León.- José Alfredo Jiménez y Santa Fe Klan, dos artistas que hoy son ídolos e iconos de toda una generación. La música de los dos marcó una época, pero ¿qué similitudes y diferencias hay entre cada uno? Los dos cantaban de la vida en Guanajuato, la realidad que rodeaba el estado y los interesas y luchas de la sociedad.
José Alfredo Jiménez se formó en un México en transformación. Su carrera despegó en 1948, cuando tenía 22 años, y durante un Guanajuato en que el que permeaba aun la agricultura y muchos sobrevivían con humildad del comercio local que poco a poco iba creciendo.
"El rey de la música ranchera” cantaba de amor, de las copas, de las copas de más, de los prejuicios clasistas, de su pasión por la música y de pensamientos existenciales… también Santa Fe Klan.
Lo que separa la música de estos dos artistas es su época. En el 2022 Santa Fe habla de las diferencias sociales, las desventajas económicas, del éxito, de sus anhelos y del barrio que lo formó.
“Por el día que llegaste a mi vida paloma querida, me puse a brindar Y al sentirme un poquito tomado, pensando en tus labios, me dio por cantar, canta José Alfredo. Santa Fe Klan tiene una letra que dice “Envuelta en una sábana te prendo y me relajo Cada que estoy contigo, siento como que viajo”. Las canciones tienen doble interpretación: una declaración de amor o una dedicatoria al alcohol o a las drogas.
Se enorgullece del lugar en el que nació, de su barrio donde su hogar es un vecindario de gente humilde “alejado del bullicio de la falsa sociedad. Yo me cuento entre la gente que no tiene falsedad” dice José Alfredo Jiménez.
La letra del otro músico tiene un mensaje similar, pero con más crueldad. Santa Fe en cambio canta, también con orgullo, sobre la dura vida que le tocó vivir. “Nadie escoge la cuna donde nace”, entona, “es culpa de la pobreza que en su rostro se mire tanta tristeza.
Dos realidades, entornos y vidas distintas comparten las mismas dificultades. En el caso del rapero millenial, la diferencia más notoria es que su inspiración es la violencia que lo rodea, la presencia constante de las drogas, el problema de las adicciones y la escasez de las necesidades básicas como el alimento.
Con enojo, Santa Fe Klan habla de los prejuicios mientras canta “No es para la chota, ya por mi apariencia”. Rapado de los costados de la cabeza, tatuajes que recorren su torso hasta su cuello, el rapero relata el clasismo al que se enfrenta diariamente.
José Alfredo, que fue rechazado por sus comienzos humildes, canta de una experiencia similar en la canción Botas de Charro. Entona que “andaba descalzo, y a ti te gustaban, las botas de charro”.
El estilo armonioso y ranchero de José Alfredo va acorde a su vida. La guitarra y su voz potente y rítmica expresan las emociones dolorosas que evocan sus coplas. En contrate están los arreglos musicales de Santa Fe Klan, el ritmo que lleva es rápido, grita sus letras y, mientras José Alfredo arqueaba las cejas con tristeza, Santa Fe frunce el ceño. El rapero canta con ira, habla de la crueldad, no hay instrumentos musicales, solo un beat que lo ayuda a mantener la ruda armonía que lleva en cada sílaba.
Los dos son íconos y representativos de dos generaciones muy distintas de mexicanos que finalmente coinciden en que la realidad fue dura para ambos, pero que la música los acompaña a enfrentarla.
PR