COATZACOALCOS, VER. - América reza junto a sus tres nietos por el descanso eterno de su hija Xóchitl Nayeli, una de las 32 personas asesinadas el 27 de agosto del 2019 en el ataque al bar Caballo Blanco, en la ciudad de Coatzacoalcos, Veracruz.
En la privacidad de su hogar, entre lágrima y sollozos, prende una veladora para colocarla frente al retrato de su hija en un pequeño altar que elaboró con sus nietos, a quienes Xóchitl dejó en la orfandad.
Este 27 de agosto del 2023, se cumplen cuatro años de la masacre en el centro nocturno Caballo Blanco, ubicado en la colonia Benito Juárez. Las madres de las victimas que formaron un colectivo de lucha para pedir justicia, decidieron no realizar ningún tipo de manifestación o marcha, como lo hicieron desde aquel 2019, este año vivirán su dolor en silencio.
América afirma que el silencio y ausencia en el sitio donde murieron sus familiares, este año será la manera en la que mostrarán su inconformidad para exigir que se haga justicia.
“Todos los del grupo del Caballo Blanco nos vamos a mantener en silencio, no vamos a hacer nada, nada de manifestarnos ni de marchas, porque creo que es una forma de manifestar nuestro dolor en silencio, nuestra inconformidad en silencio, porque al gobierno entre más le reclames más caso omiso hace”, reclama América.
Después de meses de lucha, América logró obtener la custodia de sus tres nietos de 14, 11 y 7 años, quienes no dejan de llorar por su madre. La mujer afirma que la situación es complicada en el tema emocional, y luego económico.
“Ella era la que apoyaba a mi abuela, yo dejé de comer y no hacía nada y estaba triste todo el tiempo, porque yo tenía un vínculo muy fuerte con ella y cuando ella murió yo tenía 9 años. Se extraña mucho y se siente feo porque es horrible perder a alguien que has querido siempre”, expresa Roberto, el hijo mayor de Xóchitl.
Trabajan juntos en un puesto de antojitos
Tras el atentado, al menos 30 menores de edad quedaron en la orfandad, la mayoría hijos e hijas de las bailarinas que fallecieron y que dependía por completo de ellas. Junto a sus abuelos y abuelos trabajan para salir adelante.
América puso un puesto de antojitos en la ciudad para trabajar y cuidar de sus nietos que estudian la secundaria y primaria. Los gastos son grandes y aunque en ocasiones siente que no puede, no deja de luchar para sacarlos adelante, pues asegura que es una promesa que hizo ante el ataúd de su hija.
“Mis hijos trabajan conmigo en este puesto y me ayudan haciendo mandados o entregando los pedidos. Ellos juntan su dinero, y no me lo dan a mi porque ellos ven algo y se lo compran. Tuve que poner mi negocito en este mercadito, yo rento aquí, gracias a Dios entre los vecinos nos ayudamos y nos compran, aunque es difícil volver a empezar y ver todos los gastos”, dice América.
Ahora que inician las clases la madre se truena los dedos para juntar para las mochilas, útiles escolares, uniformes, pagos de inscripciones y gastos que se presentan para sus tres hijos. La Comisión Ejecutiva de Atención a Victima (CEAV) le otorga un apoyo de 5,000 pesos mensuales para cubrir los gastos de los tres menores, dinero que se gasta en una o dos semanas.
A cuatro años, la situación no ha cambiado mucho para la familia de Xóchitl, su madre e hijos siguen llorando su partida, y luchando por salir adelante, donde la ayuda que reciben de las autoridades es insuficiente y la respuesta por justicia no termina de llegar.
Madre de Montse, también se quedó a cargo de sus tres nietos
En la sala del que fuera el hogar de Montserrat, otra de las bailarinas del bar Caballo Blanco, se encuentra un cuadro con su fotografía colgado en la pared, la cruz que acompañaba la imagen ya se cayó, y este domingo su madre la volverá a colocar junto a una veladora.
“Es un muy duro porque siempre va a estar en mi corazón y le seguimos llorando, van a ser cuatro años el domingo 27 de agosto y no hay palabras, no se puede expresar lo que siento, y lo que le puedo decir es que para mí es muy duro y difícil; sin embargo, hay que enfrentar los problemas por mis niños que quedaron en la orfandad”, expresa la señora Araceli.
Tras su muerte, Montse dejó a tres hijos que hoy en día tienen 10, 9 y 6 años de edad. Todos quedaron a cargo de Araceli y su esposo, sacarlos adelante no es nada fácil para la pareja mayor a 50 años.
“Pues trabajando mi esposo y yo, hemos trabajado de la mano los dos juntos, si es difícil porque a veces no hay trabajo. Su alimentación y educación es lo más difícil porque ellos siguen estudiando y seguirán estudiando hasta donde podamos”, señala.
Los niños lloran y preguntando por Montse, sobre todo cuando se acerca el 27 de agosto, por ello ahorraron unos pesos para llevarle flores al panteón y pedir desde ahí que los cuide. En los hogares de estas familias solo hay lo necesario para comer y estudia, viven apretados, pero no dejan de luchar.
A pesar de detenciones siguen pidiendo justicia
La Fiscalía General de la República (FGR) ha mostrado avances en la investigación para dar con los responsables de la masacre en el bar Caballo Blanco, pero el crimen sigue sin esclarecerse. La principal línea de investigación que han dado a conocer es el cobro de piso.
El pasado 16 de agosto, fue vinculado a proceso Luis “N” alias “Don Gato”, a quien se le imputan los delitos de homicidio culposo y homicidio en grado de tentativa, por su probable participación en el incendio y muerte de al menos 32 personas en el bar “Caballo Blanco” en Coatzacoalcos.
Testigos señalan que aquella noche sujetos armados ingresaron al bar ubicado en la colonia Benito Juárez con bidones de gasolina, rociaron el interior y le prendieron fuego, lo que ocasionó la muerte de 32 personas, entre clientes y trabajadores. En su mayoría bailarinas del centro nocturno.
Lo que queda del bar, permanece bajo resguardo de las autoridades policiacas, y ya tiene varios meses que no se realiza una diligencia de parte de la Fiscalía. Por dentro, el bar luce igual con las mesas y sillas quemadas y regadas. Aunque cerca de la puerta hay mucha basura que las personas arrojan cuando pasan cerca.
“Una como madre te lleva la tristeza y te gana el dolor, porque cada año es recordar que ellas murieron un día después de que los niños entrarán a la escuela. Por ello no dejamos de pedir justicia, de acudir a las audiencias nos solicitan porque queremos que sus muertes no queden impunes”, asegura América
Son cuatro años de lucha, de lágrimas y de seguir recordando que las víctimas tienen nombres, historias y familias que lloran su muerte, donde piden que no se olviden de las muertes del Caballo Blanco.
“Si tuviera a mi mamá de frente, le diría que la extraño y quisiera estar con ella, poder abrazarla y besarla”, finaliza Roberto.
mb