BOCA DEL RÍO, VER.- Martha se enteró que Roberto había muerto en el motín del penal de Tuxpan por las redes sociales. Su nombre lo dijo el secretario de Seguridad Pública (SSP) de Veracruz, Alfonso Reyes García, en un tono frío al día siguiente del motín, en un mensaje que leyó frente a una cámara.
Este agosto esperaba quedar absuelto del proceso penal que lo mantuvo en prisión preventiva un año y medio por el delito de daños a instituciones públicas. Sin embargo, tras el motín ocurrido el sábado 2 de agosto, Roberto García Soto llegó a Boca del Río en un ataúd, entre flores y llanto.
Este martes 5 de agosto lo enterraron. Su familia acompañó el cuerpo del hombre de 30 años que esperaba regresar a casa con su hija menor.
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Junto a él, otros siete hombres perdieron la vida en el motín. Entre ellos, un inmigrante guatemalteco y otro boqueño que residía en la colonia Médano del Perro, en el puerto de Veracruz.
Le duele la muerte inesperada de su esposo y que las autoridades se la hayan ocultado. Le duele haberse enterado por redes sociales que su esposo estaba muerto, y le duele también la pérdida de otras familias.
"No se merecía morir así"
Marta exige justicia por la muerte del padre de su hija y para la familia de los otros fallecidos. "Sus hijos no se merecían morir así, todo estaba en manos del gobierno y se les salió de control", sostiene.
Todo sucedió muy rápido en el penal. Ese sábado 2 de agosto era día de visitas, daban las 2:00 de la tarde cuando, tras el pase de lista Marta notó que Roberto estaba nervioso.
Los "jefes" del Cereso se aproximaron y evacuaron a las mujeres que habían llegado para su visita conyugal. Les dijeron que se estaba organizando un disturbio entre los reclusos y que debían irse.
"No pues muévanse. Saquen a sus familiares porque esto no sabemos en qué vaya a terminar", dijeron los custodios del penal.
Confundida, Marta le dijo a su esposo que se cuidara. "Vete mejor, no quiero que nada te pase", le dijo por última vez esa tarde. Aunque él le prometió llamarla, esto nunca sucedió. Dieron las 6:00 y las redes sociales ya mostraban los disturbios. Incendios y solicitudes de que la prensa llegará al Cereso de Tuxpan se viralizaron rápidamente.
A las 8:00, asegura, ya había personas muertas que estaban siendo sacadas. Entre ellas, Roberto, quien de acuerdo a su certificado de defunción, murió a esa hora. Los detalles de cómo y por qué, los desconoce la ahora madre soltera de una menor de edad.
"Yo nada más pido que se haga justicia. No por mí ni por él. Nosotros ya tenemos el cuerpo de nosotros, pero también hay personas allá que no han podido sacar a sus familiares y que no los van a poder sacar porque son gastos sumamente inmensos", explica.
"Lo único que pido es que se los lleven, que todos tengan dónde rezarles, dónde llorarles. No por mí ni por él, él ya está en su lugar, ¿pero esa gente? Vemos". Según dice, no sólo es la familia del hombre de Guatemala que no ha logrado repatriar su cuerpo por ser indocumentado, sino el caso de otras familias veracruzanas.
Roberto fue velado en Boca del Río, tras horas de trámites y una logística hecha por el estado.
Su esposa lo recuerda como un hombre tranquilo y amable que mantenía una buena relación con sus compañeros del Cereso. "Él siempre decía: es mejor tener la paz para que estemos tranquilos todos. Todos somos aquí amigos", recuerda.
El próximo 19 de agosto, Roberto García Soto tenía su audiencia para ser liberado. Según explica Marta, la Fiscalía no encontró pruebas en su contra luego de un año y medio preso.
Justicia y claridad
Marta, ya cansada, exige justicia y claridad. Responsabiliza a las autoridades del Cereso, a quienes dice el motín se les salió de control.
Pide respuestas de qué le pasó a su esposo. Dice que él nunca le dijo que había problemas en el penal, pero reconoce que mensualmente le entregaba dinero para que Roberto pudiera vivir cómodamente.
lm
