POZA RICA, VER.— “¡Bienvenidos a mi casa!”, dice Norma con una sonrisa grande que le ayuda a esconder su impotencia. “Aquí era mi salita; aquí tenía un mueble para la tele y aquí estaba el comedor. Lo perdimos todo”, se lamenta la mujer de piel morena y estatura baja. Su vivienda y cientos más en el fraccionamiento Las Gaviotas sucumbieron ante los brazos del Río Cazones, afluente que se desbordó el pasado 10 de octubre causando muertes, desapariciones y miles de personas damnificadas.
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Hablar con Norma Érika Jiménez te ayuda a comprender que las pérdidas materiales son particularmente dolorosas cuando todavía no son de tu propiedad porque las conseguiste mediante créditos. Fue apenas en noviembre de 2024, hace 11 meses, cuando la mujer de 43 años y su esposo adquirieron un crédito en Infonavit —institución mexicana que facilita a trabajadores el acceso a una vivienda a través de créditos hipotecarios—. Juntaron sus puntos y se echaron encima una deuda por 30 años.
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Valdría la pena, pensaron. Por eso también recurrieron a un segundo crédito para amueblar su casa, marcada con el número 10 de la calle Del Río. Norma cumplió su sueño: casa nueva con muebles nuevos: un comedor, una lavadora, estufa, aire acondicionado en su recámara para mitigar los calores húmedos que alcanzan los 40 grados centígrados y hasta un tocador Vanity, un mueble blanco con su espejo grande rodeado de focos donde a diario se maquillaba y tomaba fotos.
Norma saca su celular y comparte momentos de la Navidad pasada; su pino adornado con luces y esferas; la entrada de su casa embellecida con una hilera de plantas; y fotos con su familia: su esposo, su hijo y un sobrino al que le daban alojo para que pudiera estudiar su licenciatura en Pedagogía, en el municipio de Poza Rica. La jefa de familia trabaja como despachadora en una gasolinera. Hace cuatro meses el cheque de su quincena reflejó el primer descuento por el crédito de vivienda. Hace apenas cuatro meses.
“Duele porque realmente con esfuerzo, con trabajo, compramos nuestras cositas y pues todo era nuevo porque apenas nos habíamos cambiado a esta casa. Las deudas ahí están y no te las perdonan. Y, ni modo, hay que volverse a endeudar para comprar todo lo que ya hace falta”, así Norma el escenario y la única alternativa que tiene su familia y más damnificadas: endeudarse para pagar más deudas.
La casa de Norma Jiménez una inmobiliaria la construyó a escasos 12 metros del Río Cazones; a la vivienda la separa del afluente una calle sin pavimentar, un muro de contención que no se terminó por omisiones que se atribuyen a gobiernos locales pasados, pero que a gobiernos actuales tampoco les interesó terminar.
Un profesor y habitante de Poza Rica comparte los recuerdos que le trae el Río Cazones. Cuenta que, a finales de los años 70, el fraccionamiento Las Gaviotas no existía y en donde ahora viven cientos de familias solo había platanales. “Nosotros veníamos de chamacos a bañarnos en el río; fue en unos 20 años que toda esta zona se pobló, porque para la inundación de 1999 ya era el Fraccionamiento Las Gaviotas y los damnificados de Las Gaviotas”.
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El relato del catedrático te invita nuevamente a cuestionarte. ¿Por qué autoridades permitieron a inmobiliarias construir fraccionamientos tan cercanos al Río Cazones? Una respuesta puede encontrarse en el pasado, a finales de los años 90, cuando a través de políticas públicas se inyectó capital a empresas inmobiliarias para desarrollar miles de fraccionamientos a lo largo del país con viviendas inhabitables: lejos de los servicios púbicos como el agua potable, energía eléctrica, drenaje. O, como en Las Gaviotas, construida en zonas de alto riesgo.
Y en medio del desastre que causó el reciente desbordamiento del Río Cazones, el pasado viernes 24 de octubre la presidenta Claudia Sheinbaum declaró que ya analizan posibles soluciones para las familias que viven en estas inmediaciones. Una opción es terminar de construir el muro y otra reubicar a miles de familias que aquí echaron raíces.
