ADELANTOS EDITORIALES

El choque inevitable • Raúl Cortés

Prensa, discurso y poder en el sexenio de López Obrador.

Escrito en OPINIÓN el

¿Por qué López Obrador se ha obsesionado con los medios (sobre todo con los “conservadores”), a quienes considera sus más fieros contrincantes?

¿Por qué miente y desinforma con tanta confianza incluso cuando se le presentan evidencias que anulan sus afirmaciones?

¿Qué consecuencias políticas tiene su actitud retadora y desdeñosa hacia la verdad y los hechos?

Sea como un recurso para polarizar al país en su beneficio o como una genuina estrategia de cambio, el presidente de México ha logrado convertir la relación entre el poder y los medios de comunicación en uno de los aspectos centrales de su gestión. Esto ha generado confrontación, pero también dependencia, y ha marcado el ritmo de la discusión pública en México desde que el presidente estableció las conferencias mañaneras” como la principal vía de comunicación de su gobierno.

Este libro registro y analizo esa interdependencia. Mitad crónica de los primeros cuatro años de gobierno de AMLO, centrada en los bulos que se han lanzado día tras día desde el púlpito del presidente, y mitad ensayo sobre el uso político de las fake news y el papel de la ética periodística en un mundo dominado por la desinformación y la infodemia, es uno de los textos que mejor documentan un fenómeno tan complejo como preocupante: las implicaciones políticas de la posverdad.

Raúl Cortés (Barcelona, 1975) es licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, trabajó en radio y televisión en España antes de desarrollar una carrera de veinte años como corresponsal y directivo en América Latina, la mitad de ellos en México. Ha sido director de la Agencia EFE en Bolivia, Uruguay y México, reportero en Perú y enviado especial en Argentina, Chile, Cuba, Estados Unidos, Panamá y Paraguay. Ha cubierto la fuga y recaptura del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán, la visita del papa Francisco a México, la llegada al poder de Evo Morales en Bolivia, el inicio de las negociaciones del gobierno colombiano y las FARC en Cuba, elecciones, revueltas sociales, terremotos y huracanes.

El choque inevitable | Raúl Cortés

#AdelantosEditoriales

 

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México desmañanado

Estamos peor, pero estamos mejor. Porque antes estábamos bien, pero era mentira. No como ahora, que estamos mal, pero es verdad.

Mario Moreno Cantinflas

Nunca antes en México un presidente había logrado acaparar la atención de la opinión pública de forma tan contundente y frecuente como lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador con su conferencia de prensa matutina diaria.

Y nunca antes, en ningún rincón del mundo, un mandatario había dado la oportunidad a los periodistas cada mañana de responder a sus preguntas como lo hace el político tabasqueño. Así, las “mañaneras”, como han sido bautizadas esas ruedas de prensa, constituyen uno de los ejercicios de comunicación política más extraordinarios que se recuerden y una ocasión inmejorable para una interacción pública inédita­ entre la prensa y la principal autoridad de un país.

Sin embargo, muchas son las voces que han puesto en entredicho y siguen cuestionando este singular ejercicio informativo. Nacido en medio de una inusitada expectativa, el supuesto plan del mandatario de fraguar un “diálogo circular” genuino y efectivo entre el poder y los medios parece lejos de haber logrado su cometido.

“Cuando el hermetismo, la discreción y, en ocasiones, una intransigencia­ disfrazada de desdén, habían sido las principales características de administraciones pasadas en materia de comunicación política (en donde, por lo general, las ruedas de prensa eran ocasionales o parafernalísticas y las labores del presidente podían pasar desapercibidas durante varios días), ciertamente, el contraste con las mañaneras es tanto que estos ejercicios no son sencillos de comprender y asimilar”, afirmó Juan Jesús Garza Onofre en una honda reflexión sobre ese ejercicio de comunicación.1

El efecto imán de la actividad que se celebra todos los días a primera hora de la mañana en el Palacio Nacional es uno de sus principales éxitos. Carlos Elizondo, profesor de la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey y autor del libro Y mi palabra es la ley, centrado precisamente en la actual figura presidencial, subrayaba en una entrevista con la agencia española efe que la mañanera demuestra “una enorme creatividad por parte del presidente”. Para Elizondo, “es el mejor acto de propaganda que uno se pueda imaginar porque todos los días estamos hablando en torno de lo que él quiere”.2

Sin embargo, a los mexicanos que conocen y han seguido la larga trayectoria política de AMLO, sobre todo a los integrantes del gremio periodístico, no les resultó tan novedosa la convocatoria diaria del mandatario a la prensa, teniendo en cuenta que ya realizó esta clase de actividades con la misma periodicidad entre 2000 y 2005, cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal (ahora la Ciudad de México).

