LA PERLA, VER.- El domingo 15 de enero Samuel, de 11 años, le dijo a su mamá que iría a jugar a las maquinitas. Fue la última vez que ella lo vio como era siempre, sonriente y alegre. Cuando lo vio de nuevo, estaba tirado en el piso de la tienda a la que fue a jugar, a escasos 100 metros de su vivienda, en medio de un charco de sangre. Su corazón apenas latía.
La sangre provenía de una herida en la cabeza de Samuel. Otro menor, de 10 años de edad, le acababa de disparar con la pistola de su padre. Ambos jugaban en una tiendita, al menor de ellos se le acabó su tiempo e ingresó a su vivienda para sacar un arma; al volver, disparó contra quien era su vecino. De acuerdo con la familia, una bala alcanzó a Samuel por encima de su oreja.
Leticia Hortensia Reyes de Jesús, madre de Samuel, escuchó a su hijo mayor, de 22 años, gritarle: ¡mamá, mamá, le pegaron a Samuel! Ella, aún inconsolable, recuerda que escuchó el disparo, pero pensó que era una “paloma”, porque los niños de la comunidad de El Tejocote, en la zona montañosa de Veracruz, acostumbran a lanzar cohetes.
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“Yo lo único que pido es que me ayuden a hacer justicia, porque yo creo que mi hijo murió por culpa de los padres de ese niño que mató al mío, porque es una falta de responsabilidad dejar una pistola en la mesa como si fueran cosas de comer; lamentablemente a mi hijo le arrebataron la vida”, dice Leticia Hortensia, habitante del municipio de La Perla, ubicado en los límites de Veracruz y Puebla.
Con Samuel en sus brazos, la madre salió en un auto particular a la cabecera municipal, ahí la ayudaron elementos de Protección Civil que trasladaron al menor en ambulancia hasta el Hospital Regional de Río Blanco, ubicado a 15 kilómetros de distancia. Al llegar al hospital, el pequeño sufrió un paro cardiaco.
Los médicos lograron reanimarlo, pero dos horas después tuvo un segundo paro. En ese momento una doctora le dijo a la madre que era probable que no viviera; diez minutos más tarde le dieron la noticia de que había fallecido.
A la par, Maximino Flores Sánchez, padre del menor que disparó contra Samuel, su esposa, Carmen Morales Hernández, y otro de sus hijos, menor de edad, huyeron de El Tejocote y a la fecha no han sido localizados. Leticia Hortensia Reyes sabe que aunque el padre de E. S. “N” esté en la cárcel, ella ya no volverá a ver a su niño correr por la montaña, ni estará nunca más sentado a su mesa.
Este 17 de enero, la familia entera acudió al pequeño cementerio de la comunidad, a donde dieron el último adiós a Samuel. Su tumba quedó adornada con flores que le ofrecieron tanto vecinos como propietarios de una florería de Orizaba, donde el pequeño le gustaba ir a trabajar, porque, decía, ese era su sueño cuando fuera grande.
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