León.- El olor es fuerte, penetrante y desagradable, que se percibe a decenas de metros e invita a no acercarse, pues seguramente habrá un animal muerto. La técnica es aplicada por los ladrones de combustible al abrir un ducto, pues la fetidez del animal en descomposición disimula el olor característico del combustible.
Es por eso que, cuando elementos de Pemex o de la Guardia Nacional llegan a donde hay un punto de “huachicol”, lo primero que encuentran es el cuerpo de un perro, por lo general hinchado y a punto de reventar.
En los primeros hechos de este tipo que se comenzaron a registrar, a principios de 2020, los agentes se desconcertaban por la coincidencia de encontrar perros muertos cerca de donde los ductos eran abiertos y se les conectaban tomas para extraer gasolina o diésel.
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Sospechaban, incluso, que pudiera tratarse de un ritual para atraer buena suerte y tener éxito al cometer el delito.
Y la acción coincidía en los estados de Hidalgo y en Guanajuato, en este último por obra del Cártel de Santa Rosa de Lima, culpable de la sustracción ilegal de hidrocarburos en las líneas de poliductos que cruzan el estado.
Así que, para reparar las averías, cerrar la rotura del ducto y restablecer el abasto, primero había que cubrir el cuerpo del perro con dos bultos de cal, esperar a que se disipara el hedor y por fin ponerse a trabajar.
Al inicio de la actual administración federal, la promesa era que terminaría el delito de robo de combustible. Sin embargo, los huachicoleros han ido perfeccionando técnicas de ordeña, almacenamiento y traslado de los hidrocarburos sustraídos ilegalmente.
Una de las descubiertas más recientemente ha sido la ordeña “a larga distancia”: una manguera enterrada a lo largo de cientos de metros tiene en un extremo la conexión a los ductos de Petróleos Mexicanos y, en el otro, el punto de almacenamiento de los delincuentes.
cv