En el corazón turístico de Veracruz, la recientemente remozada Plaza Acuario o "Aquarium", como se le conoce en su nueva versión con pretensiones internacionales, está lejos de reflejar en su interior el brillo que presume por fuera. Detrás de los colores frescos y el rostro lavado, se esconde una administración que, a juzgar por los testimonios de condóminos, parece haber adoptado prácticas más cercanas a la simulación que a la transparencia.
Esta semana, varios locatarios alzaron la voz al descubrir que la convocatoria para la Asamblea General Ordinaria se publicó únicamente en un periódico, omitiendo el procedimiento habitual, la cual es a través de una entrega de circulares directamente a los locales. Una omisión que a decir de los afectados, no es inocente ni técnica, mencionan que lo que se busca no es orden, sino silencio.
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Y el silencio, en este caso, parece proteger algo más que simples omisiones, no se han rendido cuentas de los ingresos ni del destino de los recursos recaudados durante todo el año, a pesar de que la plaza genera ingresos constantes gracias a las áreas comunes rentadas, baños públicos con cobro incluido, y un flujo comercial importante, dada su ubicación estratégica. Es por ello que los locatarios de la plaza Acuario se preguntan ¿Dónde está ese dinero?
La situación se agrava con las condiciones deplorables en las que opera el inmueble, las cuales van desde zonas sin aire acondicionado, lámparas fundidas que dejan pasillos en penumbra, hasta los baños sucios y un mantenimiento deficiente. La falta de clima obliga a mantener puertas abiertas, lo que ha convertido a la plaza en un criadero de moscas, afectando la imagen y la salubridad del lugar, mencionan algunos arrendatarios.
Lo que más mencionan los afectados es el manejo opaco del dinero recaudado por los baños. Antes, dicen los locatarios, había un mínimo ejercicio de control, pues el administrador recogía el dinero acompañado por miembros del comité del Acuario. Hoy, lo hace en solitario, en horarios poco claros, y sin que nadie tenga certeza de cuánto se recauda. Por ello es que todos los locatarios se preguntan ¿Cuál es la lógica detrás de esta discreción? ¿Por qué alguien querría administrar dinero público como si fuera caja chica privada?
Haciendo zoom… Plaza Aquarium es un emblema veracruzano, una vitrina para turistas y locales, pero la transparencia no se maquilla con pintura nueva ni se soluciona con cambiarle el nombre a la plaza. Lo que se necesita es una rendición de cuentas clara, un ejercicio democrático genuino y, sobre todo, respeto por quienes sostienen la vida económica del lugar. El silencio no puede ser la norma en un espacio público-comercial que debería brillar no solo por sus luces y colores, sino por su ética administrativa. La opacidad, aunque se revista de modernidad, sigue siendo opacidad.
vtr