Y es que casi provoca una carcajada revisar el número de conferencias de prensa ofrecidas por el antecesor inmediato de López Obrador, Enrique Peña Nieto (2012-2018), durante su gestión. Nada mejor para hacerse una idea de la alergia de Peña Nieto a responder frontalmente a consultas de los reporteros que traer a colación el titular de un artículo escrito por el novelista e historiador Héctor Aguilar Camín el 19 de octubre de 2017, un año antes de que el gobernante dejara Los Pinos: “El presidente Peña da, por fin, una rueda de prensa”.3

En realidad, aquello a lo que se refiere Aguilar Camín fue un encuentro con medios de comunicación, básicamente con líderes de opinión y directivos de empresas informativas, en el que el mandatario y sus secretarios expusieron lo que el gobierno estaba realizando para reconstruir las zonas afectadas por el terremoto del 19 de septiembre anterior y que derivó luego en una sesión de preguntas y respuestas.

Es verdad que en agosto de 2016 la polémica comparecencia de Peña Nieto en Los Pinos junto al entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano, Donald Trump, sorpresivamente invitado al país, terminó convirtiéndose en una improvisada e incómoda rueda de prensa a raíz de los insistentes reclamos finales para ejercer su derecho a preguntar de los corresponsales estadounidenses que acompañaban al futuro mandatario, sin que quedara muy claro si aquello que estaba ocurriendo formaba parte del guion original del evento.4

Así, el mexicano y el estadounidense —­este último hasta con cierto deleite—­ tuvieron que contestar brevemente a las inquietudes de la prensa sobre los temas más candentes de la relación bilateral, como quién iba a pagar la construcción del muro fronterizo que exigía­ Trump para frenar la migración desde la nación vecina, o los insultos que el magnate neoyorquino había proferido contra los migrantes mexicanos que ingresan a su país en busca de una vida mejor.

No es menos cierto que antes de terminar su gestión, en agosto­ de 2018, semanas después de que López Obrador ganara cómodamente las elecciones presidenciales, Peña Nieto y el nuevo gobernante concedieron seis preguntas a los reporteros en una comparecencia de prensa conjunta con motivo del lanzamiento del proceso de transición.5

Sin embargo, es conveniente aclarar que el compartir estrado con alguien tan sediento de tomar la palabra como AMLO y el saberse ya casi fuera del poder y, por lo tanto, libre de muchas responsabilidades, restaron presión al mandatario saliente.

No hay que olvidar que Peña Nieto tenía otra forma de hacer llegar su mensaje a la población a través de los medios: la publicidad oficial. Aunque en la práctica nunca logró levantar su imagen tras el golpe que representó la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014 y el caso de corrupción de la llamada “Casa Blanca” poco después, en este terreno destinó la friolera de 2 mil millones de dólares en sus primeros cinco años de mandato. Al concluir su sexenio terminó batiendo récords.6

El antecesor de Peña Nieto, Felipe Calderón (2006-2012), fue casi tan remiso como su sucesor a convocar esos encuentros con la prensa bajo la fórmula de pregunta-respuesta. Muchas de esas actividades se dieron en el marco de giras en el extranjero, donde las temáticas se circunscribían un poco más al contexto internacional y no tanto al siempre delicado panorama nacional.

En enero de 2007, por ejemplo, concedió una conferencia de prensa conjunta con el presidente de El Salvador, Antonio Saca, en el país centroamericano; otra junto a la canciller alemana, Angela Merkel, durante una visita al país europeo, y una más en el marco de su participación en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), en este caso en solitario.

En junio de 2008, en un viaje a España, el mandatario y su homólogo, José Luis Rodríguez Zapatero, también respondieron a preguntas de los reporteros.7 En enero de 2009, el político michoacano dio otra rueda de prensa en Davos. Y poco más.

