VERACRUZ, VER.- Para Martha el feminicidio de Marion Lizbeth Rodríguez Hernández, su hija y madre de dos niños discapacitados, es de no creerse. Como familia, hicieron de todo para evitar que Víctor N, expareja de Marion, cumpliera la amenaza que meses atrás le había hecho, pero no fue suficiente sin el apoyo de la Fiscalía General del Estado (FGE) que relegó y minimizó su denuncia.
Martha cuenta que Marion Lizbeth vivía bajo constante amenaza porque su expareja la acosaba todo el tiempo, la agredió físicamente en varias ocasiones y la amenazó con quemarla viva a ella y a sus hijos. Asegura que, finalmente, este martes 1 de abril del 2025, la asesinó de varias puñaladas en la avenida Democracia de la colonia Dos Caminos, en la ciudad de Veracruz, en donde la esperó cuando ella caminaba para llegar al trabajo.
En los meses previos, Marion Lizbeth tuvo el apoyo de su madre, que la acompañó a denunciar la situación, estaba atenta del lugar al que iba y recibía las llamadas para ayudarla cada vez que era violentada por Víctor N. Pero asegura que la negligencia y omisión de la Fiscalía para atender la denuncia, terminó en su feminicidio.
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“La justicia nunca hizo nada, la verdad nunca hizo nada. Yo por eso hace rato les dije ‘ya para qué quieren más si nunca hicieron nada’, y miren, ¿Mi hija dónde está? Tantas veces fuimos a la Fiscalía... Él siempre la amenazaba, hasta que llegó a lo que hizo”, explica Martha con la mirada y voz apagada.
El tono de sus palabas es de cansancio e incredulidad. Nunca creyó que esto llegaría a pasar y que, en lugar de buscar protección para ella y sus hijos, tendría que exigir justicia por su feminicidio. En la Fiscalía, la familia ya no busca apoyo, sino su cuerpo y pertenencias.
El día que denunció la violencia de su expareja
Cuando Lizbeth –el nombre que le gustaba utilizar– acudió junto a su madre a denunciar, promesas llegaron a ellas. Patrullas que recorrerían las calles de las colonias Dos Caminos y Miguel Hidalgo, atención en sus llamadas de auxilio y ayuda en su caso, fueron cosas que la Fiscalía Especializada para los Delitos Contra las Mujeres y Trata de Personas le garantizó y nunca cumplió.
El ofrecimiento llegó a tanto, que un agente ministerial le dio un teléfono particular para que lo llamara en caso de emergencia. “El día que yo fui con ella, uno de ahí de la Fiscalía le dijo ‘usted me marca ahí a este número”.
“Un día que me dijo que estaba muy tomado el hombre (Víctor) y le estaba apedreando la casa, le digo ‘¿y ya le hablaste? (al de la fiscalía)’. ‘Ya mami, pero no me contestan”, le respondió Lizbeth.
Aquella noche del año pasado, como muchas que le siguieron después de interponer la denuncia, Lizbeth y sus hijos sólo pudieron asegurar el cerrojo y las ventanas del cuarto que rentaba en la colonia Dos Caminos.
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Por ellos lo dejó, y por miedo a que una de las tantas amenazas de asesinarla a ella y a sus hijos de 10 y 15 años se cumpliera, acudió a denunciar y lo contó todo. Las veces en que Víctor tomaba y destruía los objetos que él mismo le regaló, las veces en que acudía por las noches a su casa a golpear y saltar el portón para llegar a su casa e intentar abrir.
“No demoró mucho tiempo (con él) porque cuando tomaba le quería pegar. Era muy grosero. Luego ofendía a los niños, los niños nunca lo quisieron, y pues hasta que se decidió. Le decía que no y que no, pero él se aferró y se aferró y sí se lo dijo: ‘si no vas a ser para mí, no vas a ser para nadie’”.
Martha desconfiaba de Víctor incluso desde antes de que él la amenazara. “Pues vamos (a denunciar), porque ya ves que el hombre cuando se mete droga, pues vaya a hacerlo en verdad. Yo nunca la dejé sola, nunca la dejé por el miedo de que le fuera a hacer algo, pero nunca hicieron nada (las autoridades)”.
La normalidad de Lizbeth basada en el acoso
“La negra”, como le decían sus familiares de cariño por su tono moreno de piel, tenía una personalidad relajada, risueña y “relajista”. Pocas veces tomaba en serio las amenazas de Víctor, como la vez en que le dijo que si no era para él, no sería para nadie más.
“Ten mucho cuidado, hija”, le dijeron sus padres. “Sí, sí, no hace nada”, les solía responder Lizbeth acostumbrada al acoso que, hasta el 1 de abril y de la ocasión en que la agredió frente a sus hijos, nunca había sido físico.
