ALVARADO, VER.- En Alvarado aún recuerdan cuando las carreteras se pintaban de azul cada luna llena de agosto y septiembre. Miles de cangrejos azules salían de sus madrigueras, ubicadas en manglares, pantanos y estuarios de Alvarado, Veracruz, para dirigirse a la orilla del mar y desovar en épocas de lluvias.
Hace más de 20 años eran tantos que la carretera Boca del Río - Antón Lizardo se volvía intransitable. Los vehículos se detenían y las personas admiraban el recorrido anual del crustáceo que, en México, sólo habita las tierras de Veracruz y Tabasco.
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Hoy, debido al crecimiento desmedido de viviendas en Alvarado, son activistas quienes ayudan a que la especie llegue con vida a la orilla del mar con “la cangrejeada”, actividad implementada por Earth Mission en cada época de desove desde 2016. Sin planificación urbana y señalización en las carreteras, decenas de ejemplares con hasta 700 mil huevecillos mueren aplastados.
Auge inmobiliario devastó ecosistema
De acuerdo con la investigación “Cambios en la cobertura del bosque de mangle (200-2017) en el sistema lagunar costero de Mandinga, Veracruz, México”, se perdieron 629.9 hectáreas por coberturas antrópicas; es decir, por pastizal cultivado, asentamientos humanos y suelo descubierto.
“Localmente teníamos más bosque, sí. Teníamos más cangrejo azul, sí, pero estás de acuerdo también que el desarrollo de las ciudades no se puede interrumpir, es algo que no podemos detener”, explica Juan Carlos Méndez Álvarez, biólogo especialista en manejo y conservación de zona costera. Por ello, insiste, se debe apostar por la conservación.
De acuerdo con el artículo de investigación elaborado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, el Sistema Lagunar Costero de Mandinga, conformado por tres lagunas y tres esteros, ganó mil 483.36 hectáreas de asentamientos humanos del 2000 al 2017.
A nivel mundial, se estima que el bosque de mangle se ha perdido de un 20 a 35 por ciento debido a la deforestación por la perturbación antropogénica; es decir, por actividades humanas y sus emisiones, las cuales pueden afectar el aire, el agua y/o el suelo.
El Sistema Lagunar Costero de Mandinga, conformado al norte por el estero el Conchal y la laguna Larga; al centro por la laguna Redonda y el estero de Horcones; y al sur por el estero de Mandinga y la laguna Grande, por otro lado, se encuentra encima de la media nacional con el 2.94 por ciento de deforestación entre los años 1985 y 2017, lo que equivale a 4.1 hectáreas perdidas por año.
En la zona de la Riviera Veracruzana, ubicada al sur de la ciudad de Boca del Río y al norte del municipio de Alvarado, existen más de 30 fraccionamientos en donde la vivienda ronda entre los 1.5 y los 18 millones de pesos.
De acuerdo con Pedro Fernández, experto inmobiliario, previo al gobierno de Miguel Alemán se creó el “Proyecto Mandinga”, hoy conocido como la Riviera Veracruzana, en el que se planteó el interés por edificar vivienda. Desde entonces, fraccionamientos como Lomas del Sol, Playas del Conchal, Banus, Punta Tiburón y otros, comenzaron a desarrollarse no sólo sobre manglar, sino sobre dunas.
Desarrollo de fraccionamientos no es el único culpable
El experto inmobiliario reconoce que el crecimiento demográfico en la Riviera Veracruzana generó una barrera entre los manglares y el mar, con viviendas y carreteras.
“La redensificación urbana es el paso natural de cualquier civilización (...) aquí el problema es principalmente por el tráfico vehicular que de alguna manera obstruye y no nos hemos puesto de acuerdo en temas de tránsito y movilidad para respetar a nuestros animales”, explica.
Además, puntualiza: “con esto quiero demostrar que no es la urbanización como tal el enemigo, es el alto flujo vehicular. La comunicación terrestre entre la Riviera Veracruzana y el municipio de Veracruz está limitada única y exclusivamente a los puentes, y si no existieran, accesar sería muy costoso y largo porque tendrías que entrar por otros lados, donde tendrías que circuncidar. Ese es el meollo del asunto”.
Por otro lado, el biólogo y especialista en manejo y conservación de zona costera, Juan Carlos Méndez Álvarez, apoya la idea de que la urbanización no es el único problema en la conservación del cangrejo azul y otras especies del estado.
“Nuestra problemática es aún más grande porque inicia en la montaña, allá donde hay deforestación del bosque, donde también hay campos agrícolas que utilizan agroquímicos, donde también hay un mal manejo de la basura o de las aguas residuales, y finalmente todo eso llega acá abajo, a donde estamos nosotros”.
Según explicó, además de preocuparnos por la dimensión del bosque de manglar, hay que observar la calidad del agua con la que se nutre este, las especies que habitan en él como el cangrejo azul y todos los ecosistemas que dependen de los manglares.
Cuidar el desagüe y evitar que descargas de agua con cloro, jabón y excremento lleguen a las cuencas, ríos, mares, lagos y arrecifes, es parte de la responsabilidad social.
“No es nada más el desarrollo urbano o la construcción de caminos o carreteras, es nuestro gran sistema de manejo de recursos. ¿Cómo es que estamos regresando el agua que ocupamos? La estamos La estamos liberando totalmente cruda y contaminada”, apuntó.
No estamos en el último minuto, hay que pensar en soluciones
“Aquí lo interesante es pensar, ¿qué podemos hacer para conservar lo que aún queda del bosque y por los cangrejos azules que aún viven ahí? No es momento de señalar culpables”, plantea el biólogo especialista.
Para él, la respuesta es la coordinación municipal y estatal coordinada junto a la sociedad civil. Escuchar a los científicos especialistas en el área, como aquellos del Instituto Tecnológico de Boca del Río o del Instituto de Ecología y Pesquerías de la Universidad Veracruzana para abordar el tema, es el primer paso.
El segundo sería la concientización, una acción ya realizada por voluntarios y activistas ambientales en la que, además, considera que deberían trabajar las desarrolladoras que aún realizan viviendas en la Riviera Veracruzana.
Aunado a esto, el biólogo y Pedro Fernández coinciden en que debe haber una señalización en las carreteras y reductores de velocidad en cada época de migración que dura sólo dos meses al año.
Sin embargo, Juan Carlos Méndez apunta a un reto más: el patrocinio del sector privado para que activistas como Earth Mission, voluntarios como Ana León y vecinos de la Riviera Veracruzana continúen las cangrejeadas, una actividad que ayuda a la preservación del cangrejo azul en Veracruz.
Sobre una posible extinción de esta especie, apunta: “no estamos en el último minuto, estamos a tiempo todavía de unirnos y de tener señalización, se involucrar a universidades, a científicos que ya viven aquí, a los empresarios, a los constructores, a las familias que viven en la zona y de considerar a los municipios que están cuenca arriba”.
“En 1 metro cuadrado he visto madrigueras de diferentes tamaños, y eso significa que son cangrejos de diferentes generaciones, que nacieron de diferente año que están perfectamente bien”.
Además, explica que, en caso de ser necesario, se podrían realizar convenios para traer cangrejos hembra y macho de Tecolutla, La Mancha o inclusive Tabasco.
lm