“Hay mandatarios, como Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), y Felipe Calderón Hinojosa, que prefieren actuar sin intermediarios para transmitir sus mensajes a los medios; el primero a través de encuentros directos con los periodistas y el segundo a través de sus discursos”, sostienen Yolanda Meyenberg y Rubén Aguilar, quien fuera vocero de Vicente Fox (2000-2006), en su libro La comunicación presidencial en México (1988-2012).

A Calderón se le recordará, también, por la dramática interrupción de algunos eventos públicos. El 13 de noviembre de 2012, en San Luis Potosí, una mujer cortó su discurso para exigirle que investigara la desaparición forzada de sus hijos. La tensa escena dejó en evidencia la cuestionada postura del gobernante de centrar su estrategia contra el narcotráfico en el despliegue de tropas militares, pese a las continuas acusaciones de violación de derechos humanos.8

En la Jornada Ciudadana por la Seguridad y la Justicia, celebrada el 14 de octubre de 2011 en el Castillo de Chapultepec, un hombre identificado como Nepomuceno Moreno irrumpió en el acto y le entregó al mandatario una denuncia por el secuestro de su hijo en Sonora. Un mes y medio después el denunciante era acribillado a balazos.9

Fox, el hombre que terminó con la hegemonía de 70 años del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y cuyo talante personal se asemejaba más al de AMLO, al menos en apariencia, intentó usar mecanismos de comunicación directa con el pueblo como el político tabasqueño. Sirva de ejemplo un programa de radio semanal que se emitió los sábados durante parte de su sexenio. Fox en vivo, Fox contigo inició transmisiones en enero de 2002 y fue suspendido en 2006, en medio de cuestionamientos por su costo prohibitivo, tomando en consideración su escasa audiencia.10

Hacia el final de su sexenio, en Los Pinos, la entonces residencia presidencial, se dio una especie de mañanera, pero no la conducía Fox sino su portavoz, Aguilar, quien en aquellos eventos tempraneros hizo célebre la frase “lo que el presidente quiso decir”. Dicha actividad informativa, que iniciaba a las siete de la mañana, como la actual rueda de prensa de López Obrador, servía en realidad para matar dos pájaros de un tiro: por un lado, permitía a la presidencia rectificar alguno de los frecuentes deslices verbales cometidos la víspera por el mandatario y, por otro, hacía contrapeso a la conferencia de prensa que una hora ­antes ofrecía a diario AMLO como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.

“La conferencia matutina elevó la presencia del gobierno en los medios de manera inmediata. Eso se buscaba y dio resultado. Así, se elevó la capacidad del gobierno de intervenir en la construcción de la agenda mediática con los temas que interesaban. Ésta es la parte más relevante de la estrategia de la conferencia diaria, porque existía ahora un mecanismo para entrar en la disputa de la construcción de la agenda de la que el gobierno había quedado fuera en los inicios de la gestión”, relata Aguilar en su libro.11 Una táctica que tiene el mejor exponente en AMLO, como demostró entonces y sigue demostrando ahora.

Los académicos Laura Pérez y Enrique Cuna detallaban en 200612 que en las mañaneras que López Obrador daba en su calidad de jefe de Gobierno, hace dos décadas, él “era quien decidía el tema a tratar, qué contestar o qué esquivar, determinaba la duración de la conferencia de prensa y la intensidad de esta a través de sus mensajes, opiniones y cuestionamientos”.

“Realmente las conferencias están bajo el mando del jefe de Gobierno, él decide de qué habla, quién pregunta; nosotros trazamos un plan antes de la conferencia, sobre todo de temas coyunturales; inclusive se prepara material que hayan pedido antes los reporteros”, pero “la mayoría de las veces es él o la prensa quienes determinan el camino de la conferencia, es decir, los temas que se van a tratar, la duración o la intensidad de las declaraciones”, afirmó la subdirectora de información de la Dirección General de Comunicación Social del Gobierno del Distrito Federal (DGCSGDF), Angélica Patiño, el 4 de junio de 2003.13

