La avenida Camarón del fraccionamiento Geo Villas Los Pinos, de la ciudad de Veracruz, está adornada por una barda que ofrece la publicidad de docenas de negocios. Algunos ya se borraron, otros resisten el paso de las inclemencias.
Entre esos letreros está el número de Alejandro Castillo Olarte, rotulista y pintor desde hace 15 años y que, pese a la publicidad digital y el tiempo, mantiene vivo el oficio.
Egresado del Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec) como profesional de artes, asegura que desde pequeño comenzó su interés por el dibujo, pero fue hasta la adolescencia que vio esta profesión como una manera de ganarse la vida.
“Me he quedado en este trabajo, más que nada porque me gusta la pintura, le agarre pasión, me imagino que debe ser igual en otros empleos”, dice.
Alejandro es el primero en su familia en dedicarse a esto, durante los 15 años que lleva de carrera ha realizado distintos rótulos para empresas como Pemex y cines, pero también para tiendas de abarrotes, puestos callejeros y comercios ambulantes, siempre con profesionalismo y amor, asevera.
Resiste a la digitalización de la publicidad
Los rótulos manuales son anuncios publicitarios hechos a mano que buscan llamar la atención de las personas para promocionar distintos negocios.
Sus letras llamativas y dibujos de colores cumplen con la función de invitar a los clientes a consumir en ese negocio.
El pintor, de 36 años, señala que desde hace 10 las contrataciones disminuyeron con la llegada de la publicidad digital y las lonas de vinilo, pues son el tipo de propaganda más solicitada por las empresas, ya que el precio es mucho más económico que pagar a un rotulista profesional.
“Como todo oficio con el paso del tiempo se ha devaluado, porque ya hay muchas personas que piensan que esto no es como un trabajo como tal, sino como pintura y ya. La verdad es mal pagada, a veces”, lamenta.
Indica que este empleo tiene sus riesgos, pues hay veces que los negocios o lugares a pintar son en las alturas, esto también lleva un costo mayor, porque la técnica que se utiliza es más complicada, algo que muchos clientes no ven.
También depende del tipo de diseño que quiera el cliente y la pintura que se utilice en el proceso para realizar el rótulo.
Además, algunos proyectos se tardan días e incluso semanas de hacer, pues todos son pintados a mano y detallados para que sea un trabajo artesanal, por este motivo los precios se elevan, porque detrás de un anuncio, hay años de experiencia y sobre todo tradición.
Pese a estos obstáculos, asegura que siempre existirán personas que prefieran hacer sus rótulos a comprar una lona, ya que este tipo de letreros tienen una mayor duración y forma parte de la identidad de un local.
Eduardo, con 15 años pretende dedicarse a ser rotulista
Unos cuantos metros antes del rótulo de Alejandro, está el anuncio que realizó Eduardo Vela González, los colores amarillo, rojo y verde llaman la atención de las personas que circulan por la avenida, al mismo tiempo invita a desviarse al negocio de su papá “Tortas el Buen Gallo 2”.
El joven, de 15 años, dio sus primeros pasos en este oficio a los 12, desde entonces comenzó a pintar como una manera de entretenerse después de la escuela.
Los primeros rótulos que realizó fueron para el negocio de su papá, poco a poco las personas lo contrataron para que hiciera más proyectos para sus locales.
En total lleva cinco letreros realizados de manera profesional, ya con cobro de por medio, pero no descarta que con el paso de los años pueda dedicarse por completo al oficio.
“Mi visión es que el negocio de los que yo les hago el trabajo llegue a más personas, se expanda. Yo comencé con el negocio de mi papá, un día no tenía nada que hacer y se me dio la idea para hacerlo, para que hubiera más venta y comencé, de ahí entre las mismas personas que iban pasando me fueron contratando”, cuenta el joven.
Su papá, orgulloso, menciona que todo lo que está pintado dentro del negocio lo hizo su hijo, al igual que los diseños en lonas de vinilo que adornan la tortería.
Eduardo señala que todo lo aprendió de manera empírica, no toma clases de dibujo, pero planea más adelante estudiar una carrera afine, que le permita desarrollar una mejor técnica.
El proceso de elaboración de un rótulo que hace Eduardo, es diferente al de Alejandro, él afirma que nunca utilizó una herramienta digital para realizar un boceto, solo papel y lápiz; mientras que el quinceañero ocupa dos aplicaciones para hacer los diseños.
Pese a que Alejandro y Eduardo forman parte de dos generaciones distintas, ambos mantienen vivo el oficio de los rotulistas, quienes se encargan de llenar de color a los negocios y bardas del puerto de Veracruz.
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