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Heladería Xalapa: vuelve el legado familiar de las nieves artesanales

En esta nevería de la capital de Veracruz, revivieron la tradición de los helados artesanales hechos a mano y con ingredientes naturales. Conócelos

Heladería de Xalapa "revive" nieves artesanales.Créditos: Isabel Ortega
Escrito en VERACRUZ el

XALAPA, VER.- “Yo me acuerdo cuándo mis papás me llevaban”, “me acuerdo cuando era adolescente. Salía de la prepa Juárez e iba por mi helado”, “me recordó mi primer amor”, son frases que María Guadalupe, dueña de la Heladería Xalapa, escucha frecuentemente.

Bisnieta de Ángel Ascoitia Hernández, comerciante que abrió una de las primeras heladerías en Xalapa. Para continuar con el legado, retomó el negocio familiar que fue reubicado en la calle Moctezuma, donde vende helado artesanal, que prepara de martes a domingo, con la receta de su abuelo.

A dos semanas de que reabrió sus puertas al público en la calle Moctezuma, a unas cuadras del centro de Xalapa, Veracruz, cuenta que han llegado clientes al nuevo local, que en el pasado acudían a la nevería de su abuelo. Con sólo probar el helado de mantecado, una de las especialidades de la nevería, reviven su niñez o juventud.

Guadalupe, comerciante desde hace algunos años, platica que su abuelo instaló su nevería en la calle Juárez, en el local comercial que hoy ocupa la tienda departamental Coppel, en los años de 1940. El negocio que garantizó el sustento de su familia en el pasado, es su nuevo proyecto laboral.

A los nueve años apoyaba cortando las frutas o a pasar los insumos para batir el helado. Actualmente, pasa un par de horas al día batiendo los botes de nieve artesanal, que más tarde ofrece a sus compradores en la calle Moctezuma. A los 16 años, para tener permiso para salir al cine o al parque con sus amigos, era preparar un bote de helado artesanal.

Su abuelo, apoyado de su esposa e hijos, creó algunas especialidades, que hoy se ofrecen en neverías locales, como el helado Tres Marías, Los Flotantes o El Mantecado, que es nieve de vainilla que elaboran con toque familiar.

“Su nevería era muy famosa. Mi abuelo falleció y heredó la heladería a su hija Elisa Ascoitia, ella aprendió el oficio de las nieves que mantuvo en la sucursal de Juárez. Después, como los dueños del local vendieron, se pasó aquí en Moctezuma”, cuenta.

El regreso de la Heladería Xalapa; nieves de la “vieja escuela”

En la calle Moctezuma 64, entre Xalapeños Ilustres y Murillo Vidal, está la nueva nevería que, aunque se sigue remodelando, es un espacio que para muchos clientes les permite volver al pasado.

“La respuesta de la gente ha sido muy buena, viene y me platican que sus papás los llevaban a la nevería de mi abuelo. El otro día casi se me pone a llorar una señora, me decía: me acuerdo de mi primer amor”.

Oswaldo Castellanos, padre de Guadalupe, aprendió el oficio y se hizo cargo del negocio familiar por varios años; no obstante, cuando su mamá enfermó se vieron obligados a liquidar parte de la maquinaria y los refrigeradores que usaban en la nevería.

Pasaron 15 años, para que Guadalupe planteara a su familia retomar el negocio de su bisabuelo, pues ella conoce todo el proceso para elaborar los helados. Ahora es apoyada por su papá y su esposo Sergio.

“Ellos me ayudan a preparar las nieves, es completamente artesanal. Todavía batimos la preparación en los botes de hielo, usamos insumos 100 por ciento natural, y aunque se ponen colorantes, el sabor se logra con la fruta (…), somos de la vieja escuela”, platica.

La especialidad de Nevería Xalapa son los helados de mantecado, limón, tamarindo, guanábana y chocolate, “estamos remodelando, todo es dinero y estamos avanzando poco a poco”.

La entrevistada comenta que su papá mantuvo el negocio a pequeña escala, preparaba nieves para sus amigos; sin embargo, se les presentó la oportunidad de comprar refrigeradores, y fue que decidieron “reinvertir” para retomar la heladería.

Guadalupe comparte que la preparación que hacen es “al tanteo”, no siguen una receta con medidas exactas, todos han educado su paladar para saber en qué momento la nieve tiene el sabor perfecto, “es muy cansado, terminas con el brazo y la cadera adolorida”.

“Muy chiquita veía a mi abuela rayar el limón, despulpar la guanábana, siempre los vi trabajar con las frutas. Y pues, quieras o no, de estar viendo le vas agarrando la onda. Ya más grande, de plano fue, tienes que hacer esto porque si no, no sales o no te doy tu domingo. A los 16 ya sacaba los botes de nieve”.

En ese momento, cuenta le pagaban hasta 200 pesos por cada bote que dejaba preparado, ese dinero le permitía disfrutar su salida con sus amigos. Ahora, además de preparar los helados está a cargo de la administración del negocio familiar.

“La gente viene por sus recuerdos, pero traen a sus hijos o sus nietos, y me cuentan, a mí me llevaba mi abuelito, y trato de estar yo, para entender su historia y contar lo que hacían mi abuelito y mi abuelita”

mb