Los asuntos tocados entonces por López Obrador a las seis de la mañana resultan ahora bastante familiares. “Encontramos la repetición de temáticas como la democracia, las necesidades del sector marginado, la participación social, la constante exaltación de la figura de Benito Juárez, el programa de austeridad, la crítica al Fobaproa [Fondo Bancario de Protección al Ahorro], el desarrollo social y la educación”, narran Pérez y Cuna. “No sólo comunicó cuestiones relacionadas con su administración, sino que también sus declaraciones influyeron de manera importante en el clima de opinión que se estableció entre los ciudadanos. En ellas se hizo política, nacieron y se debatieron temas trascendentales; a partir de lo dicho en la conferencia de prensa matutina se indagó y se buscó reacciones u opiniones. Todo lo que comunicó generó una actitud, una respuesta o un efecto.” Por la hora en que se realizaba, y al ser la primera autoridad del país en hablar en público, AMLO tenía más opciones de imponer su agenda.

Para los académicos, aquellos contactos con periodistas eran “la parte medular” de “estrategias políticas y comunicativas planificadas, estructuradas y aplicadas por el gdf (Gobierno del Distrito Federal) con el objetivo de posicionar a López Obrador como candidato a la presidencia” en los comicios de 2006. Aunque recuerdan que “en ninguno de los mensajes apareció demandando el voto público o urgiendo a que le dieran oportunidad de gobernar el país”. Como ningún otro político mexicano, AMLO ha sabido sacar provecho de su relación con la prensa para acaparar la atención de la opinión pública y, de esta forma, ubicarse en un lugar privilegiado respecto a los electores hasta poder cumplir sus más elevadas aspiraciones políticas.

Si es difícil encontrar parangón para las mañaneras de AMLO entre las actividades de comunicación de cualquiera de sus tres inmediatos antecesores —­Peña Nieto, Calderón y Fox—­, más lo es con los mandatarios que rigieron los destinos de los mexicanos durante el periodo hegemónico del pri en el poder (1929-2000). En realidad, casi sería infructuoso y hasta tedioso tratar de hacer un repaso de las experiencias vividas en un tramo histórico que estuvo mayormente caracterizado por aparatos de comunicación gubernamental más verticales y menos tendientes a confrontar a la prensa con el poder, como remarcó el académico Raúl Trejo en una entrevista en mayo de 2020.14

“Cada presidente tenía un estilo diferente para enfrentar a los medios de comunicación. Durante larguísimo tiempo en los medios había tan pocas voces críticas y tan poca información resultado de una investigación que develara abusos del gobierno que no les hacía falta quejarse”, relató. Trejo recuerda, por ejemplo, que el general Lázaro Cárdenas (1934-1940) tuvo que enfrentar a una prensa muy agresiva y lo hizo “de manera muy estoica”, pero también habilidosa. “Él se quejaba de la prensa y lo que hacía era crear contrapesos”, como inventar las oficinas de prensa gubernamentales y los programas oficiales en la radio o producir papel para los medios impresos.

“Otros presidentes trataron de llevar buenas relaciones con los medios. Miguel Alemán (1946-1952) se encargó de promover la televisión que fue inicialmente privada y esto ocurrió durante el gobierno de Ruiz Cortines (1952-1958). El presidente López Mateos (1958-1964), ya en los años sesenta, tuvo pocos motivos para quejarse pero se quejó muchísimo cuando en la prensa se daban a conocer abusos­ ­ocurridos durante el gobierno, como el asesinato del líder agrario Rubén Jaramillo en los años 60. Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) se quejaba mucho en privado pero poco en público de una prensa que por lo general ocultó los rasgos más sobresalientes de crímenes como el de Tlatelolco en 1968. Luis Echeverría (1970-1976) tenía una prensa muy amable con él y, cuando no lo era, como algunas publicaciones del norte del país, trataba de llegar a acuerdos, aunque él tenía una ruptura mucho más profunda con los empresarios. Y solamente el presidente López Portillo (1976-1982) empieza a quejarse cuando hay una publicación, la revista Proceso, que publica reportajes que no le gustan y es cuando él alude a este asunto de la publicidad que daba el gobierno diciendo ‘no les pago para que me peguen’ ”, explica Trejo.

