El miedo ha hecho presa de los mexicanos hoy en día. Está claro, que producto de los históricos índices de violencia producto del crimen organizado que cogobierna en el país, la sociedad en general se encuentra en una espiral de miedo, jamás visto en los últimos cuarenta años. La sensación de angustia provocada por la presencia de un verdadero y auténtico peligro, que acecha día con día a millones de seres humanos que habitan México, es real.
El sentimiento de desconfianza es mayúsculo y convive con millones de mujeres y hombres en edad temprana. Sin temor a equivocarme, jóvenes adolescentes perciben con claridad ese sentimiento, producto del deterioro social y político que hoy en día vive cualquier nacido en territorio nacional, así como quién habita simplemente en México, considera que en cualquier instante puede ocurrir un hecho contrario a lo que desea. Esa maldita sensación de miedo abraza a todos sin distinciones.
La creencia de estar en peligro es constante hoy en día en nuestra nación. No se diga los millones de personas adultas con mayor grado de conciencia, viven en una constante incertidumbre y desconfianza, que los hace sentir con miedo todos los días. Un miedo social, provocado por el mal gobierno, que ha dejado en el desamparo a individuos y familias enteras, indefensos sin protección y apoyo por parte del Estado. Al contrario, el actual gobierno de la república es el gran ejecutor y provocador de ese sentimiento.
El miedo ha llevado a cientos de miles de mexicanos a callar y no salir a la calle tan solo a expresar su repudio y dolor por lo que el propio gobierno y el Estado, han hecho con millones de familias completas que han destruido. Después de vivir semana a semana verdaderos horrores sociales en calles, centros comerciales, carreteras y domicilios particulares, ante la complicidad de la autoridad asociada a la delincuencia que mata y lastima al ciudadano.
El miedo al gobierno a condenado históricamente a los mexicanos. Derivado del autoritarismo y la falta de un verdadero estado de derecho, donde la propia autoridad ha sobajado al ciudadano al plano de condenarlo socialmente a sentirse menospreciado por el propio gobierno en turno. Es el caso de López Obrador y su fuerza política ilimitada, que ha recordado la barbarie con la que se vivía en tiempos postrevolucionarios, donde la ley del más fuerte prevalece en la comunidad. Y siempre el más fuerte es quién ejerce el poder.
La cadena del miedo que hoy se vive en México, es un estilo mudo por la posición marginal que viven millones de mujeres y hombres, ante el autoritarismo de la 4T, que avasalla y corrompe las estructuras de poder, posicionando al narcotráfico como el estamento mejor empoderado y que dicta la ley en todo el territorio nacional, sometiendo a los individuos a su dominio. El poder inmoral del actual gobierno federal ha fortalecido el desequilibrio de poderes, denostando más, y más al ciudadano.
La verdadera transformación que ha impuesto AMLO y su gobierno ha sido el proceso de mayor violencia y el miedo exaltando la división entre mexicanos, imponiendo la macroviolencia como una realidad histórica, haciendo creer que México y los mexicanos siempre hemos vivido sumergidos en el furor del terror, transformando el miedo en un estilo de vida, donde no existe posibilidad de salir, mientras siga en el poder López Obrador y su partido Morena.
El dominio de la muerte violenta en manos del crimen organizado que azota cada rincón del país, haciendo gala todos los días de obtener un mayor número de muertos por día, convirtiendo a las instituciones públicas en contaderos de muertos por hechos de inhumana y sangrienta violencia, han logrado la posibilidad de sentir miedo, como la de sentir alegría. Sin embargo, prevalece el miedo y la angustia social por la falta de un verdadero gobierno que proteja al pueblo.
Hoy en día el destierro de la violencia y el miedo está en las manos de los ciudadanos que pueden hacer posible la llegada de un nuevo gobierno ciudadano, ajeno a los pactos de poder con el narcotráfico y recuperar la paz y alegría social que siempre nos ha caracterizado como nación.
¿No cree usted?
Dr. Carlos Díaz Abrego
