XALAPA, VER.- María Fernanda Garcés se encontraba de paseo con su esposa y su hija en plaza Américas de Xalapa, cuando un negocio llamó su atención. Ingresó al local de Europiel, una empresa de depilación láser en donde estuvo retenida por una hora y pasó una amarga experiencia.
La joven no se imaginó que una vez dentro del establecimiento, las empleadas buscarían obligarla a firmar un contrato por 16 mil pesos, ofreciéndole toda clase de promociones. Al sentirse abrumada en varias ocasiones intentó salir, pero no se lo permitieron.
A su caso se suman el de decenas de mujeres en Xalapa, así como de otros estados de la República y países, quienes vía redes sociales y con denuncias ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), acusan las tácticas agresivas de esta empresa para ofertar sus servicios de forma invasiva y acosándolas.
Como María Fernanda, ellas aseguran que al ingresar a un establecimiento las trabajadoras hacen todo lo posible por obtener la credencial de elector de la clienta y sus tarjetas bancarias; además, las ingresan a un espacio en donde son grabadas sin consentimiento y del que no les permiten marcharse fácilmente.
La esposa de María Fernanda, Layla Sarquís, se mantuvo en incertidumbre porque no le permitieron acceder al negocio para ver la razón de su demora. Incluso las empleadas empezaron a señalarla de ser una persona obsesiva por obstaculizar que su pareja accediera a un tratamiento.
Depilaciones a la fuerza
María Fernanda rememora que su experiencia inició cuando vio a las afueras del local a una joven con un cartel promocional del 50 por ciento de descuento en las depilaciones.
Debido a que esto le llamó la atención, se acercó a pedir información de esta y otras promociones. El establecimiento se encuentra en una de las plazas más importantes de la capital de Veracruz y jamás desconfió de la empresa.
“Yo esperaba que me dieran un folleto o algún tipo de costo en ese momento ahí en el mostrador; en su lugar, me dice una chica ‘yo te doy información pero tienes que pasar conmigo’. Te abren la puerta y es un pasillo con cuatro cubículos y a mí me pasaron al primero.
“Tienen un cuarto pintado de negro con muchas palabras en vinil y te das cuenta por una luz roja, de que te están grabando”, destaca.
Inmediatamente la ingresaron, la vendedora le empezó a preguntar qué áreas pretendía depilarse y por los paquetes que María Fernanda solicitó informes, le dijeron que el costo era de 38 mil pesos.
El costo se matizó diciéndole que dada la promoción del 50 por ciento de descuento, solo pagaría 19 mil pesos, mostrando incluso un papel donde le escribió sus opciones de pago. La víctima dio las gracias, solicitó el papel para revisarlo y pretendió salir del local.
Sin embargo, se le negó la hoja de información. Al levantarse y querer salir, la chica se lo impidió diciéndole que le había “caído bien” y por ello le daría una promoción sobre la promoción.
Lo anterior consistió en rebajar 3 mil pesos sobre el costo ya establecido, ampliando más la información acerca de la tecnología que manejan y los beneficios de la depilación, para María Fernanda fue grosero no dejarla ir pero la escuchó por educación.
Nuevamente, agradeció y solicitó salir, pero por tercera ocasión la empleada del lugar insistió en que adquiriera el servicio. Para este momento habían pasado alrededor de 20 minutos desde que ingresó al negocio, expresando por ello que tenía que volver con su familia.
“Me dice, mira si no tienes tiempo dame tu tarjeta de crédito y tu INE y te hago ahorita tu contrato, tu primera cita es mañana; le dije que no le podía dar eso, porque nunca le dije que sí.”
La mujer siguió insistiendo que era una inversión para su cuerpo y no tenía que pedir permiso a ninguna persona para hacer el gasto para ella misma.
“Ya se fue como a ese extremo y le dije: no te estoy diciendo que tengo que pedir permiso, es un gasto fuerte que cuando uno tiene familia lo platica, no me interesa. Me vuelvo a levantar, camino hacia la puerta y en ese momento entra la que se identificó como la gerente de la sucursal, una chica de traje sastre de falda y saco.