“Hay una relación entonces muy utilitaria del gobierno mexicano respecto de la prensa porque había una prensa que lo permitía y porque en efecto había una gran cantidad de publicaciones, sobre todo impresas, que recibían pagos por no pegarle al poder en turno.” El presidente que sucedió a López Portillo, Miguel de la Madrid (1982-1988), fue probablemente uno de los mandatarios más restrictivos en la relación con la prensa, como detalla la investigadora María del Carmen Collado, del Instituto Mora.15 Collado recuerda que el gobernante, al llegar a Los Pinos, envió una propuesta de reforma del Código Civil para señalar como conducta ilícita el daño moral que podían causar los medios con sus denuncias, una iniciativa conocida entonces como “ley mordaza”. También instruyó a sus colaboradores a no dar declaraciones improvisadas a los medios, centralizó la distribución del dinero del gobierno a los medios en la Secretaría de Gobernación, tanto los pagos directos como la publicidad oficial, y durante su mandato fue asesinado el periodista Manuel Buendía, convertido con el tiempo en un doloroso símbolo de la mala salud del derecho a la libertad de prensa en el país.

Carlos Salinas (1988-1994), más hábil, mantenía encuentros personales con directivos de medios y fue muy cuidadoso de la imagen que aparecía de su persona en la prensa. En su sexenio, detallan Meyenberg y Aguilar en su libro, “se creó un área específica para registrar la opinión pública acerca de la popularidad del presidente y para conocer lo que la sociedad pensaba sobre los programas de gobierno y los cambios en el modelo económico”. Y puntualizan: “Ésta fue la primera vez que el gobierno se preocupó por tratar de sintonizar sus mensajes con lo que la gente tenía en mente y quería escuchar en voz del mandatario, con el fin de crear un campo de empatía con el gobierno”.

José Carreño Carlón, quien fuera el coordinador general de Comunicación Social de Salinas, recuerda que “las conferencias del presidente con la ‘fuente’ acreditada en Los Pinos se daban al terminar algún evento importante o al finalizar una gira internacional”. Solamente “en situaciones críticas, después de discutir el tema, se resolvía que no fuera el presidente su propio portavoz sino que, de acuerdo con el tema, se elegía a quien saldría a declarar a la prensa”.

Su sucesor en el sillón presidencial, Ernesto Zedillo (1994-2000), llegó a tener una conferencia de prensa periódica durante su mandato, pero en realidad no era muy proclive a alternar con los reporteros, como reveló en una entrevista uno de sus portavoces, Fernando Lerdo de Tejada: “Zedillo fue un presidente que evitó la prensa muchísimo, no se sentía a gusto con estar enfrentando sus preguntas”, reconoció.16 Según Lerdo de Tejada, le gustaban tan poco los medios de comunicación que fue el presidente que instauró formalmente la figura de un vocero de la presidencia, una pieza usada en muchas ocasiones, si no siempre, para librar a los mandatarios de situaciones adversas con los periodistas.

Ulises Castellanos, editor de fotografía de varios medios mexicanos y profesor de universidad, coincide también sobre la singularidad de la mañanera respecto de lo que se ha hecho hasta ahora en México: “Es un ejercicio, si no inédito en el mundo, sí inédito o refrescante en la política nacional”, afirmó.17 “Los presidentes antes de los años setenta ni siquiera daban entrevistas a los periodistas, después se daban el lujo de hacer algo así una vez al año cuando se acercaba el informe presidencial y el único que hizo un intento de hacer una conferencia de prensa semanal fue Zedillo en el año 95 y prácticamente se aventó una o dos y fracasó por completo porque no podía enfrentar a la prensa.”

La rueda de prensa matutina diaria conducida por el político tabasqueño es única también a nivel planetario, al menos entre los países que tienen un mínimo peso en el escenario político internacional.

La aseveración es incuestionable en términos cuantitativos, si nos fijamos en su frecuencia y su extensión. Habrá quien reivindique aquí al venezolano Hugo Chávez y su famoso programa Aló presidente,18 que llegó a durar muchas horas en algunos casos, pero no olvidemos que aquel mítico espacio televisivo no tuvo la periodicidad de la conferencia de prensa de AMLO y no fue ideado para convertirse en un diálogo entre el mandatario y la prensa, sino más bien con la población.

