“Nos trataron a todos como si fuéramos su familia, sus hijos del señor Erasmo y su esposa nos trataban bien, nunca nos hicieron nada malo”, así rememora Beto sus momentos en el Centro de Rehabilitación ‘Buscando el Camino a Mi Recuperación’, un anexo de Irapuato en el que una masacre acabó con la vida de 27 de sus excompañeros.
Beto platica a La Silla Rota cada detalle. De pronto se queda callado porque recuerda los sábados de alabanzas, o los días en los que todos se reunían y comían en la misma mesa. Dice que el tiempo que estuvo ahí no miro que alguien tuviera problemas, o que vendiera droga. Mientras trata de explicarse por qué ese 1 de julio un comando armado llegó y mató a una veintena de personas.
En el anexo la mayoría de los internos eran hombres, solo había cuatro menores de edad (Foto: Buscando el Camino a Mi Recuperación A.C. )
“Era un buen lugar, ahí no había golpes, había buena comida, no era como los otros Centros. Los sábados iban cristianos nos poníamos a rezar y hacer oraciones, nos ponían alabanzas”.
Los internos vivían en una casa amarilla de dos plantas. Con ventanas grandes y portón blanco. Entre calles sin pavimentar y en una zona aparentemente “tranquila”. El Centro de Rehabilitación se ubica en Jardines de Arandas, en la colonia Arandas. Desde hace más de un año se volvió un refugio para aquellos que pensaban cambiar su rumbo y alejarse de las drogas. Aunque era un anexo clandestino, aseguran que “era una buen lugar”.
Fachada del Centro de Rehabilitación en dónde ocurrió el ataque (Foto: Buscando el Camino a Mi Recuperación A.C. )
Beto tiene 17 años, hace tres meses fue internado para “componerse”. Vive a unas cuadras del anexo, en la colonia El Naranjal, a cinco minutos caminando, dice. Recuerda que la mayoría de los internos vivían cerca, en la colonia Arandas, en Irapuato. La mayoría de sus compañeros eran hombres, platica que había menos de 10 mujeres internadas.
Beto llevaba tres meses en recuperación, cuatro días antes de las múltiples muertes él terminó su proceso (Foto: redes sociales)
Él era uno de los cuatro menores de edad que intentaban rehabilitarse. Algunos consumían marihuana, otros, drogas sintéticas. Pero algo tenían en común: pensaban que había otra forma de vivir, y querían explorarla.
“De menores eran: Jesús que le decían ‘Ronco’, Charly, y Yuyo, eran tres menores de edad”, dice Beto del otro lado del teléfono.
Cuando se le pregunta si sabe quién perpetró el ataque y si considera que tuvo que ver ‘El Marro’ como habían platicado varios sobrevivientes, dijo que “en el tiempo que yo estuve ahí no miré nada de eso, se miraba que nadie tenía problemas, nadie habló de eso ni nada. Nosotros nos dedicábamos a nuestras juntas, no era gran cosa. Que vendieran droga o así”.
Luego intenta entender el porqué del ataque. A veces se queda callado, en memoria de Yuyo, quien era su mejor amigo y perdió la vida ahí. A quien conoció diez años atrás, y a quien recuerda cada que puede durante la llamada.
Beto y Yuyo eran mejores amigos, hace más de 10 años se conocieron (Foto: redes sociales)
Sus tres meses de recuperación terminaron el sábado 28 de junio, cuatro días antes de la tragedia. Beto cumplió su periodo, y a su amigo Yuyo le faltaba un mes. Yuyo le pidió que se quedara un mes más para salir juntos del anexo.
“Cuando yo salía me decía que me quedara otro mes para salir juntos, con eso me quedé, me hubiera quedado para que no se hubiera ido solo”, dice Beto.
En su memoria vive su amigo de la infancia, y los demás chicos con los que convivió. A esos a los que llamaba “familia”.
Cuando le preguntamos a Beto si se consideraba un chico sano o distinto después de esta rehabilitación dijo “no me considero sano, pero me voy a dejar de drogar en memoria de Yuyo. Era mi mejor amigo, donde quiera andábamos juntos”.
En memoria de su amigo Yuyo, Beto decidió no volver a drogarse
Beto libró el ataque por salir días antes de aquella masacre. Su amigo no sobrevivió. A días de esta pérdida lucha por reconstruirse y vivir su vida lejos de la drogadicción. Por lo pronto, recuerda los ratos agradables en aquel anexo, y asegura que no era como los “otros”. Es una de las voces que cuenta como era el escenario de un hecho inhumano.
Crónica del ataque
Irapuato era nota nacional, y hasta internacional por el ataque a balazos que sufrieron 27 personas dentro del Centro de Rehabilitación ‘Buscando el Camino a Mi Recuperación’.
Ese 1 de julio, en el segundo piso del anexo se escondía una veintena de cuerpos. Los agresores llegaron y dispararon con armas AR-15. El tiroteo acabó con la vida de 27 personas. "Venimos de parte del señor Marro", dijeron los sicarios al llegar .Así lo dijo una fuente cercana a La Silla Rota que tuvo contacto con los sobrevivientes. Quienes aseguraron que el ataque se adjudicó a José Antonio Yépez Ortiz ´El Marro´. El hucachicolero más buscado de Guanajuato.
El ataque ocurrió en la calle Jardín de Arandas, en la colonia Arandas, en Irapuato (Foto: @SSC de Irapuato)
Las imágenes son fuertes. Irapuato sufrió el terrible ataque de un comando armado. Al principio se dijo que eran 24 víctimas, horas más tarde se confirmaron dos muertes más, y al día siguiente una muerte más, la pérdida era terrible: 27 cuerpos sin vida. Mientras que que, 5 personas están heridas, y “fuera de peligro”, dijo el alcalde Ricardo Ortiz.
Al principio se dijo que el ataque había sido perpetrado por integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación, debido a que circulaban narcomensajes. Luego comenzó a circular un escrito en el que la célula criminal se deslindaba del tiroteo.
El anexo se encuentra entre calles sin pavimentar y en una zona aparentemente tranquila (Foto: @SSC de Irapuato)
De manera extraoficial se dijo que el ataque en este Centro de Rehabilitación era una represalia de ´El Marro´ por los últimos ataques a vulcanizadoras del Cártel de Santa Rosa de Lima, en dónde presuntamente venden gasolina robada y cristal "azul".
Las declaraciones de los sobrevivientes son las que sostienen la versión de que ´El Marro´ autorizó la matanza. Con una corta frase los sicarios avisaron quien les había dado órdenes.