San Miguel de Allende.- En el centro histórico de San Miguel de Allende todos conocen a Francisco González Sánchez, apodado cariñosamente como “Pancho el Sol”. Desde que era niño se sentaba con su banquito para bolear los zapatos de los transeúntes. Hoy ese lugar quedó vacío a sus 67 años.
Respeto, cariño y dedicación son algunas de las palabras con las que describen sus más grandes virtudes que compartió con los sanmiguelenses que lo conocieron desde que era un niño de 12 años de edad.
Todos saben quién era “Pancho el Sol”. Antes de ser boleador era un niño trabajador que se dedicó a varios oficios, desde peluquero hasta vendedor de periódico, era el pequeño niño que vendía las ediciones de El Sol, de ahí su apodo.
Un día dejó sus distintas profesiones para probar una nueva: ser boleador. Consiguió un banquito, lo acomodó en el Jardín Principal y jamás se movió de ahí… jamás hasta que falleció. Aunque la muerte lo quitó de ahí, la vida lo convirtió en un icono que será recordado en la memoria colectiva.
A pesar de que eran desde celebridades, políticos, gente de clase social alta, personas humildes, profesionistas o empleados los que llegaban a bolearse con él, la verdadera estrella siempre “Pancho el Sol”.
Foto: redes sociales.
La gente lo buscaba. Querían conocerlo y, con tal de hacerlo, pagaban una boleada para poder hacerlo. Fue una persona querida por toda la población que hoy llora su muerte y agradece haber coincidido con él en esta vida.
Lo recuerdan, además, como un hombre de boca sonriente, ojos alegres y caracter humilde. Nunca tuvo problemas con nadie y siempre procuro una buena relación con las personas que conocía.
Hoy lo despidieron en la capilla de velación Jardines Nueva Vida.