En términos cualitativos, resulta imposible encontrar a alguien que, con la investidura presidencial, haya hecho algo parecido. Algunos comunicólogos han apuntado similitudes entre la creación de López Obrador y la Bundespresskonferenz alemana (bpk), una conferencia de prensa que responde a un esquema instituido desde hace décadas en el país germano para que las autoridades rindan cuentas ante la prensa y, por extensión, ante la sociedad. Si bien la Bundespresskonferenz (conferencia de prensa federal) es relativamente cercana a la mañanera en periodicidad, pues se celebra cada dos días, las diferencias son notables.

Aunque se constituyó oficialmente en 1949, tras la Segunda Guerra Mundial y el mandato del canciller Konrad Adenauer, tiene sus orígenes en una tradición de la República de Weimar, inmediata a la Primera Guerra Mundial, cuando los periodistas de los principales periódicos alemanes se apropiaron del control de una conferencia de prensa diaria organizada hasta entonces por los militares. Los políticos y portavoces del gobierno acudieron como invitados de los medios hasta que los nazis pusieron fin a esta práctica y convirtieron la actividad en un instrumento de propaganda y control de la libertad de expresión del Tercer Reich.

Hoy en día, la bpk es una asociación registrada, con sede en Berlín y una sucursal en Bonn, y se financia mediante cuotas de afiliación. “Solo aquellos que informan a tiempo completo sobre política federal para los medios alemanes desde Berlín o Bonn pueden convertirse en miembros”, detalla en su página web la institución, que cuenta con alrededor de 900 corresponsales y una junta de ocho miembros elegida en una asamblea general, los cuales se turnan para presidir las ruedas de prensa, fijadas para todos los lunes, miércoles y viernes.19

Las dos grandes diferencias respecto a la mañanera de AMLO son, por un lado, que las personas expuestas a las preguntas son el portavoz del gobierno o portavoces de los ministerios y, por otro, que no son ellos los que citan a los periodistas, como hace el mandatario mexicano, sino que son convocados por la prensa.

En el vecino Estados Unidos, siempre una referencia para México, se han realizado históricamente los denominados press briefings (reuniones informativas) en la Casa Blanca, que “raramente involucran al presidente”, como explica en su página web la iniciativa The American Presidency Project, de la University of California, Santa Barbara, dedicada a analizar en profundidad los mandatos presidenciales en el país norteamericano a través de una vasta documentación.

“Por lo general, las reuniones informativas han sido reuniones frecuentes, a veces diarias, del cuerpo de prensa de la Casa Blanca (los corresponsales acreditados) con el secretario de Prensa (y/u otros). Estos brindan una oportunidad para que la Casa Blanca transmita información y para que el cuerpo de prensa haga preguntas sobre prácticamente cualquier tema de interés”, detalla.

El proyecto recoge los promedios de las conferencias de prensa realizadas por los mandatarios estadounidenses desde Calvin Coolidge (1923-1929). Este gobernante es precisamente el que más eventos de este tipo encabezó cada año en que estuvo en el poder (72.9), seguido de Franklin D. Roosevelt (1933-1945), con 72.66, y Herbert Hoover (1929-1933), con 67. Llaman la atención las apenas 5.75 de Ronald Reagan (1981-1989) y, en comparación con la mañanera de AMLO, sorprende la poca frecuencia en que los presidentes de los últimos tiempos se pusieron frente a los micrófonos para contestar a las inquietudes de los periodistas: George W. Bush (2001-2009) lo hizo un promedio de 26.25 veces al año, Barack Obama (2009-2017), 20.38, y Donald Trump (2017-2022), 22. En estos últimos casos, la media baja todavía más si se toma en cuenta las conferencias de prensa que realizaron en solitario los gobernantes.

