MODELO ECONÓMICO

Economía; el negrito en el arroz

Vivimos una pequeña bonanza coyuntural basada en el consumo de importaciones. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

Las buenas noticias

En general las noticias parecen buenas… hasta que se escarba un poco más a fondo.

La calificadora internacional Moody´s recién elevó la estimación del crecimiento económico de México al 3.5 por ciento para este año y al 2.3 por ciento para el 2024. Es el sexto semestre consecutivo que se calcula que el país crece por arriba del 3 por ciento. Es una buena noticia si la comparamos con las malas noticias de los últimos años.

De 2016 a 2019 el promedio de crecimiento fue inferior al 1.5 por ciento y en 2020, el año de la pandemia la producción se hundió en casi 8 por ciento. Los dos años de recuperación de 2021 y 2022 llevaron el producto apenas al nivel de 2018. Si la estimación anterior es certera hacia fines de 2024 habremos recuperado el nivel de producción per cápita del 2018.   

Lo mejor de la predicción es que el crecimiento es impulsado principalmente por el consumo y la inversión internos y la demanda norteamericana. El incremento del consumo se debe sobre todo a mejores salarios, incluyendo un buen crecimiento real del salario mínimo y, también al incremento de las transferencias sociales.

Otra fuente de ingresos han sido las remesas. En el primer semestre del 2023 se batió récord con la entrada de 30 mil 238 millones de dólares enviados a las familias mexicanas desde los Estados Unidos. Fueron un 9.9 por ciento superiores a las del primer semestre del año pasado. Para el 2023 se calcula que llegarán más de 63 mil millones de dólares. Es posible que el abaratamiento del dólar, que se traduce en menos pesos para las familias mexicanas, haya hecho que sus parientes les manden más dólares para compensar esa baja.

Un factor adicional de impulso a la economía es el aumento de la inversión. Esta puede deslindarse en dos vertientes; una es la inversión pública centrada en grandes proyectos en el sur del país y la inversión público – privada, en parques industriales e infraestructura.

Otro máximo histórico para la economía nacional es la entrada de inversión extranjera. Si se comparan las cifras de enero a septiembre de 2023 con las del año pasado el incremento es de un muy notable 30 por ciento. Esto se debe en gran medida a la expectativa que ha desatado el llamado Nearshoring, es decir la relocalización de empresas que ya no encuentran tan atractivo invertir en Europa o China.

México es ahora el primer socio comercial y proveedor de Estados Unidos. Entre enero y septiembre de 2023 México elevó en 4.3 por ciento sus exportaciones a Estados Unidos, mientras que China redujo sus exportaciones a Estados Unidos en 24.4 por ciento. Esta caída se debe a las restricciones comerciales y aranceles que Estados Unidos le ha impuesto a las importaciones chinas. 

Los montos históricos de entrada de inversiones y remesas de los últimos años han generado una abundancia de dólares baratos. Mientras entre febrero y agosto de 2020 esa divisa costaba más de 22 pesos, ahora a mediados de diciembre ronda los 17.50 pesos por dólar. Un abaratamiento del dólar de alrededor del 20 por ciento. La entrada de mercancías abaratadas y la reducción de aranceles determinada por el gobierno de México han contribuido de manera significativa al control, o lenta reducción, de la inflación.

El negrito del arroz

El conjunto de buenas noticias pareciera indicar una pequeña bonanza; en realidad apenas una recuperación parcial. Destacan la elevación del consumo mayoritario y la oportunidad que brinda la relocalización geoestratégica que muchos grandes conglomerados internacionales se plantean. Pero bajo esa apariencia se están generando problemas de mediano y largo plazo.

Cierto que ha crecido la inversión, sobre todo la orientada al turismo y a la exportación. Pero en los últimos cinco años cayó en un 40 por ciento la edificación de viviendas en general; la construcción de viviendas de interés social se redujo en 70 por ciento.

Lo más preocupante es el sentido que la estrategia económica de la actual administración le ha dado a la elevación del consumo mayoritario. Los datos del INEGI señalan que de abril de 2021 a 2022 el consumo se elevó en un 8 por ciento, lo que se asocia a una recuperación parcial pero importante después del desastre del 2020 y sus secuelas. Pero destaca que el consumo de bienes nacionales creció tan solo en 1.2 por ciento y el de bienes importados en 22.8 por ciento. Datos más recientes confirman que la tendencia empeora. En agosto de 2023 el consumo nacional se elevó en 4 por ciento respecto al año anterior, de los cuales el de bienes nacionales se redujo en 0.9 por ciento y el de bienes importados se elevó en 23.2 por ciento.

Sabemos del retroceso en la autosuficiencia alimentaria; ahora es evidente que ocurre algo similar en la producción manufacturera. Es verdaderamente grave que el incremento del bienestar de la mayoría ocurra en detrimento de la producción nacional y con una fuerte y creciente dependencia de las importaciones. Estamos ante una visión de muy, muy, corto plazo. 

Vivimos un fuerte incremento del déficit comercial con China que, en 2022 llegó a casi 108 mil millones de dólares. Le compramos cada vez más, sobre todo productos manufacturados, y a cambio nos compra poco, básicamente materias primas y bienes con poco valor agregado. Esta situación empeora aceleradamente y está provocando el cierre de empresas mexicanas, sobre todo en industrias con alta generación de empleo.  

El problema resalta en las industrias textil, de la confección y del calzado, pero en realidad es generalizado. Estamos repitiendo el proceso de recambio de aparato productivo nacional que ocurrió entre 1989 y 1994. La fuerte entrada de ahorro externo ha sobrevaluado el tipo de cambio en un contexto de aún mayor apertura comercial justificada por el combate a la inflación. Combatir la inflación aprovechando importaciones abaratadas provoca una sensación de relativo bienestar o por lo menos de que la situación no empeora, pero socava el futuro.

La entrada de competidores propiciada por el dólar abaratado y los fuertes subsidios de China a sus exportaciones ha reducido el margen de utilidad de las empresas nacionales, tanto las exportadoras como las orientadas al mercado nacional, y a otras las está llevando al cierre de actividades. Esto se traduce en menor capacidad de ahorro e inversión de las empresas convencionales. Con lo cual las posibilidades de inversión se reducen a dos agentes principales, el estado con inversiones altamente concentradas en el sureste y los inversionistas externos.

Vivimos una pequeña bonanza coyuntural basada en el consumo de importaciones. La estrategia social ciertamente atempera la situación, pero no corrige la situación de fondo. Esperemos que la siguiente administración se incline, por fin, por definir políticas para reconfigurar una industria y una producción rural que crezcan sustentadas sobre todo en el ahorro interno y orientadas por los intereses soberanos del país y el bienestar a largo plazo de la mayoría.

Quedar al garete de los vaivenes del mercado globalizado nos hace vulnerables; ya vivimos experiencias terribles que no debiéramos olvidar.

 

Jorge Faljo

@JorgeFaljo