CONTAMINACIÓN

La polución se prepara para entrar a las campañas

El tema de la calidad del aire ha sido histórica y sistemáticamente despreciado y minimizado por los gobiernos federales y locales. | Leonardo Martínez

Escrito en OPINIÓN el

La contaminación del aire es un ave de mal agüero para Claudia Sheinbaum. El primero de enero de 2019, a unos cuantos días de haber asumido como jefa de gobierno de la Ciudad de México, se presentaba la primera de seis contingencias atmosféricas que habría en ese año. Una de ellas, la del mes de mayo, rompió el récord de duración pues nos ahogó durante tres largos días en una espesa nata de contaminantes. La prensa internacional difundió profusamente el episodio y los moneros se dieron vuelo representando a Sheinbaum con la cabeza envuelta por una nube negra que la seguía por todos lados.

La semana pasada se declaró la contingencia número 23 en lo que va de esta administración, con un altísimo valor del índice de ozono que no se veía desde hace 8 años. Y en esta ocasión no pudieron echarle la culpa ni a los incendios forestales ni a la quema de fuegos artificiales, pues aunque no lo digan ni lo quieran reconocer, la verdad es que la contaminación del aire sigue desbocada.

Después de esa larga contingencia del 2019 Sheinbaum y su equipo quisieron dar la impresión de que lo iban a tomar en serio, y unas semanas después presentaron un paquete de “medidas inmediatas” para reducir los preocupantes niveles de contaminación del aire. Anunciaron con bombo y platillo una lista de acciones que resultó ser un refrito de programas anteriores, con errores ortográficos, un lenguaje anticuado sin perspectiva de género y estimaciones de reducción de emisiones con supuestos irreales y números que no eran creíbles. A 5 años de distancia resulta claro que las medidas inmediatas de Sheinbaum fueron un fracaso.

Vivimos y respiramos en una nube de contaminantes que causa la muerte de miles de personas todos los años. Los estudios científicos más serios han erradicado la creencia que tuvimos durante muchos años en el sentido de que los daños causados por los contaminantes atmosféricos se circunscribían a los sistemas respiratorio y cardiovascular. Ahora sabemos que la polución del aire provoca diferentes tipos de cánceres, fragilidad ósea, infertilidad, diabetes, obesidad, demencia, depresión, suicidios, complicaciones del hígado, Parkinson, autismo, y como se comprobado científicamente, las partículas contaminantes pueden llegar a todas las células del cuerpo, pasan por la placenta y dañan al feto, reduciendo, por ejemplo, las capacidades respiratorias y cognitivas del recién nacido.

No se requiere que tengamos picos de contaminación que activen las contingencias ambientales para que los daños se materialicen, éstos se van dando paulatinamente como un cáncer que avanza sin hacerse notar.

Después de la pandemia del Covid quedó plenamente demostrado que la contaminación atmosférica fue un factor que se combinó con ciertas comorbilidades para incrementar el número de fallecimientos, en México y en muchas otras ciudades del mundo. Es más, todo parece indicar que algunas de esas condiciones preexistentes, están directamente relacionadas con los niveles históricos de contaminación atmosférica. Y, sin embargo, las autoridades ambientales y de salud federales y de la CDMX prefieren minimizar los datos y evitan informar verazmente a la población.

En varias ocasiones he reiterado que las políticas públicas tanto federales como locales en materia de calidad del aire han mantenido durante años una visión anacrónica, pusilánime e irresponsable que ha permitido que muchos millones de mexicanos estemos permanentemente expuestos a concentraciones peligrosas de varios contaminantes atmosféricos.

Si bien es cierto que desde los noventa del siglo pasado a la fecha ha habido algunos avances, en general el tema de la calidad del aire ha sido histórica y sistemáticamente despreciado y minimizado por los gobiernos federales y locales. Sin embargo, el desprecio de los gobiernos morenistas por el tema no tiene parangón: las decisiones tomadas para desterrar el aprovechamiento de las energías limpias, el frenesí por apostar a la producción y al uso de combustibles fósiles, incluyendo a los más cochinos como el combustóleo, así como el injustificable abandono de compromisos, convenios y tratados internacionales, como el acuerdo de París, los colocan como los peores enemigos de la salud ambiental que hemos tenido.

Estamos a un día del inicio formal de las campañas electorales y el tema de la contaminación atmosférica, especialmente en lo que se refiere a los daños que ésta causa sobre la salud de la población, será uno de los temas importantes porque es un problema grave que no sólo afecta a la Ciudad de México, sino a muchas otras del país.

En la CDMX la mayor parte de las contingencias atmosféricas se concentran en los primeros cinco meses del año, por lo que éstas volverán a hacer acto de presencia en pleno período de campañas. Al menos para Sheinbaum y su legado en esta ciudad, para febrero o para mayo será temporada alta de llegada de aves de mal agüero.

 

Leonardo Martínez

@lmf_Aequum