Guanajuato.- El domingo 2 de agosto de 2020, en Juventino Rosas, un operativo de la autoridades federales y estatales resultó en la captura de José Antonio Yépez, el Marro, criminal altamente peligroso, involucrado en varios delitos de alto impacto que mantenían asolado el estado, principalmente en la zona Laja-Bajío.
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Los elementos que lograron la aprehensión iban bastante bien armados, lo suficiente para enfrentar al entonces poderoso líder del Cártel de Santa Rosa de Lima y al sólido grupo de pistoleros que lo protegían.
Pero también, los policías iban equipados con cámaras para grabar el enfrentamiento y el arresto. Celulares y “body-cams” registraron el hecho, en primera persona.
Ya el Marro fue sentenciado. 60 años pasará en prisión por sus diversos delitos. Sin embargo, el “point of view” de la acción, el movimiento de los uniformados y el sometimiento del objetivo, permanecen como testimonio de los servidores que participaron en el operativo.
Las imágenes en video, difundidas por las propias autoridades, transmiten el nerviosismo vivido en los momentos posteriores al tiroteo. Casi se adivinan la adrenalina aún presente, lo mismo que el olor a pólvora.
La escena es, en medio de la oscuridad de la madrugada, apenas iluminada con la linterna de mano que lleva un elemento de la Agencia de Investigación Criminal. Enfoca al recién capturado y luego al piso de tierra por donde lo llevan, con las manos esposadas hacia la espalda.
José Antonio Yépez mantiene su postura orgullosa aunque derrotada. Mira al vacío, al frente y a los lados, nunca a la cara de los que llevan la cámara, ni a la de sus captores. Solo deja de estar erguido cuando los militares lo doblan para quitarle las esposas y luego subirlo, ya con las manos libres, a un helicóptero de la Fuerza Aérea.
A bordo de la nave, sí ve directo a la cámara, de forma airada, cuando lo interrogan. La mirada llena de rabia se corresponde con el tono de voz en sus respuestas acerca de su identidad.
Sin embargo, el ministerial que le hace las preguntas no se intimida y se impone: ¿Tu nombre completo?, ¿cuántos años tienes?, ¿cuándo naciste?, ¿cómo se llama tu mamá? ¡Fuerte!, ¿tu papá?, ¿cómo te dicen a ti?, ¡¿cómo?!
Se impone tanto, que el recién capturado tartamudea, anticipando, quizás, el proceso y la sentencia que le esperan.
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