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Emprender y soportar machismo: Artesanas de lirio acuático en Veracruz

En el marco del Día Internacional de la Mujer Emprendedora, que se celebra este 19 de noviembre, conoce la historia de Verónica, artesana de lirio acuático de Catemaco, que desde hace 23 años apoya a la economía de su hogar con sus ventas

La comunidad de Ojoxapan se encuentra a 23 minutos del municipio de Catemaco.
Emprender en ambiente machista: Artesanas de lirio acuático de Catemaco.La comunidad de Ojoxapan se encuentra a 23 minutos del municipio de Catemaco.Créditos: Inés Tabal G.
Escrito en VERACRUZ el

Bolsas, carteras y sombreros, son algunos de las artesanías que realiza Verónica con lirio acuático, una planta que hace 23 años era considerada una plaga para la Laguna de Catemaco pero que hoy es el sustento de unas 10 familias de la región. 

La artesana, de tez morena y cabello rizado, es originaria de la comunidad de Ojoxapan, en Catemaco, municipio ubicado en la región de Los Tuxtla. Ella recorrió más de 156 kilómetros para llegar hasta el World Trade Center, en Boca del Río, donde ocupa un pequeño espacio para vender sus artesanías a las personas que visitan el lugar que fue sede de la Expo Turismo Veracruz 2022.

La comunidad de Ojoxapan se encuentra a 23 minutos del municipio de Catemaco y a más de tres horas de Boca del Río, dentro de la localidad hay 257 habitantes dedicadas a la agricultura, pesca y las artesanías fabricadas con lirio acuático.

En el año de 1999, un proyecto de la Reserva Ecológica de los Tuxtlas llegó a la comunidad de Ojoxapan, el reto era salvar la laguna que estaba azolvada por la plaga del lirio, comenzaron con capacitaciones por parte de artesanos de otros municipios que llegaron a la comunidad para enseñarles este oficio a las mujeres.

“Solo nos enseñaron a armar y a rematar y listo. Nosotras a través de los años hemos ido sacando las puntadas, diferentes modelos. Tenemos chanclas, tortilleros, cinturones, juegos de baños, manteles, lámparas, anillos, una infinidad de productos que ni los puedo enumerar”, dice la artesana de 53 años.

Emprender entre un ambiente machista

Las capacitaciones comenzaron con 30 mujeres, con el paso de los años solo quedaron 10, quienes formaron la Cooperativa Flor de Lirio, donde fabrican toda clases de artesanías que después salen a vender a diferentes estados y comunidades.

Su trabajo las llevó a lugares de todo México para vender su producto y dar cursos a otras mujeres. Fueron a Toluca, Nayarit, Guerrero y Quintana Roo, pero para llegar a este punto tuvieron que aprender no solo a tejer, sino a administrar una empresa.

“Nosotros estamos muy organizadas, aprendimos aquí a hacer hasta lo que es la administración, nosotros tenemos mucha capacitación de negocios, de cosas legales, como hacer una empresa, como sacar el costo de un producto, desde el material hasta la mano de obra, todo”, cuenta.

Verónica asegura que el camino que recorrieron para llegar a tener una pequeña empresa no fue fácil, pues se enfrentaron a otros obstáculos dentro de sus familias, como sus esposos, quienes les prohibían tomar los talleres e ir a vender su producto a otras comunidades, por los prejuicios y un ambiente machista donde les decían que las mujeres solo podían estar en sus casas para atender a los hijos.

Debido a este problema las mujeres no quieren unirse a la cooperativa, ya que sus maridos aún les prohíben realizar esta actividad, además de que es un proceso desgastante, comenta Verónica.

“Antes había que salir a las Expos que duraban 15 o 20 días, casi un mes, entonces los esposos se quedaban solos y decían: quién me va a atender. Al principio se enojaban y tuvimos muchos problemas, pero tanto y tanto insistir entendieron que es un trabajo y que nos deben de apoyar”, narra.

Con una sonrisa, relata que ella también enfrentó estos problemas con su esposo. Los reclamos por dejarlos solos e irse a vender su producto a las exposiciones de turismo o a otras comunidades, hizo que en distintas ocasiones discutieran. Cada que hay evento se turnan para que dos mujeres salgan, porque no pueden salir todas, debido a que son amas de casa.

Un estudio realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) y el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias (CCME) señala que en octubre del 2021 las mujeres emprendedoras representaban 27 por ciento de la población ocupada a nivel nacional en México, pese a su relevancia la brecha de género limitaba el crecimiento de sus negocios y las condiciones laborales.

El artículo “La puerta de la formalidad: una oportunidad para el emprendimiento femenino”, también realizado por el Imco y publicado el 8 de julio del 2021, señala que las principales barreras para que las mujeres emprendan formalmente son los costos que representa la formalidad, falta de financiamiento, brecha digital y la carga de trabajo no remunerado.

Este último obstáculo representa el trabajo que las mujeres emprendedoras realizan en el hogar y que les ocupa gran parte de su tiempo, el documento indica que en promedio ellas dedican 50.4 horas a la semana en las actividades no remuneradas, una jornada laboral completa, a comparación con las 19.6 horas que destinan los hombres a estas tareas.

Un oficio que lleva tiempo

Cómo relata Verónica con el paso de los años las artesanas se adaptaron a los cambios que el mercado demanda, también mejoraron sus diseños y agregaron adornos como semillas, colorantes naturales con los que dan otra imagen a sus productos, lo que también hizo una cadena de empleos. 

Esta cadena de empleos va desde la señora que le compran las semillas y el colorante hasta la mano de obra para recoger el lirio.

“El corte se tiene que hacer en luna llena, se corta desde abril, mayo y junio para todo el año, porque no podemos secarlo en tiempo lluvioso, después lo ponemos a checar en los techos o en las láminas 15 a 21 días, cuando está seco lo guardamos en bolsas de plástico”, dice

Hay modelos que se tardan dos o tres días en realizarlos, si es que se dedican en tiempo completo a trabajar el diseño. En las temporadas que tiene pedidos grandes trabaja toda la familia, pues añade Verónica que es una actividad muy cansada y desgastante.

“Hay veces no nos quieren pagar lo que es el producto, pero es muy cansado, las manos se calientan y luego si nos mojamos nos hace daño. Y luego el lirio hay que ver que no esté contaminado”, relata.

Todos estos años de trabajo a verónica le generaron desgaste físico, tiene daños en sus pulmones y en sus manos, pese a esto afirma que realizar estas artesanías es un gusto, con este oficio les pagó los estudios a sus hijos y continuará hasta que su cuerpo aguante.

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