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Me diagnosticaron diabetes a los 8 años: la segunda causa de muerte en Veracruz

"Mi mamá se espantó mucho, pensó que me iba a morir". Vanya logra tener una vida normal, comiendo saludable y tomando medicamentos, pese a vivir con diabetes tipo 2

Joven con diabetes.
Escrito en VERACRUZ el

VERACRUZ, VER.- Para Vanya Trversland Garduño, joven veracruzana de 23 años, ser diagnosticada con diabetes a los 8 años fue “terrible”, porque como niña quería comerse los dos plátanos que acostumbraba y la cantidad de mangos que se le antojaran, ya que creció rodeada de árboles y frutas en Vista Hermosa, una localidad cercana a Soledad de Doblado.

Sin embargo, a pesar del llanto que le ocasionaba quedarse con hambre y antojo, comer como antes ya no era posible, puesto que su glucosa en ayunas llegaba a más de los 200 puntos, cuando lo normal en niños es de 70-100 mg/dL, de acuerdo con la Asociación Americana de Diabetes

Esta cantidad de glucosa sugería hiperglucemia; azúcar alta en la sangre, por lo que durante algunas semanas Vanya se sometió a distintos exámenes para averiguar la razón de esta anomalía y de sus demás síntomas. 

El diagnóstico, como lo temía el entonces único endocrinólogo pediatra de la ciudad de Veracruz según Pamela, su madre, fue diabetes; una enfermedad que cambió su calidad y estilo de vida. 

Por esto Vanya Trversland y su madre, Paloma Garduño, decidieron contar su historia. “Quisiera que sepan que tengas o no tengas diabetes, deben cuidarse (...) el azúcar es el causante de muchas enfermedades”, enfatiza, ya que además de esto, la diabetes mellitus es la segunda causa de muerte en el estado de Veracruz, de acuerdo con datos del INEGI. 

En México, al menos 12 millones 400 mil personas tienen diabetes mellitus, una enfermedad crónica que se presenta cuando el páncreas no produce insulina suficiente, o cuando el organismo no la utiliza eficazmente para regular el azúcar en la sangre. 

Hasta el 2021, esta enfermedad afectaba al 9.38 por ciento de la población mexicana, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) y cifras del último censo poblacional del INEGI en el 2020.

Cada 14 de noviembre es el Día Mundial de la Diabetes y Vanya comparte que saber que la enfermedad con la que vive desde que era una niña se conmemora cada año para concientizar sobre su impacto en la salud, destacar las oportunidades de prevención, el diagnóstico y su tratamiento, resultó sorprendente. 

La investigación 

Con una sonrisa particular en su personalidad, Vanya cuenta que era una niña activa que “siempre andaba de loquilla por ahí, era una niña que me trepaba a los árboles, que salía a correr, con los patines, con la bicicleta...” actividades que le causaban raspones que cicatrizaban en un mes en lugar de en un par de semanas.  

Aunque esto llamó su atención, Pamela llevó al médico a sus hijos por enfermedades recurrentes como la salmonela, infecciones en el estómago e infecciones en las vías urinarias, por lo que se realizaban exámenes de rutina, los cuales siempre arrojaron un nivel de glucosa elevada

“Y Vanya tenía muchísimo dolor de cabeza, tomaba mucha agua, le daba mucho sueño, luego le daba por comer cosas dulces todo el tiempo, tenía atracones de comida, empezó a tener problemas en la piel...”, cuenta Pamela. 

De acuerdo con “Diabetes Guía para pacientes” de la Secretaría de Salud, lo descrito se consideran como “síntomas cardinales de la diabetes”, en los que también se incluye el orinar mucho -síntoma que Vanya agregó que tenía- y la disminución de peso

La astenia (agotamiento) y la polidipsia (mucha sed) suceden por la falta de alimento a las células, por lo que no producen energía y se alteran sus funciones. La disminución de peso es porque no puede recibirse energía de los azúcares y el organismo intenta obtenerla de las grasas. 