Una de las cosas que hace únicas a las mañaneras es, sin duda, su duración. La consultora mexicana Spin es la que ha dado un seguimiento más exhaustivo a esas actividades informativas desde distintos ángulos y especialmente en términos cuantitativos.20 Este taller de comunicación política, que ha ido difundiendo cada 15 días en su página web una infografía con los puntos más destacados del invento de López Obrador, reveló el 16 de agosto de 2021 que 62.1% de las mañaneras celebradas hasta entonces habían durado en promedio entre una y dos horas y 33.9% entre dos y tres horas. La conferencia más larga fue el 11 de noviembre de 2020 y duró 192 minutos, es decir, tres horas y 12 minutos, que se dividieron en 72 minutos del mensaje principal del mandatario y 120 minutos de preguntas y respuestas. Es decir, ese día, AMLO dedicó más de una hora de su jornada de trabajo a hablar.21

Si comparamos esa extensión promedio con la de las conferencias de prensa que en general ofrecen a los periodistas otros gobernantes, también podemos hablar de que nos adentramos en un terreno completamente novedoso. Volvamos, por ejemplo, a Estados Unidos. Castellanos, con experiencia en la cobertura fotográfica de las ruedas de prensa que dan los presidentes estadounidenses en Washington, subrayaba en la entrevista con el periodista Hernán Gómez Bruera22 el abismo entre lo que sucede cada día en el Palacio Nacional y lo que ocurre en la Casa Blanca: “El promedio de duración de las mañaneras del presidente, de estas 157 que se han dado, es de 100 minutos […] En Estados Unidos duran en promedio entre 20 minutos y máximo 50 minutos. Es decir, se considera de alta prioridad el tiempo del presidente y deber de estar máximo 50 minutos”.

1. https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/13/6499/21. pdf.

2. https://www.efe.com/efe/america/mexico/y-mi-palabra-es-la-ley-el-libro-que-retrata-a-lopez-obrador-como-rey/50000545-4471193.

3. https://www.milenio.com/opinion/hector-aguilar-camin/dia-con-dia/el-presi-dente-pena-da-por-fin-una-conferencia-de-prensa.

4. https://www.youtube.com/watch?v=kpbC96H0maA&t=142s.

5. https://lopezobrador.org.mx/2018/08/20/palabras-de-lopez-obrador-y-pe-na-nieto-al-ofrecer-conferencia-de-prensa-en-palacio-nacional/.

6. https://www.nytimes.com/es/2017/12/25/espanol/con-su-enorme-presupues-to-de-publicidad-el-gobierno-mexicano-controla-los-medios-de-comunica-cion-pri-pena-nieto.html.

7. http://www.diputados.gob.mx/sedia/sia/spe/SPE-ISS-01-12. pdf.

8. https://www.proceso.com.mx/nacional/2012/11/13/mujer-interrumpe-calderon-le-exige-investigar-desaparicion-de-familiares-110777.html.

9. https://www.animalpolitico.com/2011/11/calderon-le-prometio-apoyo-hoy-nepomuceno-esta-muerto/.

10. https://archivo.eluniversal.com.mx/notas/44889.html.

11. http://ru.iis .sociales.unam.mx/jspui/bitstream/IIS/5187/1/comunic_presidencial.pdf.

12  En el artículo “El posicionamiento político de AMLO a partir de la estrategia de comunicación social del Gobierno del Distrito Federal”, revista El Cotidiano, Universidad Autónoma Metropolitana.

13. Idem

14. https://proyectopuente.com.mx/2020/05/21/como-ha-sido-la-relacion-de-la-prensa-con-los-presidentes-en-mexico-desde-cardenas-hasta-amlo-raul-trejo/.

15. En su artículo “Autoritarismo en tiempos de crisis. Miguel de la Madrid, 1982-1988”, revista Historia y Grafía, Universidad Iberoamericana.

16. https://politica.expansion.mx/presidencia/2019/07/11/en-la-mananera-impor-ta-la-presencia-no-el-mensaje-fernando-lerdo-de-tejada.

17. En una entrevista con el conductor Hernán Gómez Bruera en el canal de televisión La Octava, 6 de mayo de 2020.

18. http://www.snc.gob.ve/noticias/especial-alo-presidente-marco-un-hi-to-en-la-historia-de-la-television-venezolana.

19. https://www.bundespressekonferenz. de/verein/die-geschichte.

20. http://www.spintcp.com/conferenciapresidente/infografia-39/.

21. https://www.eluniversal.com.mx/nacion/amlo-rompe-record-con-mananera-de-3-horas-con-12-minutos.

22. https://www.youtube. com/watch?v=cvm7gn0feM0.