“Sin tocar la puerta entra y me dice ‘¿Qué información te dio mi chica?’ Y ya le dije del paquete y me mostró sus axilas sin vellos y me insistió de los beneficios”.
La joven le manifestó que ya había señalado que un gasto de ese nivel tenía que planearlo bien con su esposa, comprometiéndose incluso a hablarlo en la misma plaza y volver. La gerente le dijo que si se tardaba unos minutos, ya no podrían respetar la promoción.
“Me extiende la mano y me dice ‘dame la tarjeta y tu INE y ahorita te hago tu contrato y te respeto el precio’. Le dije no te voy a dar mi tarjeta ni mi INE porque no lo estoy aceptando, tengo más de media hora y necesito que me dejes avisar, dame chance. Ella nunca se movió de la puerta y se quedó estorbando.”
El acoso llegó incluso al grado de que la gerente pretendió mostrarle supuestamente como quedaría depilada el área del bikini, que era una de las que María Fernanda había pedido informes.
Los comentarios causaron mucha incomodidad en la joven, pues además le insistían que su pareja también lo disfrutaría, pero enfatizando que no necesitaba pedirle permiso para darse ese gusto.
“Me sentí atacada y fue una experiencia fea; hablaron de que era por higiene, que si no me gustaba la higiene, comentarios muy feos”, dijo.
Esta situación causó tensión entre María Fernanda y su esposa, pues no le permitieron ingresar al local para buscarla y le mintieron sobre la supuesta compra que hizo de un paquete.
Tras aclarar lo que había pasado, señaló que ambas regresaron al local y tomaron una fotografía de la fachada para advertir a sus amistades y conocidos del negocio; en ese momento, la gerente salió molesta y amenazó a las mujeres con tomar acciones legales.
Por su parte, Layla, la esposa de María Fernanda refiere que al preguntar por su pareja, siempre le dieron evasivas, llegando al grado de discriminarla e ignorarla.
“Me dijeron ‘que feo que seas así, tener una pareja que no pueda apoyarte y que te veas bien’”.
En tanto eso pasaba, destacó que vio como se le insistía a las personas a ingresar al local, pero acosándolas.
Layla observó que hay cámaras en todos los ángulos del negocio y se dio cuenta de que el lugar donde llevaron a su esposa fue cerrado con seguro, lo que considera como acoso y hostigamiento.
“Desde el primer momento y la manera que te insisten en cómo entrar, lo puedes entender; cuando vi que la chica tenía una actitud de jalar a las personas, cerrar el paso, o sea está bien tener una estrategia pero no ser agresiva”, detalla.
Buscando respuestas, María Fernanda y su esposa metieron una queja en la administración de la plaza Américas, pero les advirtieron que no pueden hacerse responsables de las estrategias de cada local que rentan.
Ahí se enteraron también de que otras víctimas han resultado con experiencias peores, tal es el caso de una que salió gritando del local, pero que al final fue acusada por las empleadas como problemática y fue sacada por la fuerza de la plaza.
Maltrato se viraliza
En redes sociales se han ventilado decenas de casos similares a los de María Fernanda, principalmente en la plataforma TikTok, usuarias han revelado el mismo modo de operación de la empresa Europiel.
La usuaria Analí Guajardo describe una “experiencia horrible” en la empresa; en un video corto relata que una vez adquirido el paquete, la cosa se pone peor de cuando solo te dan la información.
“Estoy boca abajo en una cama, en un cuarto frío, depilándome la espalda, los brazos; llega alguien y toca y sin tu consentimiento le abren a esa persona y dice ‘con permiso, voy a revisar tu expediente’; o sea estoy desnuda, salte.
“Jamás en la vida te imaginas que lo que va a hacer esa gerente es venirte a obligar a comprar más áreas de las que ya te obligaron a comprar; estaba harta, incómoda, me quería ir de ahí y nunca volver”, detalla.
La usuaria agregó que violentando su intimidad y tras haberse negado a comprar más áreas para depilar, la gerente se acercó a su cuerpo nuevamente sin su consentimiento y le dijo que tenía más vellos en ciertas partes. “¿Cómo no te vas a querer depilar?”, le cuestionó la supuesta gerente.
