León.- En una mañana soleada, en la que no hay ninguna nube en el cielo, en la plaza que está frente a la Catedral Metropolitana de León, un hombre dice a las dependientas de una joyería “las de diez pesos no se pegan con el chicle, son de níquel” mientras Víctor Manuel González Guadián saca basura de entre las rejillas de una alcantarilla, ha metido un imán atado a un hilo al que le escurre un líquido grisáceo, pestilente, Víctor es un caza tesoros de las cloacas.
Él como otras personas se las ingenian para encontrar nuevas formas de ganar dinero y el sustento en una de las ciudades con mayor índice de pobreza en Guanajuato, la pandemia por coronavirus (SARS- Cov-2) provocó grandes despidos, medias jornadas y salarios lo más mínimos posibles.
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“Tengo talentos laborales, pero no se me ha dado, no me agüito” expresa Víctor que vuelve a sumergir uno de sus imanes.
Para los que a unos son unas monedas perdidas, para Víctor cada peso es valioso, pues significa el sustento diario y la comida… “ahorita quiero para un refresco que se me atoraron una tortas que me comí” comenta mientras sus gruesos dedos separan de las hojas y de entre la maraña color negro (quizá hebras de cabello … papel) unos pesos a los que apenas se les distingue la efigie pues ha sido cubierta por la suciedad.
Víctor señala la coladera de dónde sacó tres pesos “estas van a López Mateos y desembocan en el Malecón, que ahí es donde yo dormía en la entrada de esa coladera, ahorita me he estado metiendo…”. Muestra sus imanes y describe las características de cada uno, a continuación saca uno de una de las bolsas de sus pantalones de mezclilla: un pedazo de metal plateado y dice “este es el más potente”.
Cazador de tesoros sin ambiciones, una piedra de "unicornia"
Camina en las tuberías debajo de la ciudad, con la escasa luz que dejan pasar las tapas de las coladeras, en cuclillas, atento, en busca de algún metal preciado, aunque casi siempre encuentra monedas de otras décadas, de otros países, clavos, tornillos oxidados, figurillas de bronce, laminillas de oro y anillos de plata. Víctor abre su puño para descubrir una minúscula piedra, idéntica a un diamante, brilla encima de la palma sucia de su mano “es una piedra de unicornia”, dice. Unos hombres curiosos se acercan y uno de ellos corrige: “es de zirconia”.
Con la mirada fija sobre los objetos que ha colocado en una de las jardineras, expresa: “¿Tendrán un valor? Sabrá Dios, no soy como que ambicioso. Hay un pago bien hermoso que yo tengo aquí, fui adicto mucho tiempo, quedé dañado de mis emociones. Ahorita, gracias a Dios ya no, andar con mi imán me relaja, me gusta, ando feliz”.
Víctor Manuel González Guadián es un buscador de tesoros de lo que los leoneses han perdido, objetos que tuvieron alguna vez una historia y que acabaron por perderse en la cloaca del olvido que desemboca en Malecón del río.
Fierro mal pagado
De sus recorridos en las alcantarillas Víctor ha llegado a juntar, en un día, hasta 470 pesos, cuando la suerte no es tan benigna, recolecta: varillas, clavos y tornillos, para vender por kilo a las chatarreras, dice “lo compran muy barato, a 4 pesos”.
“La gente dice que estoy loco por hacer esto, por traer el imán y juntar fierro”. Sin importar el valor a Víctor Manuel González Guadián le emociona buscar tesoros en las alcantarillas, se vale de varios artilugios para sacar las monedas que caen en las coladeras, dinero que ya nadie se interesa por sacar.