PUEBLA

Fernanda Galicia es diseñadora gráfica y tiene discapacidad auditiva, busca trabajo incluyente

"He sido rechazada por las empresas por la falta de experiencia. No entiendo: ¿Cómo voy a tener experiencia si no me dan un trabajo para generar mi experiencia?" cuenta María Fernanda a La Silla Rota

Créditos: LSR/ Israel Velázquez (Corresponsal LSR)
Escrito en ESTADOS el

PUEBLA. - La mirada de María Fernanda Galicia Aguilar es atenta. Mirar los labios de su interlocutor le permite entender al otro, a los otros, lo que expresan con palabras, mantener un diálogo, comunicarse. Diagnosticada con sordera severa profunda, desde los tres años de edad comenzó a trazar un camino propio en el que rendirse no es una opción ni siquiera cuando se tiene miedo.

Lejos de autoflagelarse, de la mano de su mamá exploró posibilidades que le permitieran primero comunicarse y luego estudiar hasta titularse de Diseño Gráfico en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

Sus ojos expresan la seguridad de quien trazó su camino al andar cuando afirma que: “las personas con discapacidad tienen mucho miedo. Piensan que no van a salir adelante, que no van a poder con todo, que necesitan siempre a alguien que esté pendiente de ellas. Yo sí tenía mucho miedo, ahorita ya no tanto porque aprendí a valerme por mí misma. Vencí el miedo y supe hacer muchas cosas. Es por ese miedo que la mayoría de las personas con alguna discapacidad no estudian”.

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Aprender a leer los labios “la verdad sí fue muy complicado para mí, por varios motivos: me ha tocado que algunas personas hablan muy despacio, otras con la cabeza inclinada hacia el suelo, o de lado, o de espaldas y no puedo comunicarme con ellas hasta que me vean de frente”, dice Fernanda.

Fernanda llega a la entrevista en el Sky Garden de la Biblioteca Biblioteca Central BUAP con un blazer color verde y un total look black. Recogido en coleta, el cabello negro deja sueltos un par rizos sobre los simétricos rasgos faciales de Fernanda.

Sus ojos se ocupan de los labios cuando habla su interlocutor y luego buscan un sitio propio: van hacia un punto perdido cuando piensa en las respuestas, cuando cuenta que uno de los mayores desafíos que enfrentó al estudiar su carrera universitaria fue la comunicación.

A la distancia, cuando ha librado más de un obstáculo académico, afirma que en las escuelas de todos los niveles “faltan muchas cosas, como que obligatoriamente se imparta desde kínder el lenguaje de señas, porque es algo que necesitamos”.

María Fernanda Galicia Aguilar | Fotografía de Israel Velázquez 

María Fernanda, la odisea para poder estudiar

María “siempre debía estar pendiente del rostro de los profesores para leer sus labios y aprender, luego venía el reto de expresar sus propias ideas y trabajar en equipo”. A superar ambos retos le ayudaron tanto los profesores como sus compañeros de clase que fueron comprensivos y amables.

“Yo solita tuve que esforzarme para aprender a leer los labios, porque no hay un lugar donde te puedan enseñar. Mi mamá me enseñó algunas palabras, yo tenía que repetirlas cuando tenía tres años. Me enseñó a hacer ejercicios, como ponerme un lápiz debajo de la lengua y tenía que verme en el espejo, leer un libro y así, porque empecé a hablar poco a poco”.

Cuenta que su mamá estaba convencida de que ella iba a hablar, “y me empezó a meter a la escuela normal y tuve que empezar a hablar”. Fue aprendiendo a enfocarse en los labios de las personas desde los tres años hasta que la llevaron al Hospital de la Comunicación Humana donde tuvo terapia del lenguaje, porque la dificultad no sólo radica en cuánto se mueven las personas con las que habla sino en detalles como aprender a diferenciar la “p” de la “b” en palabras como “boca” y “poca”.

