El cierre de campañas en el Puerto de Veracruz no dejó lugar a dudas: la contienda por la alcaldía tiene nombre y apellido, y se llama Rosa María Hernández. Su evento en el corazón político y simbólico de la ciudad, el Zócalo, no fue solo multitudinario, fue un mensaje con todas sus letras: aquí está la candidata que encabeza las encuestas, que se sabe puntera, y que no teme mostrarlo justo frente al palacio municipal pintado de azul. Un acto de poder y de confianza, de quien no solo quiere ganar, sino arrasar.
Este cierre fue un acto de precisión política. Mientras otros candidatos optaron por actos más discretos o intentaron jalar reflectores con figuras nacionales, Rosa María apostó por el territorio, por la gente, por el símbolo y le funcionó. Su evento fue un lleno total y un espectáculo que reafirma lo que muchas encuestas ya anticipan: la elección del domingo será, para muchos, un mero trámite democrático. Una formalidad que confirmará lo que ya se huele en el aire, MORENA gobernará el municipio más emblemático del estado.
Te podría interesar
En contraste, los cierres de sus contrincantes pasaron sin pena ni gloria. Ni el respaldo de las estructuras estatales pudo darle vida a los eventos de Carolina Gudiño o Belem Palmeros. Las imágenes, los discursos y la asistencia simplemente no estuvieron a la altura de lo que se esperaría de quienes supuestamente representan una fuerza alternativa real. El músculo institucional no basta cuando el ánimo ciudadano está claramente volcado en otra dirección.
Y qué decir de Indira Rosales. Su cierre fue quizá el más simbólico del ocaso de una campaña que nunca terminó de despegar. Acompañada por Xóchitl Gálvez, repitió el mismo guion gastado: el voto útil, la única que puede ganarle a Morena, la alternativa real. El problema es que ese discurso ya lo escuchamos... y ya vimos cómo terminó: en derrota. Si el mensaje es el mismo y el respaldo también, ¿por qué esperar un resultado distinto?
Haciendo zoom… La realidad es que la campaña de Rosa María no solo fue superior en forma, sino también en fondo. Mostró organización, presencia, una narrativa clara y, sobre todo, una conexión con el electorado que sus adversarias no lograron construir. El Zócalo fue testigo de un acto de cierre, sí, pero también de lo que parece ser una apertura, la puerta a una nueva etapa política en el Puerto. El domingo se vota, sí, pero muchos sienten que ya todo está dicho.
