PERSONAS CUIDADORAS

Pensemos en las personas cuidadoras

Los estereotipos y roles de género siguen muy presentes en nuestra sociedad. | Agustín Castilla

Escrito en OPINIÓN el

¿Cuántas familias no conocemos -incluso puede ser la nuestra- que además de ver por sus hijas e hijos, cuidan a la abuela o al abuelo que ya no pueden valerse por sí mismos o a alguna persona con discapacidad, compartiendo en la mayoría de los casos un espacio reducido y recursos limitados para cubrir sus necesidades como atención física y emocional, revisiones médicas frecuentes, tratamientos y medicinas entre tantas otras?

Ahora, con los resultados de la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) que por primera vez realizó el INEGI, podemos contar con una visión más clara sobre la situación que se vive en los hogares que tienen a alguna persona que requiere de cuidados, así como las características de las personas cuidadoras y las condiciones generalmente muy complejas a las que se enfrentan prácticamente sin ninguna ayuda. De hecho, algunos de los programas que les representaban algún apoyo como las escuelas de tiempo completo o las estancias infantiles desaparecieron en esta administración.

De acuerdo con la ENASIC, se estima que el 77.8% de los hogares (30.2 millones) tiene al menos a una persona susceptible de recibir cuidados, y de las 58.3 millones de personas que los requieren, entre las que se encuentra la población infantil de 0 a 5 años, niñas, niños y adolescentes, personas adultas mayores o con discapacidad, 20.7 millones que representa el 35.5% no recibió cuidados en sus hogares, siendo las personas con discapacidad o alguna dependencia las más desprotegidas ya que solo alrededor de 200 mil (3.3%) tuvo acceso a alguna institución o centro de cuidados.

Un aspecto a destacar es que de las 31.6 millones de personas que brindan cuidados sin recibir ninguna remuneración, 3 de cada 4 son mujeres, sobre todo madres y abuelas. Es decir, en la mayoría de los hogares en que se requiere atender, asistir, acompañar, vigilar y brindar apoyo a alguno de sus integrantes, la responsabilidad recae mayoritariamente en las mujeres quienes además se tienen que hacer cargo de las labores del hogar como la limpieza o la cocina, lo que denota que los estereotipos y roles de género siguen muy presentes en nuestra sociedad. Otro dato que lo confirma, es que las mujeres dedican casi 38 horas a la semana para el cuidado de sus familiares, mientras que los hombres le destinan apenas 25 horas, lo que significa 32% menos tiempo.

A ello hay que sumarle que, además de las labores domésticas y tareas de cuidado, más de la mitad de estas mujeres tienen alguna actividad económica, pero las horas en que están en posibilidad de trabajar disminuye y por tanto sus ingresos así como sus posibilidades de desarrollo. También hay que tener en cuenta que de las mujeres cuidadoras que no están económicamente activas, alrededor del 68% señaló que no puede hacerlo al no contar con alguien que les ayude a cuidar a sus hijas e hijos, ancianos o enfermos aún y cuando necesiten de esos ingresos ante los gastos adicionales que les implican. Ni que decir del tiempo que les queda para ellas, para su cuidado personal, realizar otras actividades, socializar etc.

Como es natural, las difíciles condiciones a las que se enfrentan principalmente las mujeres cuidadoras, tienen un impacto importante en su salud tanto física como emocional. De esta forma, 39% afirma sentir cansancio; 31.7% que ha disminuido su tiempo de sueño, el 22.7% manifestó tener mayor irritabilidad; 16.3% siente depresión, y 12.7% señaló que se ha visto afectada su salud física.

En este contexto, resulta imperiosa la necesidad de impulsar un sistema de cuidados que considere tanto la situación de las personas que los requieren, particularmente de las personas adultas mayores, enfermas o con alguna discapacidad, así como de las personas cuidadoras, en una responsabilidad compartida entre el Estado, los empleadores y las familias. Aun cuando la atención en estos momentos está centrada en las cuestiones político-electorales, se debe abrir un espacio en el congreso para analizar con la mayor seriedad las diversas iniciativas que se han presentado -y cuya discusión se ha postergado inexplicablemente-, escuchar las opiniones de instituciones públicas, empresas y sobre todo de las personas que día con día hacen un esfuerzo muchas veces titánico por procurarles a sus seres queridos las mejores condiciones posibles.

 

Agustín Castilla

@agus_castilla