Una de las cosas más difíciles Fernanda la vivió cuando en la primaria “a veces había compañeros que tenían miedo de acercarse a mí, pensaba que les iba a hacer algo, pero como era una persona muy carismática, muy amistosa, había otros que se juntaban conmigo y nos ayudábamos, por ejemplo, en las exposiciones: cuando debía pasar frente a grupo sólo aprendía una parte y a veces me tardaba mucho porque tenía que explicar, pero tuvieron paciencia”.

BUAP su alma mater 

A Puebla la trajeron sus ganas de salir adelante: a los 19 años quiso cursar Arte Visuales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero al no aprobar el examen de admisión su otra opción fue Puebla y aunque presentó también en Artes Visuales “como tuve un problema cuando entregué un papel, me quedé en diseño gráfico".

Cuenta que esta etapa de su vida “fue muy difícil, porque cuando era chiquita fui muy apegada a mi mamá y estaba muy acostumbrada a que ella resolviera mis cosas en primaria y secundaria, ¿no? Cuando me vine a Puebla fue muy difícil porque tenía que ver todo yo misma, aunque fue muy bueno porque aprendí muchas cosas, me hice independiente, resolví yo misma”.

Llegar a Puebla. Vivir en Puebla. Estudiar en Puebla. Se dice fácil: "cuando empecé mi primer mes ya de clase fue muy difícil porque ya estaba sola, pero mi mamá me dio las herramientas necesarias para poder hacerlo. Yo me decía: ‘tengo que ser fuerte’, aunque una vez me puse a llorar, y me decía a mí misma 'no, no puede ser, me hace falta mi mamá, no puedo'. A veces le mandaba mensajes de ‘no puedo, estoy llorando’. Me hablaba y me decía que no me frustrara, que no me desesperara, que me calmara. Gracias a ella, le doy muchas gracias. Me enseñó muchas cosas”.

Desde los primeros semestres en la carrera de Diseño Gráfico la atrapó la ilustración y para sus trabajos se inspira en “el mundo fantástico, la naturaleza, la tradición y costumbre del país. También el arte urbano de mi barrio, Ecatepec, es mi mayor fuente de inspiración”.

María Fernanda también ha hecho cuadros, uno de esos es este quetzal | Pintura de María Fernanda
Diseño de María Fernanda

¿Cómo voy a tener experiencia si no me dan un trabajo para generar mi experiencia?

Parte de sus esfuerzos se coronaron cuando le entregaron su título profesional como licenciada en diseño gráfico: lo recibió de manos de la rectora de la BUAP, María Lilia Cedillo Ramírez.

¿Qué sigue para Fernanda después de graduarse y obtener su título? Graduada en 2021 desde hace dos años busca una oportunidad laboral en un país donde cifras oficiales revelan que en México sólo 21 de cada 100 personas con debilidad auditiva, de entre 3 y 29 años van a la escuela, y de ellos alrededor de 50 por ciento llega a la primaria.

Fernanda no sólo llegó a la primaria, cursó una licenciatura, “pero he sido rechazada por las empresas por la falta de experiencia. No entiendo: ¿Cómo voy a tener experiencia si no me dan un trabajo para generar mi experiencia? También por problemas de habla: no puedo hacer las actividades que requieren, como realizar llamadas y son requisitos que piden las empresas. Yo, la verdad, pienso encontrar nuevas oportunidades. Mi objetivo es pertenecer a un equipo incluyente que me permita desarrollarme personal y profesionalmente”.

Antes de concluir la entrevista les pide a las personas que tienen alguna discapacidad que no se aíslen, que pidan ayuda cuando la requieran, “sé que nos cuesta trabajo, pero estamos intentando ser mejores personas; ojalá quienes den clases vean como un pendiente importante aprender lenguaje de señas. Nosotros podemos, somos fuertes. No permitamos que nos pisoteen”.

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María Fernanda y rectora María Lilia Cedillo Ramírez | Fotografía de BUAP