Era el siglo XVIII cuando el edificio que hoy se conoce como el Museo de la Ciudad de Veracruz, era el antiguo hospicio Manuel Gutiérrez Zamora y durante casi 100 años, sus paredes albergaron niños, ancianos y enfermos que recibían ciudadanos, educación y amor de quienes dedicaron su vida a la caridad.
Durante 1870 y 1967, el hospicio permaneció en ese edificio y ya sea por la época o el contexto social, se cuenta que ocurrieron hechos trágicos, entre ellos el que le dio vida a la popular y escalofriante leyenda de Carlitos, el niño que recorre el museo de Veracruz.
El niño, un huérfano del hospicio supuestamente llamado Carlos, era descrito como un pequeño de nueve o 10 años, sumamente inquieto y juguetón, incluso un poco rebelde. Quienes lo han visto, describen que está rapado y usa un uniforme de camisa blanca, overol azul y zapatos negros desgastados.
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Aquellos que conocen la historia del lugar, incluso los ex hospicianos, cuentan que los niños más rebeldes como Carlitos, eran educados con mano dura y muchas veces los encerraban en los calabozos que se encuentran en la parte de abajo de la escalera o eran sometidos a trabajos forzados como castigo por sus travesuras.
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Se cuenta que Carlitos había sido mandado a sacar agua del aljibe y al jalar la cubeta el peso de esta jaló su cuerpo y cayó dentro, murió en la profundidad. Nadie pudo ayudarlo y fue hasta horas después cuando buscaban al niño que lograron ver su cuerpo al fondo del aljibe.
Desde entonces la gente que habitaba y visitaba el lugar contaba ser testigo de las travesuras que hacía el fantasma del pequeño Carlitos, como apagar luces, encender la televisión, mover cosas de lugar y cuando quiere jugar, aparecer para darle sustos a la gente.
Ricardo Cañas, administrador del recinto, es el hombre que actualmente mejor conoce cada pasillo del museo y muy probablemente su historia, pues es quien ha pasado muchos años administrando y estudiando el edificio y en más de una ocasión, ha sido testigo de los relatos sobre las travesuras de Carlitos, contadas por guardias que cuidan el museo de noche y dicen escucharlo correr por los pasillos e incluso hablar con él.
En medio de la madrugada, la policía recibió una alerta del guardia del museo, había reportado a alguien corriendo en la planta alta. Los refuerzos no se hicieron esperar y al llegar, ni todas las luces del museo permitieron encontrar a quien habían visto correr.
El guardia una vez más se quedó solo el resto de la noche y afirmó ver a un niño riendo en la fuente y desaparecer frente a él.
Otro guardia tuvo el más triste encuentro, lo encontró rondando cerca del aljibe. “¡Niño qué haces ahí, donde están tus papás?”, le dijo. “Yo no tengo papás, soy huérfano… ¿Dónde están mis amigos? quiero jugar con ellos, ¿juegas conmigo?”. El policía describe que la imagen del niño coincide con lo que todos decían y que su imagen se hacía más borrosa cada que se acercaba.
La gente cree que Carlitos se siente solo y que tal vez ni siquiera sabe que está muerto, por eso busca llamar la atención de los pequeños visitantes del museo, que en más de una ocasión han visto jugar con Carlitos, el niño fantasma del museo de la ciudad de Veracruz.
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