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Mapacherías: así operaba el carrusel y el ratón loco en elecciones

Elecciones en manos de organismos ciudadanos quitan duda a la jornada electoral

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Escrito en GUANAJUATO el

León, Gto.- Estamos a unos días de las elecciones intermedias, donde los guanajuatenses elegiremos alcaldes y diputados locales y federales, en un proceso electoral organizado por el INE y el IEEG.

El hecho de que sean organismos ciudadanos los que estén a cargo avala la legalidad del proceso. Sin embargo, están en el recuerdo las trapacerías de otras épocas. La “operación tamal” el robo de urnas, las amenazas, el acarreo de votantes… eran acciones a cargo de los “mapaches” electorales, tan hábiles que hasta podían hacer votar a los muertos.

De ese tipo de trampas hay una extensa variedad, que en su momento ayudaron al partido que, teniendo estructura para ello, las llevara a cabo.

Desde las triquiñuelas más primitivas, como ofrecer dinero a cambio del voto, hasta las burdas como el robo de urnas, o más avanzadas como la “caída del sistema” inclinaron la balanza hacia determinados candidatos y partidos.

Cartón de Adrián Espinosa en 2012.

Así estaban, comentábamos arriba, el robo de urnas: en las casillas donde los primeros conteos señalaban la victoria para un candidato “no deseado” llegaban grupos de personas que violentamente se llevaban la documentación electoral. Ya luego aparecían, destruidas, urnas, actas y boletas.

Sin tantos controles de listas nominales, otra práctica era la de los “resucitados”: votos emitidos supuestamente por ciudadanos que ya habían fallecido.

Muy común era también la aparición de boletas “planchadas”: a la hora de contar las papeletas, salían unas que ni siquiera tenían el doblez para que hubieran podido entrar a la urna. Es una señal de que la urna estaba “embarazada”.

 El “carrusel” consistía en llevar a un grupo de electores a depositar sus votos en diferentes casillas. A cada uno le pagaban por asistir.

El partido o partidos que llevaban a cabo esas prácticas las preparaban con tiempo, casi aparejadas con el desarrollo de las campañas, pues había que armar estructuras cada vez más complejas y costosas.

“HAY QUE ESTAR AL TIRO”

Para esta jornada electoral, el INE capacitó a sus funcionarios de casilla en cuanto a los aspectos donde hay que poner atención.

Gabriel Méndez, ciudadano convocado por el INE a atender una ser parte del equipo que atienda una casilla en la colonia San Marcos, dijo que no es la primera vez que le toca participar y que lo hace con gusto:

“No hay modo de que nos hagan trampa, pero para eso hay que estar atentos, el poder de visor lo tiene el funcionario de casilla”.

Dijo que hay que seguir varios pasos:

1.- Los escrutadores deben vigilar muy de cerca el depósito de boletas

2.- El presidente debe ser tan estricto que hasta la chamarra te haga quitar para emitir tu voto

3.- La casilla debe cerrar a las 18:00 horas y así te tardes 4 horas contando y recontando los votos, las boletas traen un folio y debes informar al equipo en el conteo el rango autorizado; si encuentras un folio que no corresponde, deben apartarlo y el presidente puede anular el voto, anotando el hallazgo por si alguien imputa la casilla.

4.- En esta época de tecnología debe permitir una foto de la hoja final del conteo a cada representante. Las boletas de entregadas al inicio de jornada, deben cuadrar con el conteo de votaciones + anulaciones.

MÁS PRÁCTICAS DEL PASADO:

La operación tamal: Llevar a los ciudadanos a almorzar antes de la votación, y luego conducirlos a las casillas ya con el voto condicionado.

El apagón: “Casualmente” se iba el suministro eléctrico en la casilla y se aprovechaba la distracción para cambiar el contenido de las urnas.

Tacos de votos: En la boleta que depositaba el elector, venían envueltas más boletas marcadas a favor del candidato al cual se pretendía ayudar a ganar.

Uña negra: Un enviado de un partido, infiltrado como funcionario de casilla, tachaba durante el conteo las boletas electorales para que éstas fueran invalidadas.

Catafixia: Consistía en entregar a un grupo de ciudadanos boletas marcadas por un candidato para que la metieran en la urna y entregaran al operador político (mapache) la boleta en blanco que le dio el funcionario de casilla. La operación se repetía todas las veces que se pudiera.

Esas prácticas de hace décadas, antes de que las elecciones estuvieran a cargo de organismos ciudadanos, podían poner desde alcaldes hasta presidentes. Hoy, todo está en manos de los electores.

CV