Parecía un pasillo de verduleros del mercado. ¡Por acá joven Musk, verduras baratas! ¡Acérquese, seño, fruta barata! ¡Acá mire, Veracruz barato! ¡Venga, joven, San Luis Potosí a mitad de precio!
Los gobiernos de México, de manera desordenada, pelearon por la planta de Tesla, dando una exhibición de caos en la atracción de inversiones.
Ni siquiera fue una disputa real, con negociadores de Tesla, en una mesa de trabajo. Fue una disputa pública, en medios de comunicación, sin que los ejecutivos de Tesla tuvieran propuestas concretas.
Todo salió mal en la disputa por Tesla.
Primero, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, falló en el contrato de confidencialidad con Tesla (en realidad nunca debió tocar el tema, hasta que la empresa confirmara la inversión). Y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quiso vetar a Nuevo León -con el argumento falso de la falta de agua-, para llevarse la planta a Hidalgo y revivir al aeropuerto Felipe Ángeles que nació muerto.
Varios gobernadores se metieron a la rebatiña, como si fuera un tianguis o un mercado. El gobernador de Hidalgo, Julio Menchaca, dijo que ellos ofrecían mejores condiciones. El gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García anunció que ya estaban listo para la planta. Y el gobierno de Michoacán hasta lanzó una campaña oficial para decir: “Michoacán está listo para recibir planta de Tesla”. Puebla hasta distribuyó un auto Tesla con dibujos de cerámica poblana.
Se metieron los gobiernos de Jalisco, Tabasco, Tamaulipas y Durango. El gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, hasta se peleó públicamente con el alcalde Enrique Galindo para ver quién llevaba las negociaciones con Tesla.
El alcalde de Salamanca, César Prieto, también ofreció los terrenos de la fallida refinería de Pemex.
En Tlaxcala destacaron ser el centro del país. En Veracruz dijeron que tienen acceso a dos océanos. En Puebla, el diputado Ignacio Mier invitó a Elon Musk a comer mole y chalupitas.
Qué despapaye. Qué relajo. Qué desorden.
Imagino la cara de Elon Musk cuando le dijeron que todos querían venderle terrenos baratos, por todo México, como si fuera verdulería. La rebatiña puso a Elon Musk en condiciones ventajosas para negociar lo que quisiera con los mexicanos, a tal punto que el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo que doblar las manos y ceder a que la planta de autos eléctricos se fuera a Nuevo León.
Quedó claro que no hay en México una política clara y ordenada de atracción de inversiones. ¡Por acá, señor Musk, aquí están baratos los terrenos! ¡Mire, mi cuate Elon Musk, pruebe el mole de Puebla!