugazmente de ahí se hará presente, para otros el recorrido es emocionante, y es que, los automovilistas que van de visita se pierden con facilidad por las bifurcaciones de los túneles que conectan diversos puntos de la ciudad, pues Guanajuato está repleto de caminos, túneles y callejones que de noche son el set ideal para una película mexicana de Serie B.
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La edificación de Guanajuato sobre una cañada
La ciudad de Guanajuato se edificó originalmente sobre una cañada principal y otras cañadas secundarias con pendientes laterales, la ciudadela colonial se volvía a construir de nuevo debido a las inundaciones por la caída original del agua.
El Coajín el túnel más antiguo y el primero
La historia de los túneles se remonta a la época porfiriana en el siglo XIX, cuando inició la construcción del túnel de “El Cuajín” el 4 de junio de 1883 para controlar las constantes inundaciones que provocaba el Río Guanajuato en la capital del estado, este túnel de uso hidráulico, se inauguró el 15 de septiembre de 1908.
El Cuajín fue el primer túnel destinado a controlar el flujo del agua: 1,162 m de longitud y un diámetro de 7m, empezaba en la Hacienda de San Agustín, lo que es hoy el Mercado de Embajadoras y terminaba en la presa de Pozuelos.
Con el propósito de controlar las inundaciones, en 1883 dio inicio la construcción de El Cuajín, el primero de los túneles destinados a controlar el flujo de las aguas. Con 1,162 m de longitud y un diámetro de 7 m, iniciaba en la Hacienda de San Agustín (hoy Mercado de Embajadoras) y concluía detrás de la presa Pozuelos.
Cuando el General Porfirio Díaz llega al poder se construyen: el Teatro Juárez, el Mercado Hidalgo y el túnel del Coajín.
“Los túneles son de tres tipos: hidráulicos, viales y turísticos” destacó el ingeniero Estanislao Zárate Lujano para el documental “Túneles de Guanajuato”, de la Universidad de Guanajuato para el programa Contigo en la Distancia.
Guanajuato se modernizó y así se edificó la red vial para vehículos, por lo que las vías subterráneas tuvieron que construirse en las entrañas de las montañas de la ciudad histórica, pues los callejones, viejos y estrechos, también vestigios de la historia, además patrimonio, no se pueden demoler para realizar una ampliación.
Para la década de los años 50 las aguas fétidas de la capital se entubaron; se cubrieron con pavimento, así nació la calle Padre Belaunzarán en el año 1951 metros debajo de la ciudad. Esta vía subterránea se destinó a la circulación vial que después se prolongó con la avenida Miguel Hidalgo, ahora conocida como La Subterránea.
Para 1979 se inició la construcción de las primeras vías subterráneas para uso de automovilistas y transporte como los túneles Los Ángeles y Diego Rivera, uno de los más grandes que se ha construido en Guanajuato. Otros túneles famosos de Guanajuato son El Minero y La Galereña.
Los túneles que surcan “la ciudad de las épicas montañas”, como le decía el maestro universitario guanajuatense Don Fulgencio Vargas Ortiz, son algunas de las maravillas de Guanajuato, catalogada por la Unesco en 1988 como Patrimonio del a Humanidad.
Cruzar los túneles de Cuévano (como le nombró a Guanajuato el escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia ), a pie o en automóvil, puede ser una experiencia aterradora que crispa los nervios, para otros una emocionante aventura digna de contar.