OPINIÓN

Veracruz ante una transición marcada por el desdén

Zoomlítica: Haciendo zoom a la política

Créditos: LSR Veracruz
Escrito en VERACRUZ el

Cuando se vota por un cambio, también se espera un relevo en el tono del poder, pero lo que hemos visto en los últimos días en el municipio de Veracruz es un ejemplo clásico de que cambiar el nombre en Palacio no significa necesariamente un cambio profundo en las formas de hacer política.

La alcaldesa en funciones, Patricia Lobeira, lanzó recientemente una frase que, más que una crítica puntual, revela una forma despectiva y sobrada de concebir a su sucesora, dijo que Rosa María Hernández Espejo “se queja mucho”, y hasta puso en duda si la nueva administración “va a poder” con los retos de gobernar la ciudad, esa frase no sólo es una forma de desacreditar a la próxima alcaldesa, sino también de restarle legitimidad a su voz pública.

Lo grave es que, por muy duro que suene, no es una exageración sacada de contexto, se trata de minimizar las preocupaciones legítimas que ha expresado Hernández Espejo sobre temas serios, como la entrega-recepción municipal, la legalidad de las basificaciones y la sindicalización de altos funcionarios. La morenista ha advertido que revisará esos nombramientos y plazas, que pueden incrementar la nómina y ser irregulares legalmente.

Y esto no es teoría: hay reportes de que el Ayuntamiento de Lobeira quería imponer más de 30 empleados base en un cabildo secreto, con cargos cercanos al poder actual. Esa acusación no es menor, si realmente se ha intentado consolidar plazas antes del cambio de administración, lo que se impone es un escrutinio serio, no una burla.

Quizá lo más irónico es que, no hace mucho, ambas mandatarias daban señales de buena relación. En junio, Lobeira y Hernández Espejo se reunieron con aparente cordialidad; posaron juntas en el balcón del Palacio Municipal y hablaron de diálogo “respeto e institucional” en el arranque formal del proceso de transición, parecía un buen gesto técnico, incluso simbólico, pero esas imágenes ya se ven lejanas, hoy el discurso de Lobeira suena más condescendiente que colaborativo.

La respuesta del personal del Ayuntamiento ha sido aún más elocuente, varios empleados se han deslindado públicamente de las declaraciones de Lobeira y no lo hacen por bando, sino por dignidad institucional, saben que cuando la alcaldesa en turno desacredita a quien llega, no sólo cuestiona a una persona, sino también deja en entredicho la seriedad de la administración que cierra su ciclo.

¿Por qué importan estas palabras? Porque no es solo política entre mujeres alcaldesas, es un reflejo del tipo de cultura institucional que se hereda. Si la transición va a ser real, debe acompañarse no solo de la entrega de expedientes, sino de un cambio de actitud de poder. Criticar a Hernández Espejo como “quejica” en vez de responder con argumentos es una infantilización peligrosa no debilita a la nueva administración, solo socava la confianza ciudadana.

Haciendo zoom… Veracruz merece gobernantes que no solo compitan por la silla, sino que se comporten con responsabilidad institucional. No basta con pintar un relevo democrático, se necesitan formas democráticas, respeto mutuo y crítica sustantiva, no descalificaciones sin más, si Lobeira cree que sus logros la respaldan, que los explique, que los defienda con cifras, no con frases despectivas.

vtr