José Armando Azamar García cambió su guitarra por un palo de escoba que le sirve como bastón para sostenerse al caminar. El hombre que un día fue trovador bohemio y amante de “Los Panchos”, ahora pasa su vida deambulando por las calles de la ciudad de Veracruz, sin techo ni comida y en pobreza.
Aunque no recuerda el año exacto, dice que era noviembre cuando sufrió de una embolia mientras caminaba por la calle, lo que no solo lo hizo perder su trabajo como maestro particular de guitarra, sino su casa y su familia.
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Cada lunes, miércoles y viernes espera desde las 7:00 de la mañana junto a otras 135 personas que viven en las calles o que se quedaron sin trabajo, a que abra el desayunador comunitario San Vicente de Paul y Virgen María Auxiliadora, para recibir la primera comida del día.
José sobrevive gracias a la comida que le brindan las personas que cuentan con comedores comunitarios o en las iglesias, por la tarde se traslada a un centro cristiano que se encuentra en la calle Vendrell, en la colonia Primero de Mayo, de la ciudad de Veracruz, donde almuerza.
“Yo soy profesional de la música, tengo 49 años en este oficio. Fui trovador en el parque Zamora, pero desde que me dio el ataque de embolia me quedé sin trabajo y mi familia, pues me abandonó y opte mejor por salirme de mi casa, yo duermo en la calle”, dice.
Sus 73 años y la enfermedad que padece apenas y lo dejan caminar, sus manos entumidas ya no pueden tocar la guitarra, menos trabajar, pero su memoria no olvida que su abuelo materno fue jaranero, exponente de la música jarocha y que ahí nació el amor por este arte.
Del hombre que cantaba y tocaba la guitarra en el parque Zamora, solo quedan los recuerdos. Sus ojos azules se esconden detrás de las ojeras y arrugas que ganó por el paso de los años, su cuerpo alto y delgado se encorva cada que intenta dar un paso.
José forma parte de las 10.8 millones de personas que viven en pobreza extrema en el país, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
El último reporte del organismo revela que entre 2018 y 2020 el porcentaje de la población en situación de pobreza extrema presentó un incremento de siete a 8.5 por ciento.
Pese a que José recibe el apoyo bimestral de 3 mil 850 pesos para adultos mayores que otorga la Secretaría del Bienestar, este no le alcanza para alquilar una vivienda, por lo que duerme bajo el techo de un edificio.
Desayunador comunitario brinda comida a más de 100 personas
Desde hace dos años, Leticia, Ignacio, David, Lupe, Ana y Carmela forman parte del desayunador comunitario San Vicente de Paul y Virgen María Auxiliadora, que brinda desayunos a 135 personas en situación de calle, migrantes y aquellos que no tienen trabajo.
El proyecto lo comenzó Leticia Morales Barradas y su esposo Nacho, la pandemia de la covid y la crisis laboral que los veracruzanos vieron por la suspensión de actividades no esenciales, fue lo que los impulsó a dar ayuda.
El Coneval indica que para el 2020 había 21.9 millones de personas que no podían adquirir los productos de la canasta alimentaria; esto representa un aumento de 4.6 millones de personas en comparación con el 2018.
Los responsables del comedor comunitario en un inicio se reunieron para regalar tortas, pero conforme se unieron más personas optaron con preparar alimentos, café y, cuando hay donadores, pan o galletas.
“Primero empezamos mi esposo y mi familia, después gracias a los sacerdotes y a la parroquia Madre de Dios pudimos seguir avanzando y se unieron muchos bienhechores y servidores”, comenta Leti, una mujer de aspecto bonachón, voz cálida y un buen sansón que le impregna a todas sus comidas.
Actualmente son seis personas, la mayoría adultos jubilados, quienes colaboran en el lugar. Desde las 7:00 de la mañana se reúnen en un espacio alquilado en la calle Tuero Molina entre 20 de Noviembre y 2 de Abril, en la colonia Zaragoza, para preparar los alimentos.
A las 9:00 de la mañana comienzan a regalar a las personas que se forman a fuera del lugar hasta las 11:00 horas, que es cuando llegan los últimos “hermanitos”, como les llaman a las personas que van por comida.
El desayunador se mantiene de las donaciones en especias y dinero que hacen las personas, cuando la ayuda no es suficiente los integrantes ponen de sus bolsillos para comprar lo que haga falta.
Son 12 kilos de tortillas, de ocho a 10 kilos de carne, 12 pollos enteros, cinco kilos de arroz y 15 de verdura los que se utilizan para la preparación de los desayunos.
Cada 20 días requieren comprar un tanque de gas de 30 kilos, que actualmente ronda los 700 pesos; además, tienen que pagar la renta del lugar que ocupan, al mes son 3 mil pesos, a esto se le agrega el agua y la luz.
Ante el alza de precios en carnes y verduras, David señala que a veces se les hace difícil completar la cantidad que se requiere para los alimentos.
“Aquí siempre hay cosas que hacen falta, como jabón para lavar. Hoy, por ejemplo, no había suficiente cebolla; azúcar, sal, el gas, platos desechables, esto genera un gasto. Todo eso son gastos. Se les da hasta donde se puede, pero a veces no alcanza”, afirma David.
Ante esta situación, los integrantes del desayunador comunitario aceptan ayuda de los ciudadanos que quieran cooperar con la causa, ya sea con especias, comida, dinero o mano de obra para ayudar con la preparación de los alimentos para las personas como José.
mb