Conozco a muchos que se han cambiado de partido político. Del PRI al PRD, en su tiempo. Del PRD a Morena, años después. Del PRI y del PAN a Morena ahora. Pero no conozco a muchos que se hayan cambiado de equipo de futbol.
Es más fácil cambiarse de partido político que de equipo de futbol. No conozco a ninguno que haya renunciado al América para irse al Chivas. Eso es imposible. Sería una burla para el que se atreviera. No conozco tampoco a ninguno que se haya salido del Tigres para irse al Monterrey.
El arraigo a un equipo de futbol es muy poderoso y debe ser envidiado por los partidos políticos. Ni siquiera los que le van al Atlante que están en segunda división, dejan de irle al equipo de sus amores. Ellos siguen siendo del Atlante, aunque tengan más tristezas que alegrías. Conozco a algunos incluso que le siguen yendo al Unión de Curtidores y el equipo ya no existe.
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La pasión por un equipo de futbol, dura casi para toda la vida. El cariño a un partido político, en cambio, dura lo que duran los beneficios. Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, era del PRI, y primero se fue al PRD y ahora es de Morena (es como si le hubiera ido al América, y luego al Cruz Azul y ahora a Pumas). Claudia Sheimbaum era del PRD y ahora es de Morena. Marcelo Ebrard era del PRI, y después fundó el Partido del Centro Democrático, y luego se fue al PRD, y a Morena, y ahora anda buscando partido político (como queriendo irle al Atlas o al Necaxa).
Muchos se cambian de partido político, según sus intereses y los huesos a perseguir. Si no hay nada en el tricolor, me voy al verde. Si no funciona el azul, brinco al naranja. No hay convicción. No hay ideales. No hay principios. No hay amor.
Aunque tampoco el amor es para siempre. Conozco a muchos que han cambiado de esposo o de esposa, como si cambiaran de partido político.
Eso significa entonces que hay muchos traicioneros y desleales en potencia, chaqueteros y convenencieros, chapulines y oportunistas, como prefieran llamarlos. Ricardo Sheffield, Justino Arriaga, Miguel Ángel Chico, Bárbara Botello, son los trapecistas guanajuatenses de moda. Todos ahora le van a Morena -que casualidad- que viene siendo como el nuevo campeón del futbol mexicano.