León.- Don José, el líder del grupo “los Durangos”, que controla la actividad delictiva en la Barranca de Venaderos, ya puede andar tranquilo por la calle. Salió del escondite en lo profundo de la barranca, entre un sembradío de marihuana, y se le ve por las calles de la zona, entre una casa y otra de las muchas que tiene en la colonia.
La razón: un pacto entre “los Durangos” y el Cártel Jalisco Nueva Generación. Por eso ya no han ocurrido asesinatos a últimas fechas en la barranca, y los habitantes dicen que por ahora viven en relativa paz. El mencionado pacto consistiría en una “cuota” que el grupo local tiene que pagar a los jaliscienses.
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La figura de don José (nunca “Pepe”, y mucho menos sin el trato de “don”) se yergue, imponente, al caminar por las calles ahora lodosas. Por lo general anda en alguna de sus camionetas, siempre ostentosas y de modelos recientes, pero ahora pasa a pie, al igual que cualquiera de los cientos de vecinos en esta apartada colonia, privada de servicios básicos como agua potable y drenaje.
Año tranquilo
Federico, un abuelo habitante de la zona alta de Barranca de Venaderos, por el lado que da al parque industrial Colinas de León, fue de los fundadores de la colonia y recuerda que fue entre 2019 y 2021 cuando todo ese rumbo estuvo plagado de crímenes. Había cuerpos tirados en la cañada o a media calle, y personas eran asesinadas en la vía pública, principalmente por las noches, pero también a la luz del día.
En un baldío de espaldas de la calle donde vive Federico, en 2020 fue encontrado el cadáver de una mujer.
Sin embargo, el vecino dice no recordar que este año se hayan registrado crímenes en su colonia. “No es que no me dé cuenta, porque aquí todo se sabe; solamente que ya no se han 'quebrado' a ninguno”.
Épocas duras
El año 2020 fue especialmente difícil para “los Durangos”, justo cuando iba viento en popa su negocio de venta de drogas y robo de camionetas de lujo. Ya hasta tenían un pequeño lote de compraventa de vehículos en “la cima”, que es la parte alta del bulevar Mariano Escobedo.
Fue el 13 de diciembre cuando mataron a “la Tibe”, una de las lideresas de la banda, cuando iba saliendo del Cereso. Con ella fue asesinada otra mujer que era su asistente, y un hombre que las acompañaba, apodado “el Mini”.
Poco antes habían matado a otros mandos de “los Durangos”: Óscar y Fernando, en diferentes hechos, en su misma colonia, en 2020.
Ese año también habían sido capturados cuatro sicarios del grupo, dos hombres originarios de Durango y dos mujeres, a quienes en 2021 un juez dictó sentencia de seis años, por portación de armas de fuego y cartuchos.
Otra baja sensible fue cuando mataron a José Inés, otro fundador de la banda, originario de Durango, a quien encontraron muerto en julio de 2018 por la zona de Lagunillas, rumbo a Lagos de Moreno.
También fue asesinado Raúl, otro hombre fuerte de don José. Le habían dicho, esa noche de domingo, que no “bajara”, pero no hizo caso y lo mataron en “la cima”.
En 2021, don José y su esposa doña Vicenta, también jefa de la banda, las autoridades les dieron algunos golpes, con el decomiso de varias camionetas robadas.
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En esas diligencias de la Fiscalía General de Guanajuato salieron afectados algunos vecinos, quienes rentaban sus cocheras a don José para guardar las camionetas. Aunque no podían negarse a cumplirle una petición al jefe, se les acusó de complicidad en el delito de robo de vehículo.
Sellan el pacto
La aparente “calma” que desde hace meses se vive en Barranca de Venaderos es atribuida a un acuerdo entre don José y compañía con el Cártel Jalisco Nueva Generación, quien desde hace más de 5 años había estado intentando apoderarse del control de la zona. Principalmente la distribución de drogas.
Por versión de uno de los miembros de “los Durangos”, don José negoció: él pasa una cuota a los de “la Nueva” pero sigue conservando el territorio. La cantidad no se conoce, pero ha sido el precio por “enfriar el territorio”.
CV