León.- A Lizbeth le llegó una solicitud por Facebook de un hombre desconocido y en pocos días se involucró con él emocionalmente. Le dijo que le quería enviar unos regalos, lo único que tendría que hacer sería pagar un envío de 20 mil pesos. Lizbeth aceptó, pidió préstamos y vendió cosas para juntar el dinero, pero cuando lo envió, lo prometido no llegó y el sujeto desapareció. La estafaron.
Lizbeth es madre soltera y usuaria recurrente de Facebook, suele aceptar solicitudes de amistad tanto de conocidos como desconocidos, por eso cuando apareció en su bandeja de solicitudes un hombre asiático no se extrañó.
Él compartía información personal con ella y, de manera recíproca, Lizbeth lo hacía también. Las cosas entre ambos escalaron con rapidez y ella le entregó su confianza. En un punto él le dijo que la amaba y le dijo que le quería enviar muchos regalos. Entre las cosas que supuestamente le iba a dar estaban iphones, maquillaje, ropa, electrodomésticos y más.
Lizbeth, quien no contaba con el apoyo del padre de sus hijos, pensó que se le había presentado una buena oportunidad para ganar algo de dinero. “Este muchacho que me habla me dijo que me iba a mandar cosas” - le contó con emoción a su amiga María - “Voy a venderlo en el tianguis, así saco dinero”.
El hombre le dijo que solo tendría que pagar el envío con un valor de 20 mil pesos, ella, aunque no tenía mucho dinero, aceptó. Lizbeth fue al banco y solicitó un préstamo, también se acercó gente de su confianza y les pidió dinero, vendió algunas cosas personales y juntó lo necesario. En cuanto tuvo el efectivo en sus manos fue a depositarlo a la cuenta indicada.
Confiando en su amigo del internet, le confirmó el envío, pero él dejó de contestar. Ya no se podía comunicar con él por WhatsApp y en Facebook ya no le aparecía su perfil. Lizbeth se quedó sin dinero y con una deuda que le es imposible de pagar por sí sola, el hombre desapareció con los 20 mil pesos.
María, amiga de Lizbeth, escuchó su historia y le dio ánimos sin saber que ella misma estaba a punto de ser víctima de una estafa similar.
Al igual que Liz, María es madre soltera, tiene hijas menores y vive con sus familiares. Su único sustento es su trabajo como empleada doméstica y algunos apoyos económicos que le dan sus familiares para cuestiones de salud, ya sea de ella o sus hijas.
La joven madre recibió tres solicitudes de amistad hace menos de tres meses. Los perfiles eran hombres asiáticos entre los 30 y 40 años, comenzaron hablando por Facebook, pero una vez que se ganaron la confianza de María le pidieron su celular y migraron a WhatsApp.
El modus operandi: cosas en común y la distancia
El primero con el que estuvo hablando fue con un hombre que dijo que se llamaba Ryan. De tez morena y ojos rasgados, el hombre incluso se comenzó a referir hacia ella como “amor”, le dijo que vivía en Estados Unidos. Ryan le preguntó cosas personales como sobre su situación sentimental y ambiente familiar, María incluso le envió fotos de ella con sus hijas.
Para estar segura de que hablaba con una persona real, María incluso le pidió fotos. Tras días de conversación y con un español perfecto, el hombre de apariencia asiática le dijo que pronto le enviaría dinero y luego vendría por ella a México para vivir juntos.
El hombre también la celaba y le cuestionaba con frecuencia por qué no le contestaba con rapidez y sobre sus actividades. Ryan luego comenzó a mandarle imágenes de todo lo que le enviaría, aun sin comentarle las condiciones.
En solo unos días María recibió el mensaje con el que él concluirá la estafa: “cariño, has el pago para que te entreguen el paquete de inmediato”, el precio era de 11 mil pesos. Según su amigo asiático, la gestión con la empresa de envíos era por medio de WhatsApp, ella se tendría que poner en contacto con ellos y la compañía le respondería con los datos de transferencia de dinero.
Cuando María le dijo que no tenía dinero él se molestó y le pidió que mandara aunque sea una parte. Las empresas de paquetería formales no aceptan regateos ni pagos incompletos. Finalmente, se molestó y le dijo que no lo volviera a buscar si no tenía dinero, ahí acabó la conversación con Ryan.
Videollamadas falsas
El segundo hombre con el que mantuvo una relación sentimental en línea era un sujeto que dijo que su nombre era Tuyen. Según él, trabajaba en Los Ángeles, Estados Unidos, como dentista.
La frecuencia con la que platicaba con Tuyen fue menor que con Ryan, el hombre parecía menos interesado. A diferencia del primer estafador, el dentista incluso realizó una videollamada con ella, lo que la hizo sentir segura.
María y La Silla Rota intentaron comunicarse con él una vez más para comprobar que fuera una persona real, pero resultó ser una videollamada falsa. Cuando Tyen contestó apareció a cuadro, pero hablando en algún idioma asiático, en inglés solo dijo la oración “estoy en el trabajo”, miraba hacia los lados como si estuviera prestando atención a otras cosas y no se veía la imagen con claridad.
El hombre del video sí era el mismo de las fotos, pero las imágenes que aparecían en la llamada era un video pregrabado, es decir, la persona con la que María hablaba en ese momento era una grabación de otro video.
Al igual que Ryan, Tuyen le preguntó sobre sus hijas y de inmediato sobre su situación económica, quiso saber si tenía dinero.
Mediante una búsqueda inversa en Google, La Silla Rota encontró más fotografías del doctor Tuyen. Es cierto que es dentista, pero no de California, sino de Vietnam. Es una figura pública con más de 80 mil seguidores que incluso tiene su página de Facebook verificada, esto quiere decir que la compañía de redes sociales respalda que es una cuenta real.
Perfil de Facebook de la persona real. (Foto: especial)
Quien estaba hablando con María no era el verdadero doctor Tuyen, sino otra persona haciéndose pasar por él.
Robo de identidad
Así como el estafador intentó engañar a María con un perfil falso, otro hombre se intentó acercar a ella de la misma forma. Al igual que los dos anteriores, este era una persona asiática, pero más joven. Se presentó como Jacob.
Con Jacob también intercambió fotos y también le dijo que vivía en California. Él casi no habló de sí mismo, pero si le preguntó sobre su situación familiar económica, como los dos anteriores.
Buscando su fotografía en Google, La Silla Rota corroboró una vez más que se trataba de otro perfil falso, en esta ocasión era una celebridad de camboyana.
Entre los resultados de búsqueda, Google arrojo un portal de noticias de Camboya con una nota titulada “Tenga cuidado ... El Sr. Sunny mostró el número de teléfono del estafador y le advirtió que tenga cuidado con este número de teléfono ...”. El señor Sunny era un actor.
Captura de pantalla del sitio web de noticias camboyanas. (Foto: especial)
El artículo advertía que había personas robando las fotografías del actor para hablar con personas y luego estafarlas. Fue el mismo Sunny Sok quien reportó este hurto de identidad por medio de sus redes sociales.
Poster del drama del actor (a la derecha) camboyano. (Foto: especial)
Para María la situación no escaló a mayores, pero su caso no es uno aislado, pues Lizbeth pasó por lo mismo, la diferencia es que ella terminó perdiendo su dinero. A las dos las intentaron enamorar para robarles.
PR