La polidipsia (sed intensa) y la poliuria (orinar mucho) se debe, según el documento, porque el riñón actúa como un filtro de glucosa que se torna incapaz para concentrarla toda, “por lo que se ve obligado a diluirla utilizando agua del organismo”, lo que conduce a una cierta deshidratación percibida como “mucha sed”. 

Tras confirmar que Vanya era diabética, el médico analizó a los 4 miembros de la familia, donde Pamela, Vanya y su hermano de entonces 5 años, salieron positivos a la diabetes tipo 2.  

“No pues, mi mamá se espantó mucho, pensó ‘¿qué voy a hacer ahora?’ porque había mucha desinformación y pensó que me iba a morir”, dice Vanya.

De acuerdo con cifras del INEGI del 2021, Veracruz es el segundo estado con mayor tasa de mortalidad por diabetes mellitus con 15.6 defunciones por cada 10 mil habitantes, equivalente a 10 mil 375 muertes. 

Entre pinchazos y sollozos: la infancia de Vanya 

De ser una niña alegre que disfrutaba de la comida y los postres, Vanya pasó a ser una niña que, durante al menos dos o tres meses, lloraba diario por quedarse con hambre o con antojo de alguna comida. 

“Y lloraban y lloraban por comida porque tenían hambre o porque querían comer más, y eso era ‘uta, te destrozaba como mamá, porque no es que no los quisieras alimentar, es que pues, no podían comerlo”, recuerda Pamela. 

Por su parte, Vanya además de las lágrimas recuerda aquellas veces en que sus compañeras de primaria se burlaban de ella por no poder comer helado, o de aquellas veces en que le decían que las contagiaría de diabetes

Además, recuerda vívidamente que debía medirse la glucosa de tres a cinco veces al día, lo que ocasionó que tuviera los dedos “negros y callosos”. “Todos mis deditos me quedaron muy sensibles, literalmente se veía negra la yema de mis deditos”. 

“Me costaba agarrar el lápiz, me costaba agarrar las cosas, sostenerme o hacer cualquier cosa que (en) que tuviera que usar mis deditos. Me era extremadamente doloroso, de hecho, empecé a picarme en las muñecas o en los deditos de los pies porque era tanta la incomodidad que sentía”, recuerda Vanya mientras señala sus manos. 

Cuenta, incluso, que el sonido del glucómetro la ponía ansiosa: “le había agarrado miedo a ese estímulo, no sé. Era bastante complicado”. Estas muestras, explica Pamela, eran para realizar una bitácora de la fecha, la hora y el nivel de glucosa que Vanya y su hermano tenían. 

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Comer saludable: un estilo de vida 

Tras lo difícil que resultó su niñez por las molestias físicas, durante la adolescencia Vanya experimentó una etapa de rebeldía, donde no cuidaba lo que comía ni realizaba actividades físicas. 

“Decía yo: ‘si me voy a morir, ¡pues me voy a morir comiendo lo que me gusta!”, recuerda ahora entre risas. Sin embargo, después de que su médico le dijera que si continuaba con ese comportamiento sería difícil embarazarse y que podría no llegar a los 35 años, Vanya comprendió lo importante de su condición. 

“La diabetes me ha enseñado, justamente, a comer bien y que lo bueno viene en porciones pequeñas”, dice con una sonrisa. “Aprendes a disfrutar la comida como no tienes idea. O sea, los postrecitos los aprendes a disfrutar; los saboreas, porque sabes que no es algo que puedas comer todo el tiempo”. 

Ahora, ya estabilizada y con tres tomas al día de metformina, Vanya suele hacer su vida normal con ayuda de lentes de aumento, ya que, debido a la diabetes, desarrolló hipermetropía

El caso de la familia es particular, cuenta Pamela, porque ninguno de sus familiares cercanos tiene diabetes, porque, dice, no comían mal y sí realizaban actividades físicas. Sin embargo, a Vanya le gustaría agregar: 

“En cuanto a los niños chiquitos... últimamente se les ve tomando coca, comiendo dulces sin ningún tipo de restricción; comiendo en porciones que no son adecuadas, entonces me gustaría hacer hincapié en esto, en que el cuidado que les den a los niños, a los adolescentes; el cómo les des de comer, va a definir lo que van a ser de grandes”.

mb