“Yo casi lloraba. ¿Qué nivel de hostigamiento tienen que manejar para que ya incluso te critiquen?”, cuestionó la joven.
Otra usuaria, que también aceptó comprar un paquete de depilación, dijo: Mientras me estaban haciendo la depilación se pasaban más chicas a ofrecerme más áreas; era incómodo porque me estaba haciendo las piernas o el área del bikini y ahí tenía a una persona viéndome de frente ofreciendo algo que ya había dicho que no.
Acusó también que en su caso, las máquinas no servían por lapsos de hasta 5 meses y en el lugar seguían supuestamente dando el servicio; además de que eran constantes los retrasos de atención.
Una chica más explicó que a ella la obligaron a solicitar información del producto casi sujetándola del brazo para que entrara al lugar.
Tras brindarle la información, la mujer le dijo que debía dejarle cierta cantidad de dinero para hacer efectiva la promoción. La usuaria manifestó que no era su intención adquirir el paquete en ese momento.
“Me dijo ‘a ver cuánto traes en tu cartera y tu tarjeta de crédito’; me dijo ‘me puedes dejar 10 mil u 8 mil pesos y si no los tienes llámale a alguien que te los traiga; le volví a decir que no, se paró, me rompió la hoja donde estaba anotando todo en la cara y me dijo ‘no puedo creer que andes con esos pelos en la calle’”, dijo.
Andrea Cantú, otra usuaria en Nuevo León, detalló que el gancho también fueron las supuestas promociones que si no las tomaba ese día, al siguiente no se harían válidas.
“Cuando yo entré le dije a la chava que no tenía dinero, que solo quería informes para hacer mi guardadito y pagar; la chava me metió a un cuartito para hacerme la prueba de depilación para que viera que no doliera, yo no se la pedí, ella me quiso meter ahí.
“Salimos y me dijo ‘el pago inicial que debes darme hoy son 5 mil pesos’ y yo de que ya le había especificado que no traía dinero; me pidió mi tarjeta de crédito y luego dijo ‘bueno pues que tu novio te dé mitad y mitad’ y yo me empecé a sentir muy incómoda, como atacada”, narró.
En Guadalajara, una usuaria acusó que la empresa ofrece paquete tras paquete, pero las sesiones las van fechando cada vez más separadas una de la otra. “No lo contraten, es pura mentira”, advierte.
Edith Collazo, de San Luis Potosí, narró que ella sólo llegó a la plaza donde está Europiel a hacer tiempo y su error fue sentarse en una banca que está frente a la empresa, hasta donde la abordó una trabajadora y ante tanta insistencia, optó por entrar a escuchar la información.
Sostuvo que la joven fue muy amable mientras la convencía y le dijo que no estaba obligada a adquirir ningún producto. Sin embargo, su actitud cambió drásticamente e incluso fue encerrada en una habitación.
Hasta ahí llegó otra mujer que con papel y pluma en mano, le empezó a cuestionar su situación financiera e insistiendo que le llamara a su padre para pedirle 30 mil pesos, que era el costo de la depilación.
“Me sentí secuestrada, me tuvo en ese cuarto como media hora y yo estaba desesperada hasta que le dije ‘señora, sáqueme de aquí o empiezo a gritar’; en ese momento me dejaron salir, yo quedé traumada”, dijo.
Otros usuarios han tildado de estafa a la empresa y sus servicios pues realizan los cobros de todos los paquetes, pero se niegan a dar las sesiones o devolver el dinero. Es el caso de Christian Shs.
“Mañana voy a ir a Europiel y no me voy a ir de ahí hasta que me den mi dinero, sino pues tendré que ir a juicio”, destaca.
Algunas de las críticas a la empresa versan también sobre quemaduras con el láser, cobros indebidos y malos tratos en general.
En el caso de Layla y María Fernanda han advertido que procederán por todas las vías legales contra Europiel, por la retención en contra de la voluntad de la que fue objeto Fernanda.
mb