VERACRUZ, VER.- “No, yo creo que ya no voy a llegar a la función de al rato”, pensó Yelena cuando recibió el golpe en la cara. Rodeada de objetos rotos y de sangre, la actriz de 44 años apenas y distinguía el rostro de quien le exigía dinero.
Era un hombre de aproximadamente 1.75 metros, de camisa de béisbol y de shorts, quien la amenazaba con las tijeras que había tomado de su tocador. Ya no tenían filo, pero sí una punta delgada con la que Yelena se imaginó apuñalada si intentaba defenderse.
“Hasta aquí llegó, aquí cerró el telón”, pensó cuando vio al hombre desesperado en busca de dinero dentro de su casa.
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El dolor en el ojo derecho era cada vez más intenso. “Voy a perder la vista, soy diabética”, pensaba mientras analizaba su comportamiento irregular. “Se ve que no está en los cinco sentidos. Trae la ansiedad del dinero, la necesidad, porque anda buscando para su droga”, concluyó antes de que se fuera.
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Minutos antes se había ganado su confianza. Eran alrededor de las 04:00 de la madrugada cuando Yelena lo vio pasar. El calor en su domicilio, ubicado en la zona norte de la ciudad de Veracruz, hizo que decidiera abrir la puerta y las ventanas.
Entonces llegó él, sonriente y tranquilo en busca de un vaso de agua por los dos kilómetros que supuestamente había caminado. “Uy, pues yo caminé como cuatro”, respondió Yelena entre risas.
Le permitió pasar al baño y tras preguntarle de dónde era, porque no le parecía una persona familiar, el hombre la atacó. Más alto que ella y sin mucho tiempo de reacción, Yelena terminó en el suelo con el ojo ensangrentado y con el pie herido tras haber pisado trozos de vidrio.
“El show debe continuar”
Nadie la ayudó. El hombre corrió y Yelena, sin credenciales, sin dinero y sin teléfono, decidió darse un baño, quitarse los vidrios y dormir. Al día siguiente debía despertar y alistarse para su actuación en Navitrans, una obra presentada por segunda ocasión en el Breve Teatro de la Casona del Teatro, en Veracruz.
El jueves 31 de julio se cambió, se maquilló y salió rumbo a su presentación con el ojo color rojo. Lo disimuló bien, y su entrega en el papel la hizo abandonar su piel por unos minutos para retratar, en el teatro, la historia de un niño trans y los retos que enfrentó hasta la adultez.
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Saberse como un lienzo, como un instrumento para sacudir emociones y cambiar a las personas después de cada función, hizo que Yelena pudiera sobrellevar los siguientes días su nueva realidad.
Estaba tan comprometida como actriz, que no fue hasta el domingo cuando acudió a una revisión médica. Los siguientes días los invirtió en trámites y “en nuevas deudas” provocadas por el robo.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), julio fue el segundo mes con más casos de robos a casa habitación con violencia en el estado de Veracruz al reportar 26 carpetas de investigación iniciadas.
Sin embargo, el caso de Yelena es uno más de los casos que conforman la cifra negra al no ser denunciados por miedo a la revictimización, a la desconfianza. “Al final dirán que fue mi culpa, o que fue de un infarto”, bromea a casi un mes de la agresión.
Una consecuencia de las adicciones
El teatro, carrera a la que le ha dedicado seis años de su vida, la ayudó a mantenerse enfocada. Es gracias a su actividad como emprendedora de productos para el cuidado de la piel que puede disfrutar de esta actividad que la hace sentir viva.
De hecho, recuerda ahora con gracia, ese día estaba feliz por haber cobrado sus productos. Pensaba en utilizar el dinero en la reinversión, sin embargo, esto no fue posible.
Según datos del reporte de Incidencia delictiva del Fuero Común de la SESNSP, hasta julio de 2025 se reportaron 139 casos de robo a casa habitación con violencia. En el mismo periodo, pero del 2024, se reportaron 25 casos más. Julio, de aquel año, alcanzó una carpeta de investigación más que este año.
"Yo bien feliz porque había cobrado, y el asaltante se lo terminó metiendo por la nariz", dice entre risas. Sin embargo, Yelena dice que el consumo desmedido de drogas, tabaco y alcohol es un problema que se tiene también a nivel nacional, no sólo a nivel estatal.
“¿Qué le podemos sacar de provecho a una situación así...? Yo invitaría a los jóvenes que tienen esa problemática que se acerquen a grupos de ayuda, que no se lleven la vida así, arrebatándole a la gente lo que se gana con esfuerzo. Acérquense a grupos de apoyo, piensen que eso no es una vida”, dice hoy recuperada de su herida en la cara.
lm
