León.- En la ciudad de León hay tres antros camuflados a los que ingresas de forma inusual; la puerta de un refrigerador te lleva a uno; en otro caso, el acceso es un librero con una parte removible y un tercero se esconde en una fondita de comida china. El creativo giro de estos tres establecimientos, con permisos para operar, hace sentir a los jóvenes que acuden que se encuentran en un lugar especial y exclusivo.
En los tres, la música es alta, hay cocteles, cervezas y botana, ahí las personas se amontonan y bailan al ritmo de las canciones como si no existiera la covid-19.
Dos de ellos están ubicados en el centro de León, donde se concentran cientos de bares y restaurantes, lugar preferido de miles de jóvenes para distraerse de la rutina cada fin de semana.
La "secrecía" de las entradas al bar y antro es tomada tan enserio que para uno de ellos incluso se necesita contraseña.
Sobre la calle 5 de febrero, entre dos negocios, hay una cafetería ambientada en los años 60. Detrás de la barra de malteadas, las meseras vestidas con falda ampona distintiva de la época y tenis negros, toman la orden de los comensales que ignoran que un piso arriba hay un bar secreto.
(Foto: La Silla Rota)
“Hola, venimos al bar”, basta con decirles para que sepan de qué habla el cliente. “Claro que sí”, responde, “contraseña, por favor”. Las palabras secretas cambian cada semana, pero no es difícil descubrirlas, solo hay que buscarlas entre las publicaciones de sus redes sociales.
“Pasen”, la mesera camina en dirección a un refrigerador “vintage” color amarillo pastel y lo abre. Está pidiendo que la gente entre al refrigerador, que en realidad es una puerta que te lleva a unas escaleras que conducen al bar en el segundo piso.
(Foto: La Silla Rota)
Por las noches ahí se llenan de personas, a veces está tan atiborrado que no hay lugar y es mejor esperar en un cuarto sin ventilación. Un ambiente opuesto a las recomendaciones de prevención contra la covid-19.
(Foto: La Silla Rota)
En otro restaurante cerca del Arco de la Calzada hay en el lobby un librero que tiene una sección que sobresale. La parte que se destaca tiene una manija que cuando la jalas separa el librero para descubrir una habitación.
(Foto: La Silla Rota)
El cuarto iluminado con una luz cálida tenue tiene sillones de terciopelo color rojo y una barra, el lugar está estilizado como la época de los años 20, también conocidos como “los rugientes años 20” una época de desenfreno y fiesta inspirada en el sentimiento de victoria tras la primera guerra mundial. El lugar, también sin ventanas, está abierto al público, pero se puede rentar con un consumo mínimo de 12 mil pesos.
(Foto: La Silla Rota)
El tercer antro secreto es de los más populares entre los jóvenes y está ubicado sobre López Mateos. Instalada en una plaza vieja y abandonada que apenas sobrevive gracias un negocio de hamburguesas hay una aparente fondita de comida china. Sobre el mostrador, un gato dorado saluda a la clientela por las noches y les da la bienvenida a un antro fuera de lo común.
(Foto: La Silla Rota)
Para entrar a él hay que pasar por una cortina de bolitas de colores y subir unas escaleras que conducen a una especie de bodega abandonada. El espacio de 20 metros cuadrados tiene rejas y las paredes grafiteadas, pero en el fondo una cortina de terciopelo rojo con decoraciones doradas rompe con la armonía descuidada del lugar.
(Foto: La Silla Rota)
Detrás de la cortina pesada una alfombra roja conduce a unas escaleras de metal en forma de caracol y al bajar está el antro. Ahí, dentro de las cuatro paredes hay efectos de luces de colores, el ensordecedor sonido del reguetón y gente parada en sillones bailando. Solo una puerta que se mantiene cerrada hasta que alguien sale es la única oportunidad de que el aire entre.
Dentro de estos antros y bares escondidos o disfrazados hay decenas de personas las noches de los fines de semana. Atraviesan puertas secretas y conviven con una multitud, sin importar las medidas sanitarias.
PR