“Tenemos que hacer un estudio. Lo consulté con el director de CONAGUA, me mostró unas imágenes. El río Cazones tiene un ancho muy importante en ciertas zonas y luego se reduce en el paso de Poza Rica. Hay muchas viviendas que quedan justamente donde hay un estrechamiento del cauce”, Dijo Sheinbaum en su conferencia matutina.
¿Un muro o reubicación? Pensar en eso para Norma es ocuparse del futuro, y a ella ahora le aflige más el presente. “O trabajo o vengo a limpiar mi casa. Si vengo a limpiar mi casa y no trabajo, pierdo mi trabajo. Y luego si pierdo mi trabajo, ¿cómo vuelvo a hacerme de mis cosas? Da impotencia”, dice la mujer, quien recomienda a unos visitantes pisar fuerte para no resbalarse. Su casa se asemeja a una pista de patinaje: hay lodo fresco en el mosaico del piso, en los muros color rosa, en todos lados.
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Del trabajo a limpiar la casa; el ciclo de una familia damnificada
Por ahora Norma y los suyos viven en casa de sus suegros. Es sábado 25 de octubre y su familia ocupó su día de descanso para seguir limpiando su vivienda. Son las dos de la tarde y se dan tiempo para comer presas de pollo asado que voluntarios les llevaron. Por ahora todo lo que pueden hacer es lavar los muros y sacar la basura. No hay energía eléctrica y el drenaje está tapado.
“Se quebró mi mufa y arrancó el cable de luz, porque no tengo. Ahorita fui a ver a a gente de CFE (Comisión Federal de Electricidad) y dicen que es por listado. Entonces, pues no me van a arreglar todavía. Ahorita hay que lavar; ya después volver a pintar, arreglar lo de la luz, cambiar el cableado, porque como estaban por fuera los cables se echaron a perder”, dice la mujer, sus necesidades y el orden de prioridades.
Norma explica que su casa ya fue censada por personal de la Secretaría de Bienestar y que este domingo 26 de octubre recibirán el primer apoyo por 20 mil pesos. Ella reconoce que es una ayuda pero también explica que comparada con sus pérdidas es nada.
“Realmente 20 mil pesos no alcanzan para nada. Porque sinceramente, ¿cuánto cuesta un refrigerador? 13 mil pesos. Vamos a suponer que en dado caso nos van a regalar el refrigerador y según la estufa; pero, por ejemplo, yo mi lavadora ya la perdí. Hay que comprar tanques de gas porque me lo robaron, hay que comprar licuadora, microondas, muebles, bases de la cama, porque te van a dar el colchón, pero no te van a dar las bases. Que el comedor, que las sillas”, remarca con preocupación.
Hace unas horas Norma fue a la Plaza Cívica, en el centro de Poza Rica, para a ver si regalaban un colchón y le dijeron que deberá ir el lunes a recoger un ticket y después cambiarlo. “¿A qué horas voy a ir a traer el ticket? Si trabajo”, recrimina y recuerda al gobierno federal que deberían censar a damnificados en sitios de trabajo como hoteles, supermercados, ferreterías, restaurantes y hasta gasolineras. En Poza Rica son tiempos donde todos quieren recuperar sus bienes pero por nada del mundo perder sus empleos.
La tarde comienza a caer en Las Gaviotas y personal del Ejército Mexicano recuerda a las personas que es tiempo de salir de sus casas en el fraccionamiento por su seguridad. Algunos, como la familia de Norma, irán a descansar a casas de sus suegros, otros a albergues.
Se han ido 16 días desde la tragedia en el norte de Veracruz que provocó la muerte de 35 personas y la desaparición de otras siete. La primera fase de la tragedia ya pasó, ahora toca a miles de damnificados vivir una etapa larga y complicada para recuperar sus viviendas y bienes.
Norma dice que no hay de otra que seguir y valerse de lo que, a diferencia de otros, conserva: su familia completa. “Nos valemos ahora sí que de la fuerza moral, de la familia, en que que pues ya, ni modo. Dios nos da va a dar más vida y más fuerzas para seguir adelante”.
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