VERACRUZ, VER.- A Gina le prometieron muchas cosas cuando compró su vivienda en Lagos de Puente Moreno: un puente vehicular y no más anegaciones. “No, ya no se va a inundar. Pusimos algo para evitarlo”, le dijeron. Sin embargo, a 7 meses de vivir en el condominio que pagaría a 30 años con su crédito Infonavit, el complejo habitacional de Medellín de Bravo quedó bajo el agua en septiembre de 2010.
Aún no terminaba de construirse cuando las lluvias torrenciales de casi 400 milímetros, provocadas por el huracán Karl, lo afectaron profundamente. El río se desbordó y llenó el fraccionamiento con metro y medio de agua, lodo y basura.
No era la primera inundación en la zona pantanosa, pero sí la peor. El huracán de categoría 2 que impactó aquel 18 de septiembre le provocó insomnio, úlceras y una tristeza profunda a Gina Castillo, de entonces 36 años.
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Ella, su madre y su hermano discapacitado vivían en el segundo piso, pero, aun así, el moho apareció en las paredes, en las plantas y en las prendas. Respiraron humedad durante dos días hasta que Gina decidió que su departamento era inhabitable —así como el resto del fraccionamiento—, por lo que se instalaron en un hotel de Veracruz durante una semana.
Al regresar y permanecer allí otro año, Gina decidió que lo mejor era abandonar su vivienda, dejar de pagarla —momentáneamente— e ir a Tijuana. Cuando regresó a Veracruz, la trabajadora decidió vivir en otro lugar antes que volver a Lagos de Puente Moreno, donde su patrimonio estaba alejado de tiendas de conveniencia, farmacias, hospitales y centros de trabajo.
Desde entonces, Gina ha optado por pagar renta y su crédito Infonavit al mismo tiempo, pero no por habitar el departamento, que ahora necesita instalación de tubería y otros servicios básicos.
El inicio de los defectos
La derechohabiente del Infonavit aún no entiende cómo la humedad entró a su vivienda. No sabe si fue por el piso o por el techo, pero de lo que está segura es de que la inundación sólo evidenció el problema que resultaba vivir en Lagos de Puente Moreno.
Regresaron a la semana y permanecieron otro año en el departamento. El olor a humedad se había ido y el piso quedó parcialmente levantado, pero los problemas continuaron.
Vivir en una de las zonas más alejadas del centro de Veracruz, en la que sólo había una ruta de transporte público, le pasó factura. Las dos horas de traslado diario le afectaron cuando se dio cuenta de que gastaba más dinero en pasajes a su trabajo que en el pago mensual de su departamento.
Para entonces, Gina había perdido el encanto por el fraccionamiento. Las casas ya no estaban recién pintadas debido al huracán; tampoco las calles estaban limpias debido al mal servicio de recolección de basura, que sólo pasaba tres días a la semana.
Además, decenas de personas abandonaron las viviendas tras el desastre natural y el alumbrado público comenzó a ser deficiente. Por las noches, la caminata era complicada. “La oscuridad atrae a los ladrones”, sostiene. Sin embargo, reconoce que hay casos y fraccionamientos peores.
La sección en la que está su vivienda estuvo municipalizada desde el principio, pero no fue así en todo el fraccionamiento. Según explica, la desarrolladora Urbanizadora Medellín, encargada de Lagos de Puente Moreno, no terminó la municipalización, por lo que hay casas que no tienen acceso a un contrato con CFE o con agua potable, situación que comparten fraccionamientos como Colinas de Santa Fe y Oasis (ambas de la desarrolladora HOMEX) en la zona norte de Veracruz, y Arboledas de San Miguel, también en Medellín de Bravo.
“Son casas hechas en 5 minutos”
“Te venden la idea, pero construyen sobre un pantano”, dice molesta 15 años después. Ahora tiene 51 y su deuda con el Infonavit aumentó cada año hasta la semana pasada, cuando acudió al instituto y este le congeló su crédito debido al Programa de Vivienda Social (PVS) implementado por el gobierno federal.
Gracias a este, Gina Castillo cerrará su deuda en 15 años con 250 mil pesos pagados al Infonavit, y no con una cifra mayor que incrementaba con cada nuevo salario mínimo. Ahora, dice aliviada, sólo debe pagarle 100 mil pesos al Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores.
En febrero de 2010 —fecha en que a Gina le entregaron las llaves de su departamento—, el precio de su vivienda era de 210 mil pesos; 40 mil menos de lo que ha pagado.
“Son casas hechas en 5 minutos”, expresa la trabajadora. Gran parte de los 95 mil 202 habitantes del municipio de Medellín radican en Lagos de Puente Moreno, un fraccionamiento habitado en su mayoría por trabajadores y construido con casas de interés social.
Actualmente, el fraccionamiento enfrenta diversos problemas que comparte con otras unidades habitacionales. Entre ellos están los baches, los cortes eléctricos cada vez más frecuentes y la saturación del transporte público, el cual, a palabras de Gina, “no se da abasto por la cantidad de personas que viven ahí”.
De acuerdo con Octavio Romero Oropeza, director general del Infonavit, en Veracruz existen alrededor de 45 mil viviendas “emproblemadas”. Según explicó, este término se refiere a los inmuebles abandonados, invadidos o de cartera vencida que maneja el instituto.
Las razones son las mismas por las que Gina Castillo abandonó su vivienda en Lagos de Puente Moreno y decidió rentarla de 2013 a 2025: casas alejadas de los centros de trabajo, con una mala construcción y sin acceso al transporte público.
Conforme explicó el dirigente, las vivienas deben estar ubicadas cerca de centros de trabajo, plazas comerciales, hospitales, escuelas y tener acceso a la luz y al agua, así como estar dentro de la zona urbana o en la periferia de la ciudad.
lm
