VERACRUZ, VER.- José Ventura Vargas, pescador del puerto de Veracruz, inició su día en el muro del pescador del bulevar Manuel Ávila Camacho al idear la forma de sacar una lancha completamente hundida. Sabían que estaba ahí por don Memo, también conocido como “el capitán saca-más-agua”, quien es el encargado de cuidar la embarcación a la que no se le veía ni el frente.
Su hundimiento, explica el grupo de pescadores que estuvo involucrado en el rescate, se debió al oleaje provocado por el norte que entró a la ciudad el pasado 20 de enero, donde las rachas de viento alcanzaron los 118 km/h.
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Además de esa, también se hundió Puerto Mágico, una lancha perteneciente a otro pescador. De esta, a diferencia de la primera, se le alcanza a ver el nombre, el agua encima y algunas de las herramientas que utiliza su dueño para pescar. La reparación de una lancha, explica Guillermo Luna Mendoza, pescador, limpiador y cuidador de lanchas desde hace 40 años, puede ir desde los 3 mil pesos solo por arreglar la fibra de vidrio, sin contar la pintura y otros desperfectos.
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Ventura, el más involucrado en rescatar la primera embarcación, explica que no salen a pescar desde hace una semana.
“Pegó el norte durísimo, tenía años que no entraba en estos meses lo que generó ahorita en enero. Los nortes siempre han sido los más fuertes en octubre, noviembre y diciembre (...) la semana pasada nada más trabajamos un día, y medio se pudo trabajar, y ya esta semana pues ya no llevamos ni un día", explica preocupado.
El norte los tomó desprevenidos por la temporada, ya que no esperaban un norte como el del lunes durante el mes de enero. Sin embargo, el frente frío número 24, además de dañar dos lanchas, les trajo desestabilidad económica a los 40 pescadores que conforman la Cooperativa Bajo La Blanquilla, antes llamada Unidad de Producción Pesquera, al no dejarles trabajar.
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Después de sacar a la superficie parte de la embarcación hundida, con ayuda de una camioneta, una cuerda de 20 metros y al menos 8 personas, José Ventura explica que, para él, la actividad de pesca representa el sustento total de su familia. A diferencia de otros pescadores que cuando escasea el pez se dedican a la albañilería, a la pintura o a ser electricistas, Ventura sólo se dedica a la pesca, de donde debe mantener sus tres lanchas “La Perla" y los gastos de su hogar.
El acercamiento al mar
Hace 40 años inició como almejero en la zona conocida como “la salida del pulpo”, a la altura de Plaza Mocambo, inspirado por pescadores de la colonia La Revolución de la ciudad de Boca del Río. Allí iba con su hermano menor en bicicleta: llevaban las aletas, los visores y los ganchos de pulpear consigo; herramientas que complementaban con el uso de sus manos.
Con esta actividad pagó y terminó sus estudios en la Escuela Secundaria General para Trabajadores.
“Me casé a los 18 y ya a los 20 tuve a mi hijo y ya no me dio tiempo. No te da, vaya. Estudias o trabajas y mantienes a tu familia, no te da”, sostiene.
En la adolescencia de sus hijos, Ventura explica que en algún momento lo ayudaron con la pesca, pero que esto que esto lejos de alegrarlo, lo entristeció. Él quería que sus hijos continuaran con el estudio, y aunque así fue, expresa que lo afligió por un momento.
Aprendió a nadar a los 5 años en la playa Villa del Mar, lugar que frecuentaba con sus 7 hermanos cada tarde después de la primaria. “Yo tengo 57, hace 52 años que andábamos allá en la playa nosotros”, recuerda con una sonrisa Ventura, identificado como uno de los hombres más antiguos del muro de pescadores.
En aquel momento su familia todavía no se dedicaba a la pesca. El interés nació una vez que se mudaron a La Revolución, la cual José Ventura identificaba, hace 40 años, como una colonia de “puros pescadores y almejeros”, quienes les dieron a él y su hermano menor, la costumbre de ir a pescar cada fin de semana.
Tiempo después, al trabajar junto con su hermano en una lancha y con una red prestada durante cinco años en el muelle de pescadores, los hermanos Ventura lograron comprar su primera lancha y motor.
“Ahorita te sale carísimo, muy cara. La pura lancha 127 mil pesos, nueva. Un motor, el más barato que para que trabaje bien, te salen 188 mil pesos”, sostiene, ya que los venden por separado. Hace 35 años, cuando consiguieron de forma paulatina su primera lancha, motor y redes, esta costaba 25 mil pesos y el motor 80 mil.
El litro de gasolina, recuerda, solía estar a peso. Con 50 Ventura llenaba un tanque que, ahora, se llena con mil 600 o mil 700 pesos si es de 70 litros. Para él, los precios que le parecen exorbitantes están relacionados con la devaluación del peso, con la inflación y con los insumos.
El cambio en la pesca y el mar
A José Ventura Vargas, de 57 años, la playa lo ha maravillado desde niño. Acude diario, pesque o no, al muelle de pescadores, donde ríe, ayuda y come con sus compañeros. A lado de la Escuela Náutica Mercante, en el bulevar Manuel Ávila Camacho, están sus tres embarcaciones y otras tantas vigiladas por sus dueños o por cuidadores como don Memo.
Su gorra blanca, playera, bermudas y chanclas son su uniforme de trabajo. Su herramienta, cuando no sale a pescar, es un cuchillo afilado que sirve para arreglar o cortar lo que sea necesario.
Mientras mira al mar, Ventura expresa un pensamiento recurrente en la mente de los pescadores: que la pesca se masifique en los Estados Unidos. “El día que en Estados Unidos dejen pescar como aquí, se acabó el pescado. Allá no pescan, pero el día que pesquen entonces aquí ya no habrá nada, se lo acaban, porque allá llega mansito a desovar, vaya”.
“No es miedo, pero es un pensamiento que tiene uno, vaya. Que ojalá nunca dejen pescar allá como aquí. El día que digan ’¡órale! botes y redes’, adiós pescado”, sostiene Ventura.
Guillermo Luna Mendoza, de 63 años, explica que la pesca en el puerto de Veracruz ha sido complicada desde hace 10 o 15 años. Entre que ahora hay mayor cantidad de pesqueros, que ahora hay mega buques que Ventura ha visto a través de TikTok, la contaminación y la marea roja, los pescadores dejaron de salir en triada para salir en duplas en cada lancha.
Para don Memo, hasta hace 40 años -época en que él comenzó a pescar, a limpiar y cuidar lanchas-, este era un oficio tan redituable, que incluso le permitió adquirir un terreno y construir en él su casa. Sin embargo, ahora entre la falta de peces y los nortes, los pescadores viven al día; por lo que tienen que trabajar en otros oficios para sobrevivir.
mb