COLUMNA

Juntas llegamos (juntas nos vamos)

Tinta y tinte de una mujer

Créditos: Valeria Aime Tannos Díaz
Escrito en VERACRUZ el

“Juntas llegamos y juntas nos vamos” es una de mis frases favoritas cuando se trata de salir con tus amigas, de defenderlas y de cuidarse entre sí. Esta frase habla de la sororidad y el cariño entre amigas y, en general, entre mujeres. Es como un código que tenemos entre nosotras cuando estamos en la calle o con extraños. Honestamente, la he aplicado en múltiples ocasiones.

Pero la manera en la que últimamente se maneja esa frase da escalofríos y enfurece mucho por cómo la manejan cuando se trata de un delito cometido hacia una mujer. Recuerdo bien que hace dos años el caso de una chica del norte del país paralizó a todo México y resignificó por completo esa frase que ocupamos las amigas.

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La chica desapareció y su cuerpo fue encontrado más tarde. No diré más del caso porque seguramente ya sabrás a cuál me refiero. Ahora hablaré de lo que salió en las notas periodísticas y de lo que ha pasado a raíz de eso. Hablaré un poco de lo que es el amarillismo en las notas de prensa y en los comunicados que salen cuando hay un feminicidio.

El amarillismo en ese tipo de notas es algo que vende y que atrae a los lectores. Se trata de ponerle títulos escandalosos a los hechos. Tienen que ser llamativos y tienen que atraparnos para entrar a leerla, se ha hecho desde siempre y aunque no nos guste, así es. Lo peligroso de esas notas es que, en ocasiones, por falta de información, tergiversan lo que realmente pasó.

Lo primero que leí del caso que mencioné fue una nota en la que decía “…las amigas la dejaron sola y la chica desapareció…” en esa frase hay un mundo de desinformación, pero el objetivo se cumple: atrae lectores. Lo malo es que parece que la culpa fue de las amigas, haciendo menos el hecho de que no fueron las amigas quienes la secuestraron o la desaparecieron.

Con el tiempo se encontró el cadáver de la chica y las amigas volvieron a relucir en primera plana como las culpables de lo que había pasado. Sin tratar de justificar su actuar, uno se pregunta ¿y el feminicida? En esta narrativa ¿dónde queda el verdadero responsable de asesinar a una mujer?

Hace poco leí un caso similar en el que unas amigas dejaron sola a una mujer que fue asesinada. Se puede debatir la carga de la responsabilidad personal de dejar sola a una amiga, claro, y es en esos momentos en que aplica el “juntas llegamos y juntas nos vamos”, pero ¿es nuestra culpa lo que un feminicida decide hacer?

Las personas enfurecen y quieren linchar a aquellas mujeres que fueron malas amigas porque no les importó dejar a una de ellas sola en la madrugada, ignorando por completo la obligación del gobierno de prevenir y cuidar a sus ciudadanos, u obviando lo roto que está el tejido social como para que un hombre se sienta con el poder para matar a una mujer.

El culpable del asesinato de una mujer es el asesino, nadie más. El culpable es quien se siente con el derecho para arrebatarle la vida a una mujer. Me parece muy injusto y manipulador que en redes sociales lo primero que venda es que las amigas “la dejaron sola” dando por sentado que, dejar sola a una amiga es lo mismo que desaparecerla.

En redes sociales también se culpaba a la victima por cómo salió vestida ese día, por la hora en la que decidió regresar a casa, por si estaba ebria, o no. Obvio las criticas llovieron, pero dentro de esas críticas, no vi una sola en la que se juzgara la lógica del feminicida.

Todos los días, a todas horas y en cualquier momento de nuestra vida, las mujeres pensamos en todo aquello que nos pone en peligro y nos privamos de hacer muchísimas cosas debido a eso, pero somos seres humanos. Somos mujeres y queremos hacer una vida normal. De vez en cuando queremos dejar de tratar de sobrevivir y simplemente queremos vivir.

Y si algo malo nos pasa, dirán que la culpa sigue siendo nuestra y de nuestras malas amigas que decidieron dejarnos ir a casa solas, pero ellas sólo son malas amigas, no son asesinas y no son nuestras feminicidas. No son las feminicidas de nadie, son también mujeres que están en el mismo peligro constante de que algo pueda pasarles.

Es verdad que debemos ante la incapacidad del estado para protegernos, nos tenemos que cuidar una a la otra y tratar de evitar situaciones de riesgo, sin embargo, la crítica exagerada que existe me parece que es hasta inhumana.

Jamás he dejado sola a una amiga y agradezco que mis amigas jamás me han dejado en un momento vulnerable, pero ¿qué tal si una noche de antro mi amiga se va segura con su novio y algo le pasa ahí? ¿será culpa de ella? ¿o mía? No olvidemos a los verdaderos culpables, porque se nos educa para defendernos, pero a los agresores no se les educa para no atacar.

Ojalá en algún momento esa cultura cambie y empecemos a educar a las personas a no agredir, a no abusar y a no matar, en lugar de enseñarles a las mujeres a cómo no ser atacadas, porque a pesar de las críticas que le lleguen a las víctimas, la culpa jamás será de ellas, ni de dónde estaban, ni por cómo vestían.

fm