“Dice ella que luego se asomaba y estaba escondido entre un árbol que está ahí”. Luego ella me hablaba y me decía ‘mami, ahí está Víctor escondido, ya lo vi’ o las vecinas, como le hablaban a ella, le decían ‘vecina, ahí está su exmarido, por ahí la anda espiando”, narra Martha.
Aunque la Fiscalía le aseguraba a Lizbeth que trabajaban en la denuncia, el acoso no desistía. En el mejor de los casos, ella y sus hijos disfrutaban uno o dos meses sin la presencia de Víctor, a quienes además le temían.
Hace días, recuerda Martha, Lizbeth le marcó preocupada para preguntarle si podía cuidar de sus hijos porque Víctor estaba cerca. Debido a que no pueden caminar por su distrofia muscular y ambos se mueven en sillas de ruedas, Marion temió por su seguridad.
“No te vayas en carro, vete en taxi”, le dijo luego de tener a los niños bajo su resguardo. Antes de eso, en el 2024, Víctor persiguió a Lizbeth durante varias cuadras hasta que encontró refugio en casa de una de sus vecinas. De acuerdo con Martha, esta actitud era usual en él los viernes, días en que tomaba, se drogaba y acudía a su domicilio para saltarse el portón que da a la calle y empujar y patear su puerta.
En esa y varias ocasiones, Lizbeth la llamaba preocupada para avisarle que Víctor estaba fuera. “Ya enciérrate, no salgas. Ahorita vamos para allá”, le decía la mujer de 58 años. Sin embargo, ninguno de sus hermanos pudo encontrarlo.
Estas actitudes las atemorizaban, pero acudir a la Fiscalía Especializada también, ya que dice que Víctor vive en esa zona. El temor de estar allí, dice, era que él se enterara de la denuncia, escapara y meses después regresara con el acoso sin consecuencias.
Por la desesperación y falta de respuestas por parte de la fiscalía, Lizbeth y Martha acudieron al DIF en busca de apoyo, pero tampoco se lo brindaron. Ahora que “la negra” está muerta, Martha se aflige por sus niños, quienes quedaron huérfanos porque Marion era madre soltera desde hace 7 años.
"Parecía una hormiguita"
El lunes, “La negra” lavaba la ropa de ella y sus hijos que dejó para después por ir a cuidar a un tío enfermo. Este martes 1 de abril, Lizbeth ya no volvió a contestarle los mensajes y las llamadas a su hijo, de 10 años, que todo el tiempo le preguntaba dónde estaba.
“El niño es el más apegado a ella. Nomás está con el celular mandándole mensajes, y me decía a las risas ‘mami, tu nieto parece que es mi marido’. Él era muy apegado a ella, como es el más chiquito, ella siempre decía que era su querer y todo”, explica Martha.
Él, junto a su hermana de 15 años, eran su motor. Vivía y trabajaba para ellos. Antes de trabajar en la limpieza del banco de la aduana de 7:00 a 15:00 horas, Marion trabajaba en la limpieza del hogar.
“Ella siempre se hacía responsable, era muy luchona e independiente”, le reconoce Martha. Sin ella, sus dos hijos quedan en orfandad como víctimas indirectas del feminicidio de su madre. Ahora, su calidad de vida no será la misma.
De acuerdo con Martha, además de buscar justicia por Marion Lizbeth, deberá preocuparse en cómo con sacará adelante a dos niños discapacitados con su sueldo de cocinera, con su esposo de 73 y con las adaptaciones que deberán realizar en su casa para que los niños puedan moverse en ella con sus sillas de ruedas.
Contexto del feminicidio en Veracruz
De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el estado de Veracruz ha registrado, desde el 2021 hasta febrero de 2025, un total de 232 carpetas por feminicidio.
Hasta febrero de 2025, el Instrumento para el Registro, Clasificación y Reporte de Delitos contra Víctimas de la SESNPS ha registrado dos casos en Veracruz. Uno en enero y otro en febrero.
Durante el 2024, el SESNPS registró 67 casos de feminicidio en el estado. La mayor incidencia fue registrada en febrero y junio con 8, y en marzo y agosto con 7 cada uno.
En el 2023, 65 carpetas de investigación fueron clasificadas como feminicidios. Abril con 11, febrero con 9, marzo, mayo y agosto con 6 cada uno.
En 2022, fueron 45 casos de feminicidio. Marzo con 8, enero con 7, mayo y julio con 6 casos cada uno, fueron los meses más violentos. En 2021, fueron 53 carpetas de investigación. Mayo con 9, enero con 7 y agosto con 6 fueron los meses más violentos.
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